Las serenatas de antes y de ahora 
         
      
        
      
  
	  
 Pues fíjate que antes, los muchachos acostumbraban comprar diez centavos 
        de flores para intercambiarlas con las muchachas, durante los paseos que 
        daban todas las tardes. Todos, hombres y mujeres, daban vueltas alrededor 
        de la plaza con un ramo de flores cada quien. Cuando uno de ellos se acercaba 
        a la que más le gustaba, le decía: 
       ¿No me haces favor de cambiar esta florecita?
       Enseguida, la muchacha aceptaba el intercambio y los dos continuaban 
        su paseo, cada uno por su lado. Sí, aceptaba el cambio sin importar 
        que hubiera sido con un muchacho que no le gustara. Pero si la muchacha 
        había aceptado de buena gana el intercambio de flores, él le podía pedir 
        que los dos dieran una vuelta a la plaza. 
       También se tenían otras costumbres, como cuando un muchacho se acercaba 
        a la que le gustaba y le aventaba su serpentina o su puñito de confeti. 
        Pero luego se regresaba a la fila de hombres porque, si lo veían los policías, 
        hasta a la cárcel iba a dar con todo y multa. 
       Oiga, amigo decían los policías, vuélvase a su lugar. 
        No le insista a la muchacha. ¿Qué no ve que no quiere cambiar flores? 
       Don Apolinar Castañeda nos platicó que las serenatas no han cambiado 
        mucho. Esto fue lo que dijo: 
       "Las serenatas de antes eran casi igual a las de ahora. Allí el jardincito, 
        el pavimento y, alrededor, muchos arbolitos bajitos, eran naranjitos. 
        Nosotros, la muchachada, andábamos dando vueltas en el paseo, cortábamos 
        una naranja y nos la comíamos. Cuando llegaban los gendarmes, nos agarraban 
        a varejonazos. 
       Las muchachas caminaban para allá y nosotros al revés. Pero entonces 
        estaba más duro el asunto, porque había discriminación, ¿verdad? Todos 
        los señores ricos, tanto señoritas como hombres, daban la vuelta por dentro, 
        y todos los de sombrero ancho dábamos la vuelta por fuera. Si nos brincábamos 
        pa' llá algunos de nosotros, los pobres, nos echaban pa'fuera, a nuestro 
        lugar, no dejaban que nos revolviéramos. 'Ora ya no es así, porque todos 
        somos iguales, ¿verdad?". 
       Y, donde vives, ¿se hacen serenatas? ¿No? ¿Por qué no organizan una entre 
        todos los niños y jóvenes de tu comunidad?   |