III. SEIS MESES...

�SEIS meses ya de muerta! Y en vano he pretendido
un beso, una palabra, un h�lito, un sonido...
y, a pesar de mi fe, cada d�a evidencio
que detr�s de la tumba ya no hay m�s que silencio...

Si yo me hubiese muerto, �qu� mar, qu� cataclismos,
qu� v�rtices, qu� nieblas, qu� cimas ni qu� abismos
burlaran mi deseo febril y omnipotente
de venir por las noches a besarte en la frente,
de bajar, con la luz de un astro zahor�,
a decirte al o�do: "¡No te olvides de m�!"

Y t�, que me quer�as tal vez m�s que te am�,
callas inexorable, de suerte que no s�
sino dudar de todo, del alma, del destino,
�y ponerme a llorar en medio del camino!
Pues con desolaci�n infinita evidencio
que detr�s de la tumba ya no hay m�s que silencio...

                                                 7 de julio de 1912

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