AUNQUE LA precisi�n de su paternidad es a�n motivo de pol�mica, se considera que Sor Juana In�s de la Cruz fue hija natural de do�a Isabel Ram�rez de Santillana, criolla, y del capit�n Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, de origen vascongado. Pas� su infancia al lado de su abuelo materno, en cuya biblioteca sinti� nacer su arrolladora curiosidad por el conocimiento de todas las ciencias y su amor a los libros.
Luego de una intensa formaci�n autodidacta, Juana In�s de Asbaje Ram�rez ingres� al servicio religioso. Tras 27 a�os de obediencia a los deberes de la orden, ella misma dej� escrito que durante su vida conventual fructific� su talento y "embelleci� su entendimiento al amparo de su extensa biblioteca".
Su literatura barroca, repujanza de arte conceptual, sutil y luminoso, abarca desde los autos sacramentales hasta los ejercicios y las ep�stolas. Su obra incluye teatro y poes�a tanto religiosa como profana FONDO 2000 presenta una selecci�n de sus Sonetos y villancicos.
El villancico era un g�nero po�tico de corte popular, con motivos y s�mbolos de la liturgia cristiana. Versos hechos canto para la festividad patronal, poes�a de belenes, del ni�o Jes�s y de su madre divina. Sor Juana escribi� sus villancicos en espa�ol y en n�huatl, como muestra de que su sensibilidad universal no desde�aba los colores ni los sentimientos locales.
De los espl�ndidos sonetos de Sor Juana, Georgina Sabat de Rivers ha escrito que "la poes�a de Sor Juana recoge la mejor tradici�n peninsular y tambi�n est� impregnada de sabor novohispano. En la alta cultura del medio ambiente en que escrib�a, era la poeta que mejor dominaba el canon po�tico de la �poca, y esto incluye a la poes�a que ven�a de ultramar; sab�a de la imitatio y de la superaci�n de los grandes poetas masculinos seg�n se ven�a practicando pero, como veremos, su imitaci�n no fue nunca servil; los alteraba con una maestr�a independiente y conocedora, adoptando lo que mejor le conven�a a su personalidad y a su sociedad novohispana de letrados grandes y peque�os: el personaje clerical de la gran urbe, el arist�crata de la corte virreinal, el erudito de la ciencia, pero tambi�n el mundo medio de aquel momento que sab�a componer m�sica y poes�a, que escuchaba villancicos en las catedrales, que se encantaba ante las recitaciones de los arcos triunfales y de las fiestas po�ticas."