III. DISTRIBUCIÓN DE LOS ORGANISMOS EN LOS OCÉANOS, COMO INDICADORES DE LAS GRANDES ZONAS OCEÁNICAS

LA CARACTERISTICA principal del medio oceánico es que se halla poblado en las tres dimensiones del espacio, es decir, a lo largo, a lo ancho y en profundidad, mientras la fauna y la flora terrestre sólo ocupan la superficie de los continentes, lo cual hace que la distribución de los vegetales y animales en el medio oceánico siga pautas muy especiales. La disposición de los organismos caracterizará a diferentes regiones del océano, y se puede observar que la mayor densidad y cantidad de organismos marinos se presenta cerca de los continentes o de las masas insulares, y que, también, varía esta cantidad de seres vivos en relación con su distribución vertical.

La región litoral es un acuario espléndido donde el observador de la naturaleza puede satisfacer su curiosidad, ya que la riqueza y variedad de los animales y plantas costeros compiten en diversidad con los que pueden vivir en otros parajes del mar. Es el litoral un escenario adornado de los más variados colores y matices, cálidos unas veces, suaves otras, y siempre impregnados por los delicados efectos de la iluminación acuática, que se produce al filtrarse los rayos del Sol a través del transparente tamiz de las aguas.

La región litoral es la zona marítima determinada por el nivel extremo de la marea alta o pleamar y el nivel de la bajamar, por lo que también se le conoce como zona intermareal; en ella se inicia la plataforma continental, quedando su piso dividido en las regiones: supralitoral, mediolitoral o infralitoral. Pueden encontrarse en esta zona rocas enteras en que la vida se representa por los mil armónicos movimientos de tentáculos policromos de anémonas, pomposos penachos de bellísimos anélidos que viven fijos dentro de tubos, brazos viscosos de pulpos que se esconden en las oquedades de las rocas, espinas aguzadas de erizos y estrellas de mar rojas, amarillas, anaranjadas y azules que se encuentran incrustadas en las grietas y hendiduras de estas rocas.


Figura 8. Zona intermareal.

El fondo de la zona litoral se encuentra tapizado por un bosque multicolor de algas que se unen en manojos intrincados, en forma de grandes láminas, o constituyendo frondas complicadamente recortadas, interminables masas gelatinosas o pequeñas esferas huecas; toda una enorme variedad de tipos vegetales que se mueven a la cadencia de los movimientos del mar. Estas algas presentan coloraciones características y se diferencian en tres grupos principales: las algas verdes llamadas clorofíceas, las algas pardas o feofíceas y las algas rojas o rodofíceas.

Las algas viven fijas en lugares iluminados y se distribuyen en diferentes estratos según su color. En algunas regiones del océano crecen de manera abundante, como es el caso del sargazo, alga marina que abunda en el Océano Atlántico al sur de las Bermudas, en donde las características topográficas y las corrientes marinas producen una región de calma relativamente estable conocida como el Mar de los Sargazos. Estas algas se desarrollan en cantidad suficiente como para permitir el crecimiento de una comunidad de animales que directa o indirectamente depende de ellas. Algunos de estos animales presentan un parecido asombroso con el color y la forma del sargazo.

Alternando con esta vegetación de algas se encuentran algunas plantas superiores del tipo herbáceo que toleran la salinidad marina, crecen sumergidas y tienen la capacidad de florecer y de intercambiar su polen bajo el agua. Estas plantas se fijan con sus raíces y son capaces de resistir el oleaje. Entre las de más amplia distribución están las zosteras y las talasias, que forman los pastos submarinos en las costas este y oeste de Norteamérica, en las costas atlánticas de Europa y en el este de Asia, Australia y Sudáfrica.

Estas praderas submarinas, formadas por las algas las zosteras y las talasias, contribuyen en gran parte a la producción de sustancias orgánicas en el océano y constituyen un hábitat protector para grupos característicos de animales, como los moluscos sin concha o babosas de mar, llamados nudibranquios, que desplazan su cuerpo blanco moviendo elegantes prolongaciones; por ejemplo: las "liebres del mar", que presentan en su cabeza largos tentáculos que nos recuerdan a las orejas de este roedor.

Entre las raíces de estos vegetales se encajan las fuertes conchas de otros moluscos llamados callo de hacha, por la forma de sus valvas.

