PLAT�N (ca. 428-347 a. de J.C.) perteneci� a una familia aristocr�tica. En su actividad literaria produjo una gran variedad de di�logos, cuyo protagonista fue, muchas veces, S�crates. Fue disc�pulo de Cratilo e ingres� despu�s al c�rculo de S�crates. A la muerte de �ste, Plat�n viaj� durante diez a�os.

Los di�logos de Plat�n manifiestan una aguda b�squeda de la verdad, a trav�s del minucioso ejercicio dial�ctico. Buscan la relaci�n entre las ideas para hallar la esencia de los conceptos. En muchos sentidos, el di�logo plat�nico es una exploraci�n del lenguaje.

Eutifr�n, primero de los dos di�logos que publicamos, se ocupa de la naturaleza de la santidad. S�crates habla con Eutifr�n en las cercan�as del P�rtico sobre lo santo y lo imp�o. La circunstancia que produce el encuentro es que, mientras S�crates ha sido acusado por Melitos de corromper a la juventud y de inventar dioses nuevos, Eutifr�n se ha querellado con su padre. Esto da pie a que los dos personajes discutan sobre el sentido de la piedad. Aunque Eutifr�n da por hecho que act�a con justicia, S�crates le probar� que sus argumentos no son definitivos. Es muy probable que esta reflexi�n sea parte de aquellos pensamientos de S�crates que pesaron tanto en su contra: S�crates le prueba a Eutifr�n que, dado que los dioses se enemistan entre ellos, no puede haber una sola idea de lo que es justo. Si �l pretende agradar a los dioses con su acci�n, es importante que lo consiga con todos.

El di�logo de Crit�n ocurre m�s tarde, cuando S�crates ya ha sido condenado y espera a que se ejecute su sentencia de muerte. Crit�n visita a S�crates en la c�rcel para convencerlo de que huya, y para ellos se sirve de muchos argumentos. Pero S�crates le prueba que debe aceptar la ley y morir. Aunque pudo ser acusado injustamente, el acto que le correponde a S�crates es el sometimiento: la ley est� por encima de los hombres y debe ser acatada, aun cuando se equivoque.

La lectura del fil�sofo griego es fundamental para conocer los or�genes de nuestra cultura. Nociones como la ley, la justicia y la piedad, que aparecen en estos di�logos, son, a pesar de la gran distancia temporal que nos separa de su autor, profundamente actuales.

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