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Así que fue a buscar a la cucaracha, quien seguro se interesaría en un lindo elote. No tuvo que caminar mucho para encontrarla. Amiga cucaracha, soy dueño de una milpa buenísima, ¿quieres comprármela? |
ˇSí! Aunque hace poco fue la siembra, las plantas ya alcanzan mi tamaño contestó el mentiroso conejo. Entonces, te la compro dijo la cucaracha y le pagó. Feliz con su dinero, el conejo se fue a buscar a la gallina. Cuando la encontró la convenció de comprarle su milpa. El conejo se topó después con el coyote y le ofreció su milpa, prometiendo que tendría los mejores elotes. El coyote aceptó el trato y le dio unas monedas. Sin saber qué hacer con tantas monedas, el conejo las guardaba cuando de repente apareció el cazador rifle en mano, y para convencerlo de que no lo matara, también le vendió la milpa. |
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ˇSí! ¿Dónde hay una? preguntó impaciente la gallina. El conejo señaló la cacerola y la gallina se avalanzó sobre ella. De un solo picotazo se tragó a la cucaracha, que no tuvo tiempo de correr. Apenas se estaba saboreando a la cucaracha, cuando el conejo vio venir al coyote y le advirtió: Gallina, escóndete pronto bajo esa caja o serás la comida del coyote gris. La gallina llegó hasta la caja y se metió bajo ella. En un momento, el coyote estaba junto al conejo. |
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Vengo por el maíz que me vendiste dijo el coyote. Si no lo tienes, te como. Sí tengo tu maíz, pero... ¿no prefieres una gallina fresca? preguntó el conejo señalando la caja. De una mordida el coyote se tragó la caja con todo y gallina, sin dejar ni una pluma. Mientras el coyote reposaba su almuerzo, el conejo distinguió a lo lejos la figura del cazador. |
Amigo coyote, deja tu descanso para después porque ahí viene el cazador y te va a matar. El coyote se levantó de prisa y se metió a la casa del conejo. Poco después llegó el cazador. Conejo, ha pasado mucho tiempo y no me has dado el maíz. ¿Será que me engañaste? preguntó el cazador. No, cazador. El maíz está bien guardado para ti; pero... ¿no te gustaría más cazar un coyote? |
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ˇClaro que sí! respondió el cazador. Entonces el conejo le enseñó donde se escondía el coyote. El cazador entró y de dos tiros mató al animal. Afuera de su casa, el conejo miró al cazador llevarse al coyote muerto sobre el hombro. ¿Ya no quieres tu maíz, cazador? El cazador le contestó: ˇCon cuero de coyote, quién necesita tener un elote! El conejo se quedó meciéndose tranquilo en su hamaca, a un lado de su planta de maíz, sin preocuparse de que alguien más se la quisiera quitar. |