El 31 de agosto de 1901 Amado Nervo conoci� en Par�s, en una calle del Barrio Latino, a Ana Cecilia Luisa Dailliez, quien se convertir�a en el amor de su vida . De hecho, esta mujer se convirti� en su amor secreto, su musa enjaulada. As� lo confirma el hecho de que, al ser nombrado segundo secretario de la embajada de M�xico en Madrid, Nervo se instal� con Ana Cecilia en el piso segundo izquierdo del n�mero 15 de la madrile�a calle de Bail�n, donde ni los porteros de la casa supieron de la existencia de aquella mujer. El 17 de diciembre de 1911, Ana Cecilia contrajo una fiebre tifoidea que le provoc� una lenta agon�a, tambi�n secreta, ya que Nervo la atendi� a escondidas, hasta la noche del 7 de enero de 1912 en que muri� su musa. La amada inm�vil es el poema que naci� esa noche en que Nervo vel� en soledad el cad�ver de quien fue su amada.

Amado Nervo naci� en Tepic en 1870 y realiz� estudios en el Seminario de Zamora, Michoac�n, mas pronto abraz� la carrera de leyes y empez� a trabajar en un despacho de abogados. Pronto se dio a conocer por diversos art�culos en peri�dicos y por la sucesiva aparici�n de libros que lo fueron consolidando como poeta de prestigio. Colabor� en la Revista Moderna, donde estrech� lazos con los poetas del modernismo. Combin� sus funciones diplom�ticas con la continuidad de su obra, cultivando no solo la poes�a, sino el cuento, ensayos, cr�nicas y relatos de viajes a la manera de Rub�n Dar�o. Viaj� por Italia y Austria, y desempe�� cargos diplom�ticos en Am�rica del Sur, como ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay. Muri� el 14 de noviembre de 1919 en Montevideo, y sus restos fueron trasladados a M�xico, con todos los honores, y sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Se conserva en Madrid una placa en el edificio de la calle de Bail�n y en el nicho 213 del cementerio de San Lorenzo y San Jos�, donde el poeta mand� sepultar a su amada inm�vil. La l�pida de m�rmol negro era visible al otro lado del r�o Manzanares, desde donde "el fraile de los suspiros, celeste anacoreta", como lo llam� Rub�n Dar�o, sigui� viviendo su secreto amor. Tales sentimientos se ven reflejados en este volumen, homenaje adolorido de uno de nuestros m�s reconocidos poetas a la mujer que �l consider� "ornamento de mi soledad, alivio de mi melancol�a, flora de mi heredad modesta, dignidad de mi retiro, lamparita santa y dulce de mis tinieblas".

En memoria de ANA
Encontrada en el camino de la vida
el 31 de agosto de 1901.
Perdida —�para siempre?— el 7 de enero de 1912.

 �ndice  Siguiente