Venía yo en la camioneta por el camino, muy en paz, cuando me hicieron
la parada unos hombres chiquitos. Apenas me detuve, que corren para el
monte, yo no quería seguirlos pero me llamaban, como que me atraían y
me fui siguiéndolos entre los árboles. De pronto pensé que aquellos hombrecitos
no eran de verdad, no me dije éstos son chaneques. Me quité
la camisa y me la puse al revés, porque si uno se voltea la camisa, los
chaneques no se acercan. Y así sucedió, se fueron, me regresé para la
carretera y cuando llegué a la camioneta: Ħah su...! Ħlas láminas de asbesto
estaban ardiendo!, era un incendio grandísimo, no supe qué hacer, me quedé
mirando ¿adónde iba a ir?
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