Sobre las hojas de estos vegetales se pueden localizar a unos pequeños animales llamados hidrozoarios que se reúnen a través de sus propios tejidos para formar colonias, en las que se presenta una división del trabajo que no deja de tener remotas semejanzas con la que ocurre en las asociaciones humanas, en donde los distintos individuos desempeñan oficios o profesiones diferentes. En estas colonias, los pequeños animalitos llamados zooides están arreglados, unos, para poder capturar el alimento: los gastrozoides; otros, para defensa: nematozoides; otros, para la reproducción sexual, gonozoides; etcétera. En fin, las algas son lugar de refugio de vistosísimos crustáceos de formas muy diversas, así como de pececillos policromos herbívoros que se mueven activamente entre los vegetales.

Toda esta población acuática apenas se arriesga fuera de los bosques donde se cobija, y cuando realiza una pequeña correría no se aventura mucho por temor a los peces carnívoros que la acechan merodeando en torno de estas formaciones vegetales. Si alguno de los temidos perseguidores se presenta, puede observarse como la muchedumbre de crustáceos y pequeños peces se desbanda y cada cual busca, lo más pronto posible, el refugio que encuentre más seguro.

Al tomar un puñado de esta vegetación, lo más seguro es que con ella se capturen diversas especies de cangrejos, de cuerpo desgarbado, cuyas patas están especialmente acomodadas para sujetarse a los vegetales marinos y que presentan color verde muy parecido al de las plantas. Asimismo, se encuentran las arañas de mar: otros cangrejos pero de cuerpo pequeño y patas largas y torpes, que el animal mueve como incómodos zancos articulados. Los ágiles camarones, de cuerpo cristalino y transparente, se mueven entre las plantas para escapar de la amenaza continua de los peces.

Algunos lugares de fondo de esta zona litoral están cubiertos de arenas amarillentas o blanquecinas formando los engañosos desiertos de los mares; sin embargo, los animales también se las arreglan para poblar estas regiones, cobijándose y ocultándose de tal manera, que sólo la perspicacia de un naturalista o la astucia de un pescador los descubren. Este ligero manto de arena oculta cangrejos, camarones, pólipos, gusanos, anfioxos y peces como rayas, torpedos, lenguados, etcétera, que al pasar inadvertidos, acechan a sus posibles presas.

Esta zona se halla bajo la influencia de los cambios de la marea, el incesante trabajo del oleaje, las aportaciones de las aguas continentales, y las bruscas variaciones de temperatura y de composición química, por lo que ofrece gran diversidad de condiciones de vida y propicia que se reúna una enorme riqueza de especies, haciendo al litoral una de las regiones más pobladas y con diferentes tipos de vida del planeta.

Los límites de esta zona son muy difíciles de establecer: se encuentra definida hacia su parte superior por la franja más elevada que la marea alcanza durante la pleamar; sin embargo, se deja sentir la influencia de ésta por el húmedo impulso que llega más arriba de esta franja y los efectos de las salpicaduras del oleaje que alcanzan varios metros por encima de aquella artificiosa limitación. El ambiente húmedo y salino avanza hacia tierra adentro, sobre todo en los países tropicales, por lo que es difícil establecer hasta dónde se detienen los pobladores de los mares, que mandan sus avanzadas muy lejos de la orilla y hasta conviven plenamente con los seres de estirpe terrestre.

En las zonas altas de las costas rocosas viven los balanus o bellotas de mar, que están en el límite superior de la marea y por eso permanecen casi constantemente por encima del nivel de las aguas, lo que obliga a estos organismos a adaptarse a un nuevo género de vida. Estos pequeños crustáceos están encerrados en una especie de caja calcárea formada por varias valvas, que sólo se abre cuando están cubiertos por las aguas, tomando el oxígeno que necesitan para su respiración así como las pequeñas partículas que les sirven de alimento. La estructura del esqueleto calcáreo está tan maravillosamente construida que sus piezas ajustan de manera perfecta, logrando que el agua que capturan se quede en su interior sin que se evapore, y pudiendo, por lo tanto, vivir en lugares donde las aguas no llegan durante varios días.

Esta migración de organismos marinos hacia el continente se encuentra compensada por una en sentido contrario, y así se observa que el litoral es invadido por una vegetación que llega a introducir sus ramas en el agua del mar. En este sentido, nada comparable a la vegetación del manglar, típica de las regiones tropicales; las costas poco batidas por el oleaje, los apacibles estuarios, son invadidos por plantas adaptadas a soportar el régimen de las mareas mediante raíces dispuestas a modo de zancos, las que son refugio de multitud de organismos.

(a)


(b)


(c)

Figura 9. (a), (b), (c) Manglar. Fotografías cortesía de la Revista Técnica Pesquera



Hacia el mar, el límite de la zona litoral no es menos incierto en cuanto a la diversidad de organismos. En general, los oceanógrafos biológicos aceptan que en la pendiente suave que forma la plataforma continental se encuentra la mayor diversidad de vida del océano. El piso de la plataforma continental, que se encuentra ligeramente inclinado hacia alta mar, presenta las regiones llamadas: piso infralitoral y piso circalitoral y llega hasta una profundidad media de 200 metros.

