PEDRO CALDER�N DE LA BARCA fue admirado en su tiempo por p�blico y conocedores y vio gran parte de su obra representada por los mejores grupos teatrales. M�s de 100 comedias y casi 80 autos sacramentales lo confirman como el m�s grande dramaturgo del Barroco espa�ol; incluso, Lope de Vega lo nombra en sus trabajos teatrales.
Calder�n de la Barca naci� en Madrid en 1600, muri� 81 a�os despu�s, sacerdote desde 1650. Cuando rondaba los 20 particip� en varios cert�menes po�ticos que gan� sin discusi�n, y a los 23, logr� que se representara su primera obra dram�tica, Amor, honor y poder. Luego escribi� varias comedias que en gran parte contaban sus aventuras: en El Pr�ncipe Constante narra la manera en que fue a dar a un convento persiguiendo a un tal Villegas; como eran pupilas del lugar la hija de Lope de Vega y otras jovencitas muy discretas, hubo tal conmoci�n que se enteraron hasta el rey y su corte.
La vida es sue�o, una de sus obras principales, data de 1635, �poca en que se reconoce la madurez literaria del autor. Dos a�os despu�s se le otorg� el t�tulo de Caballero de la Orden de Santiago, al tiempo que escrib�a El m�gico prodigioso.
De 1640 a 1642, particip� en la guerra de Catalu�a, pero esa experiencia no le dej� una opini�n favorable, como se refleja en El alcalde de Zalamea, otra de sus obras cumbre. En esa �poca cerraron todos los teatros a ra�z de sucesivas desgracias en la familia real, por lo que no hubo m�s representaciones. Cuando el rey dej� el luto y cas� de nuevo, se reabrieron los teatros y Calder�n de la Barca se concentr� en varios autos sacramentales, uno de ellos, La segunda esposa, en honor a las fiestas del rey.
Despu�s de hacerse sacerdore, Calder�n de la Barca escribi� comedias y zarzuelas para las fiestas reales con una evidente carga de sentido teol�gico y metaf�sico, en textos po�ticos donde la raz�n y la fe conviven magn�ficamente.
El gran teatro del mundo es un auto sacramental de car�cter �tico. Aunque todos los autos coinciden en tratar asuntos de la Eucarist�a, difieren en sus argumentos, que pueden abarcar cualquier tema. Este texto, escrito alrededor de 1635 (pero representado hasta 1649) es uno de los mejores de Calder�n de la Barca, un favorito de su �poca por sus ense�anzas morales y su ameno discurso.