CONTRAPORTADA

Cada segundo, entre diez y veinte rayos cósmicos, que en realidad son núcleos atómicos despojados de sus electrones, atraviesan nuestro cuerpo. De hecho, son visitantes del espacio, muchos de los cuales han recorrido distancias enormes hasta alcanzar nuestra Tierra. Aunque ya había sospechas sobre su existencia, fueron descubiertos oficialmente por Víctor Hess, a bordo de un globo, la mañana del 7 de agosto de 1912. A partir de entonces, los estudios sobre la radiación cósmica, sobre todo los relacionados con su composición química y distribución de energía, han producido resultados notables y han ayudado a conocer mejor la naturaleza de las gigantescas explosiones estelares a las que se llama supernovas que, desde tiempos inmemoriales, han preocupado a los hombres. Viejos registros chinos guardan memoria de algunas de ellas, en especial de la que a principios de este milenio dio lugar a la nebulosa conocida con el nombre de El Cangrejo.

La investigación sobre los rayos cósmicos, llamados también radiación cósmica, ha ayudado igualmente a conocer cómo se efectúa la síntesis nuclear en las estrellas; a descubrir algunas de las propiedades de nuestra galaxia, nuestro Sistema Solar y el Sol. Asimismo, el estudio de los elementos radiactivos producidos por el bombardeo de los rayos cósmicos sobre la Tierra, los meteoritos y la superficie de la Luna, ha proporcionado valiosa información sobre la historia de estos cuerpos. De este modo, la observación de los rayos cósmicos ha abierto nuevos campos en la rama de la geoastrofísica, puesto que los rayos cósmicos constituyen una herramienta muy útil para conocer las condiciones electromagnéticas del cosmos. De ahí el título de "mensajeros de las estrellas" que han dado sus autores a este libro.

"A lo largo de esta obra —señalan los autores— hemos querido abordar los distintos temas que propone el estudio de la radiación cósmica desde una perspectiva que permita dar una idea de cómo y cuáles han sido las formas en que ha ido evolucionando la investigación de los rayos cósmicos, y apuntar también las incógnitas que aún persisten o las que van surgiendo al resolverlas."

Javier A. Otaola obtuvo su licenciatura en física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y su doctorado en el Imperial College of Science and Technology de la Universidad de Londres. En la actualidad es Investigador A del Instituto de Geofísica de la UNAM, así como Investigador Nacional. José Francisco Valdez estudió física en la Facultad de Ciencias de la UNAM y se doctoró en el Imperial College de Londres, donde ha sido investigador visitante, lo mismo que en la Universidad de Kiel, Alemania. Es Investigador A del Instituto de Geofísica de la UNAM. Los dos investigadores han publicado un número considerable de trabajos científicos en México y el extranjero.

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