Esta plataforma continental, por presentar organismos característicos tanto vegetales como animales, delimita lo que los biólogos marinos llaman provincia nerítica, la que, por su proximidad al continente y por su menor profundidad, muestra condiciones ambientales más variables en el tiempo y en el espacio, permitiendo que se encuentre en ella esta gran diversidad de formas vivas.

La provincia nerítica presenta abundante flora y fauna, ya que sus aguas tienden a ser más ricas, por contar con los nutrientes y porque la luz solar penetra en toda ella.

En esta zona, por la acción del oleaje y las corrientes, se acumula gran cantidad de nutrientes, lo que permite un rico crecimiento de algas zosteras y otros vegetales, que se refleja en un aumento de la vida animal. Muchas de las especies encontradas aquí no se localizan generalmente en otros lugares del mar o en aguas profundas; incluso el plancton, además de ser abundante, presenta gran diversidad: enjambres de larvas de crustáceos, de moluscos, de peces y de otros animales que constituyen una parte importante del plancton nerítico.

En los fondos de esta plataforma continental abundan los vegetales marinos, que dan refugio a animales como el camarón, la langosta, el abulón y otros, los cuales son de gran importancia para la pesca e inician la formación del llamado dominio bentónico.

En las aguas que cubren a la plataforma continental nadan peces que forman grandes agrupaciones llamadas cardúmenes, como es el caso de la sardina y de la anchoveta; sin embargo, estos organismos que se desplazan nadando pueden pasar de esta provincia nerítica a agua de mayor profundidad.

La plataforma continental termina donde se produce un brusco desnivel que conduce a los grandes fondos, llamado cantil o talud continental, cuyo piso está formado, en primer lugar, por las regiones batiales y abisales, las que todavía presentarán organismos que corresponden al dominio bentónico, como, por ejemplo, peces a los que se llama demersales, como la merluza. En segundo lugar, el piso forma la llamada llanura abisal, que se extiende hasta los 5 000 metros de profundidad, con condiciones de vida mínimas y que termina en las fosas y barrancos de los grandes fondos a una profundidad de 11 000 metros, en donde sólo se han encontrado bacterias.

En estas profundidades, las capas de agua actúan como un obstáculo insuperable para el paso de los rayos del Sol, por lo que no podrían existir vegetales, excepto las bacterias. La vida en tinieblas determina que los animales se acomoden a estas nuevas circunstancias. Al no tener quién produzca el alimento, los pobladores de los abismos no tienen otro recurso que devorarse unos a otros con ansia implacable y con cruel naturalidad. No se limitan, sin embargo, a este modo de nutrirse, ya que al desarrollar sus mandíbulas inferiores, formando bocas enormes, pueden recoger restos de organismos, tanto vegetales como animales, que caen desde la superficie para su alimentación.

Otra característica que llama la atención de estos habitantes de las profundidades oceánicas es que los peces desarrollan ojos de tamaño colosal, pero que no funcionan, y puntos luminosos en su cuerpo, como órganos fosforescentes, que destacan sobre los tonos oscuros y lúgubres de sus coloraciones, lo que les da el aspecto de personajes enlutados y pesimistas.

Sobre estas regiones batiales y abisales se localiza la llamada provincia oceánica en donde se encuentra, principalmente, vida animal con menos diversidad de formas, pero con mayor abundancia de individuos de una especie, formando el llamado dominio pelágico que presenta como principales zonas: la epipelágica, la batipelágica y la abisopelágica.




Figura 10. Divisiones del medio oceánico.

En la zona epipelágica se va a distribuir el llamado plancton oceánico, con una diversidad menor de especies que el plancton nerítico, y en este plancton dominan los representantes vegetales. En las otras zonas viven, fundamentalmente, peces que son capaces de trasladarse de un lugar a otro efectuando grandes migraciones y presentando reflejos plateados en la coloración de su cuerpo. También esta región oceánica está habitada por los grandes mamíferos marinos como son los delfines y las ballenas.

Asombrosa es la cantidad de vida que se encuentra en las extensas aguas del mar, así como la distribución de los organismos que caracterizan a las grandes zonas oceánicas. Magnífico espectáculo, maravillosa plétora de vida que el mar encierra; emoción profunda siente el espíritu ante las realidades que la naturaleza brinda. En el hombre de ciencia la emoción se controla y se canaliza, dándole una apariencia de frialdad, hacia cauces que tratan de investigar, valorar y medir de un modo preciso, los fenómenos que se suceden en este maravilloso mundo que es el océano.

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