Hay muchos lagartos y lagartijas de la manera de los de Espa�a, y no mayores,
pero no son ponzo�osos: otros hay grandes, de doce y quince pies, y mucho m�s
luengo, y m�s gruesos que una arca o caja; y algunos de los m�s grandes son
tan gordos casi como una pipa, y la cabeza y lo dem�s a proporci�n, y el hocico
ti�nenle muy luengo, y el labio de alto horadado en derecho de los colmillos,
por los cuales agujeros salen los colmillos que tienen en la parte m�s baja
de la boca; los cuales y los dientes tienen muy fieros; y en el agua es veloc�simo,
y en tierra algo pesado y torpe, a respecto de la habilidad que en el agua tiene.
Muchos de ellos andan en las costas y playas de la mar, y entran en ella, y
son de cuatro pies, y tienen muy recias conchas, y por medio del espinazo est�
lleno de luengo a luengo de puntas o hesos altos, y son tan recios de pasar
sus curos, que ninguna espada o lanza los puede ofender, si no les dan debajo
de aquella piel dur�sima por las ijadas o la tripa, porque por all� es flaca
y vencible la piel de estos lagartos o dragones, los cuales cuando quieren desovar,
es en el tiempo m�s seco del a�o, en el mes de diciembre, que los r�os no salen
de su curso, y en aquella saz�n, faltando las lluvias, no les pueden llevar
los huevos las crecientes; y hacen de esta manera: s�lense a los arenales y
playas por la costa o ribera de los r�os, y hacen un hoyo en la arena, y ponen
all� doscientos o trescientos huevos, o m�s, y c�brenlos con la dicha arena,
y ad putrefacrionem, con el sol se animan y toman vida, y salen de
bajo del arena y vanse al r�o que est� junto, siendo no mayores que un geme,
o poco menos grandes, y despu�s crecen hasta ser tan gruesos y tama�os como
atr�s se dijo, y en algunas partes hay tantos de ellos, que es cosa para espantar;
y lo m�s continuamente se andan en los remansos y hondo de los r�os, y cuando
salen fuera de ellos por la tierra y playas, todo aquel contorno vecino huele
a almizcle, y s�lense a dormir muchas veces a los renales cerca del agua, y
cuando se desv�an algo m�s y los topan los cristianos, luego huyen al agua;
y no saben correr haciendo vueltas o a un costado o a otro declinando, sino
derecho; y as�, aunque vaya tras un hombre no le alcanzar� si el tal hombre
es avisado de lo que es dicho y tuerce el correr al trav�s; antes muchas veces
por esta causa ha acaecido irle dando de palos y cuchilladas hasta mo matar
o hacer entrar en el agua; pero lo mejor es desde lejos de ellos tirarles con
ballestas y escopetas, porque con las otras armas, as� como espadas o dardos
y lanzas, poco da�o le pueden hace, excepto si le aciertan a da por la barriga
y ijadas, porque auquello tiene muy delgado; y cuando corren por tierra llevan
la cola levantada sobre el lomo, encarcada como las plumas de la cola del gallo,
y la barriga no arrastrando, sino alta de tierra unpalmo, o m�s o menos, al
respecto de la grandeza o altura de los brazos, y tienen manos y pies en fin
de los dichos brazos y piernas; y los tales pies y manos muy hendidos, y los
dedos luengos y las u�as luenguas. Finalmente, que estos lagartos son muy espantosos
dragones en la vista: quieren algunos decir que son cocaarices,pero
no es as�; porque la cocariz no tiene expiradero alguno m�s de la boca, y aquestos
lagartos o dragones s�; y la cocatriz tiene dos mand�bulas, as� alta como baja,
y as� menea la superior tan bien como la inferior, y aquestos lagartos que digo
no tienen m�s de la mand�bula baja. Son en el agua muy veloc�simos y muy peligrosos,
porque se comen muchas veces los hombres y los perros y lo caballos y las vacas
al pasar de los vados; y por esto se tienen aqueste aviso, que cuando alguna
gente pasa por alg�n r�o en que los hay, siempre se toma el vado por los raudales
y donde el agua va m�s vaja y corriente mucho, porque los dichos lagartos siempre
se apartan de los raudales y de donde est� bajo el r�o. Muchas veces acaece,
mat�ndolos, que les hallan en el vientre una y dos espuertas de guijarros pelados,
que el lagarto como por su pasatiempo y los degiste.
M�tanlos
muchas veces, con anzuelos gruesos de cadena, y de otras maneras, y algunas
veces hall�ndolos fuera del agua, con las escopetas. Estos animales m�s los
tengo yo por bestias marinas y de agua que no terrestres, puesto que, como es
dicho, nacen en tierra, de aquellos huevos que entierran en los arenales, los
cuales son tan grandes o m�s que los de las �nsares, y son tan anchos en el
un cabo o punta como de la otra parte o cabo; y si dan en el suelo con ellos,
no se quiebran para se salir, pero qui�brase la c�scara pimera, que es como
la de los huevos de las �nsares; y entre aqu�lla y la clara tiene una tela delgada
que parece baldr�s,
que
no se rompe sino con alguna punta de herramienta o de palo agudo; y dando en
el suelo con un huevo de estos, salta para arriba y hacen un bote, como si fuese
pelota de viento. No tienen yema, y todos son clara, y guisados en tortillas
son buenos y de buen sabor; yo he comido algunas veces de estos huevos, pero
no he comido de los lagartos, puesto que muchos cristianos los com�an cuando
los podr�an haber, en especial los peque�os, al principio que la tierra se conquist�,
y dec�an que eran buenos. E cuando estos lagartos dejaban los huevos cubiertos
en el arena, y alg�n cristiano los hallaba, cog�a aquella nidada, y tra�alos
a la ciudad del Darien, y d�banle cinco o seis castellanos, y m�s, seg�n los
que tra�a, a raz�n de un real de plata por cada huevo; yo los pagu� en este
precio, y los com� algunas veces en el a�o de 1514 a�os; pero despu�s que hubo
mantenimientos y ganados, se dejaron de buscar, pero no porque si con ellos
topan acaso, dejen de comerlos de buena voluntad algunos.
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