Los tres Juanes y el negrito![]() Éstos eran tres Juanes muy fuertes, todos tenían su gracia. A uno le decían Juan Majafierros, porque agarraba una vara gruesa y era capaz de quebrarla en la rodilla. Al otro le llamaban Juan Vuelatejas, porque podía aventar una piedra de un cerro a otro. Y al tercero le llamaban Juan Sacapinos, porque arrancaba los árboles grandes con tan sólo palanquearse. Un día, los tres decidieron juntarse para ir a vivir a otra parte en donde consiguieran trabajo. Cuando llegaron a su nueva casa, acordaron que dos de ellos iban a salir a trabajar y el otro se quedaría a preparar la comida. Juan Sacapinos se quedó de cocinero. Preparó un cazo hirviendo de chicharrones, pues el día anterior habían matado una vaquilla. En eso estaba cuando llegó un negrito y le preguntó qué estaba haciendo. Estoy friendo unos chicharroncitos para llevarles de comer a mis compañeros que están trabajando. Pues fíjate que te los voy a mear y los enveneno. ¿Y tú crees que te voy a dejar? ˇNada de eso! Y se pusieron a dar vueltas alrededor del cazo. Uno avanzando y el otro defendiendo sus chicharrones. Pero el negrito logró mear la comida y Juan Sacapinos se quedó muy preocupado.
En la noche, cuando regresaron los otros Juanes, le preguntaron por qué no les había llevado de comer. Fíjense que vino un negrito maloso que tiene orines de veneno y meó los chicharrones. Pues mañana me quedaré en la casa, a ver si a mí me orina la comida dijo Juan Vuelatejas muy enojado. Al otro día, mientras estaba friendo su comida, llegó el negrito. Quihubo ¿Ya estás haciendo otra vez tus chicharrones? Pues sí. Pero si vienes a mear la comida, no vas a poder. ˇJa! Seguro que sí. Y que se agarran a vuelta y vuelta. El negrito tardó más tiempo para mearlos, pero lo logró. Újule! ¿Y ahora qué les llevo de comer a mis compañeros? se preguntó Juan Vuelatejas. Al anochecer, llegaron los dos Juanes del trabajo y le preguntaron cómo le había ido con el negrito. Pues muy mal. Logró mear los chicharrones y por eso no pude llevarles de comer. ˇAh! dice Juan Majafierros, agarrando su machete Esto no se queda así. Al amanecer, Juan Majafierros se quedó en la casa. Estaba haciendo su fritanga, cuando vio llegar al negrito. ¿Qué buscas, negrito maloso? preguntó. Pues vengo a mearte los chicharrones. Te equivocas, a mí no me vas a mear nada. Claro que sí. Y ahí se ponen a correr alrededor, el negrito queriendo mear la comida y Juan Majafierros amenazándolo con su machete. De pronto, el negro se dio una arrimadita y meó los chicharrones. Juan tiró un machetazo y le tumbó una oreja. El negrito, desorejado, se echó a correr dejando un hilillo de sangre por donde iba. Juan Majafierros recogió la orejita y la guardó en su bolsa. Bueno, la guardaré como un recuerdo de tanta maldad que nos hizo este canijo. En la tarde, cuando llegaron los otros Juanes, Majafierros les explicó: Pues sí logró mear los chicharrones, pero yo le corté una oreja. Miren, ahí está la sangre, hasta podemos seguirlo. Sí, que no se nos vaya, al fin está chiquillo dijo Juan Vuelatejas. Al otro día, se pusieron a seguir el rastro de sangre. Y ahí van camine y camine. Tanto y tanto caminaron que casi perdieron la esperanza. De pronto, llegaron a un agujero muy grande y profundo en donde se perdía el hilillo de sangre. Entonces fueron por sogas al pueblo más cercano para poder descolgarse dentro del hoyo. Juan Sacapinos decidió entrar primero: Si les muevo la reata, me sacan luego luego, porque algo vi les indicó.
¿Quién es su marido? volvió a preguntar. Mire, váyase, porque mi marido es un toro bravo. Pues échemelo pa' fuera. También a él lo vengo a buscar. La princesa le habló a su marido. El toro salió bufando y Juan Majafierros lo degolló de un machetazo. Juan tocó a la siguiente puerta, de donde salió otra princesa. ˇAy, señor! ¿Qué anda haciendo por aquí si nunca nadie había venido? Vengo en busca de un negrito. Por aquí debe de andar pues lo vengo siguiendo por su rastro de sangre. Mi marido es una serpiente de siete cabezas, mejor váyase porque lo mata.
No te preocupes, ahorita las desencanto. Ya nos podemos ir porque ya maté a los maridos de tus hermanas y el negrito se fue. Las princesas se reunieron para salir y cada una le dio a Majafierros una mascada de diferente color. Con las reatas los Juanes fueron sacando a las princesas. Ya estando arriba, los Juanes exclamaron:
|