Esa vez era de noche, con una luna clara y bonita y don 
        Pancho estaba en el baluarte, ya durmiéndose, cansado de esperar al venado, 
        cuando a poco ratito que va oyendo un ruidito y que va viendo que ya estaba 
        el animal bebiendo, y que le apunta con mucha puntería a donde tenía una 
        manchita blanca, abajito del codillo, al tiempo que decía: "¡Cuándo pa' 
        que se me vaya vivo!" y ¡paun!, que le tira, y don Pancho vio bien clarito 
        que le había pegado donde le había apuntado; pero vio que el venado se 
        fue corriendo y no cayó. 
       Al otro día se "jue ai mismo" otra vez, a ver si volvía a bajar el animal, 
        y sí, a poco ratito baja el venado y otra vez le apuntó bien a la manchita 
        y dijo: "Ora sí, ¡cuándo pa' que se me vaya!" y ¡puan! le volvió a tirar 
        y otra vez se le volvió a ir. Entonces don Pancho se fue a su casa ya 
        enojado y fue a convidar a un amigo de los "güenos pa'l venao" y ya le 
        dijo: 
       Amigo, ¿qué crees?, que me jallé un venao que tiene una manchita 
        abajito del codillo, y ya dos veces que me sale y le apunto allí y le 
        tiro y le pego en la manchita, pero corre y se va como si nada... 
       
      Pues vamos a ver si nos lo fregamos... ¡Vieja! échame unos chuchos 
        pa'irnos a trai un venao que tiene visto Pancho. 
       
      Luego ya se fueron al aguaje donde bajaba el venado. Al poco ratito, 
        pues que viene el animal aquel de la manchita.  
      ¡Déjame! le dice su amigo de don Pancho ora le tiro 
        yo. 
       Y con mucha puntería le apuntó al pescuezo y ¡paun! que le tira y que 
        cae el venado bien muerto. Cuando fueron a traerlo de donde había caído, 
        vieron que la manchita que le miraban era el cielo. Por eso, ¡cuándo lo 
        iba a matar Pancho!
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