III. ESPERANZA

�Y POR qué no ha de ser verdad el alma?
�Qu� trabajo le cuesta al Dios que hila
el tul fosf�reo de las nebulosas
y que traza las tenues pinceladas
de luz de los cometas incansables
dar al esp�ritu inmortalidad?

�Es m�s incomprensible por ventura
renacer que nacer? �Es m�s absurdo
seguir viviendo que el haber vivido,
ser invisible y subsistir, tal como
en redor nuestro laten y subsisten
innumerables formas, que la ciencia
sorprende a cada instante
con sus ojos de lince? Esperanza, pan nuestro cotidiano;
esperanza nodriza de los tristes;
murm�rame esas �ntimas palabras
que en el silencio de la noche fingen,
en lo m�s escondido de mi mente,
cuchicheo de blancos serafines...
�Verdad que he de encontrarme con mi muerta?
Si lo sabes, �por qu� no me lo dices?

                                     2 de junio de 1912

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