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En una mesa te puse
un grano de oro en un plato:
vi el sol, vide la luna,
lloré de ver tu retrato,
corazón, no seas ingrato.
Mascadita purpurina,
seda blanca y amarilla,
me aconsejan que te olvide,
¡pero cuándo vida mía!
Pedacito de listón,
pedacito de media vara,
te cargaría en la bolsa
para que nadie te hablara.
Soy constante y firme juro,
hasta el morir te amaré,
porque mi pecho es tan puro
como la flor de café.

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