CONTRAPORTADA

Hacia 1896 los famosos investigadores, Pierre y Marie Curie iniciaron sus estudios sobre el uranio y el torio que condujeron a dos resultados notables, 1) al descubrimiento de dos elementos, el polonio y el radio y 2) a encontrar que los elementos estudiados emitían, al desintegrarse, energía en forma de radiación. Marie Curie llamó a este fenómeno radiactividad. El conocimiento de este fenómeno —como ahora casi todo mundo sabe— permitió a los científicos adentrarse en una aventura que es, al mismo tiempo, maravillosa y terrorífica según el ángulo desde el cual se observe. Los científicos, al tratar de comprenderla, llegaron al descubrimiento de un mundo nuevo en el campo de la física que cambió radicalmente la concepción que el hombre tenía del universo que lo rodea. A la vez, y este es el lado oscuro del asunto, utilizaron el nuevo conocimiento para fabricar bombas nucleares.

El estudio de la estructura atómica de la materia ha llevado a una serie impresionante de descubrimientos. Ya en 1919 Rutherford propuso el llamado modelo nuclear del átomo, avance considerable si se tiene en cuenta que en el siglo XIX se consideraba al átomo como un objeto simple, compacto. Mas el avance ha sido vertiginoso: los cientificos se lanzaron a alterar el núcleo de los átomos con la esperanza de encontrar elementos nuevos y, al fraccionarlo, se dieron cuenta de la enorme cantidad de energía que almacena. Asimismo, comenzaron a localizar —aparte de radiaciones de tipos diversos: rayos alfa, gamma y beta— todo un zoológico de partículas cuya vida, en ocasiones, alcanza apenas fracciones de segundo.

Como se ve, el estudio de la radiactividad es de una amplitud considerable. "El propósito de este libro —dice la doctora Silvia Bulbulian— es el demostrar cómo una serie de experimentos efectuados a finales del siglo, pasado y que bien pudieron pasar desapercibidos, desencadenaron una serie de descubrimientos que llevaron al mundo, en menos de medio siglo, a la era científica más destacada de la historia."

Silvia Bulbulian estudió química en la Facultad de Química Berzelius y física en la UNAM, donde también alcanzó la maestría y el doctorado. Desde 1961 trabaja en la Comisión Nacional de Energía Nuclear, denominada ahora Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares. Trabaja en el Centro Nuclear de México, en Salazar y, a partir de 1970, se le encargó formar un grupo de investigación muy selecto en las áreas de química nuclear y radioquímica.

En la portada: Nucleo del reactor nuclear TRIGA MARK III en operación, Centro Nuclear de Mexico. Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.

Diseño: Carlos Haces / fotografía: Roberto Campos

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