LA VIDA
de Miguel de Cervantes Saavedra parece una novela azarosa
de aventuras, glorias e infortunios. Nacido en Alcal� de Henares en 1547, Cervantes
fue paje de eclesi�stico y soldado en la famosa batalla de Lepanto, donde fue
herido en la mano izquierda adquiriendo el c�lebre apodo de Manco de Lepanto.
A pesar de algunos reconocimientos que tuvo en vida, Miguel de Cervantes sobrellev� una existencia poblada de penurias y fue un marido desenga�ado e infeliz. Falleci� el 23 de abril de 1616 en Madrid. As� como Crist�bal Col�n muri� convencido de que sus viajes lo hab�an conducido a la India, Cervantes muri� creyendo que su mejor novela, por encima del Quijote, hab�a sido Los trabajos de Persiles y Segismunda. La gloria literaria lleg� despu�s, y aunque su obra m�s conocida sea la que relata las andanzas del c�lebre caballero de la Mancha, el tiempo ha permitido reconocer la val�a de su amplia producci�n literaria.
Su narrativa incluye la novela pastoril, 12 novelas cortas que �l llam� Ejemplares y que re�nen todos los g�neros: filos�fico, picaresco, costumbrista, de aventuras. Con la publicaci�n de las Aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Cervantes escribi� una obra inmortal que resume todo el arte novel�stico del Renacimiento, y al mismo tiempo estableci� el nacimiento de la novela moderna.
Como dramaturgo cultiv� la tragedia, varias comedia y ocho Entremeses. Los entremeses teatrales, como los platillos que se sirven antes de pasar a los platos fuertes de una comida, son piezas de un solo acto, generalmente jocosas, que sol�an representarse entre una y otra jornada de comedias.
FONDO 2000 presenta una selecci�n de Cuatro entremeses de Cervantes, farsas magisterialmente escritas, con lenguaje y temas populares que el autor supo retratar y recrear con un realismo fascinante y reconocible a�n en nuestro tiempo. Por esta p�ginas desfilan las eternas figuras de la comedia humana: el marido enga�ado, su joven esposa, la vecina chismosa, la intrigante que con cierta amor�os, el hambriento y astuto estudiante, el sacrist�n mundano y pecador. Ning�n otro dramaturgo espa�ol ha dominado con tal perfecci�n la t�cnica de la pieza corta, ese dif�cil aarte de plantear y resolver un conflicto teatral que muestra toda una galer�a humana en unas cuantas escenas.