II. DIONISIO NIETO
De la amiba a la conciencia se asciende por una escala de llanto. Y esto que ya lo saben los biólogos lo discuten ahora los poetas domésticos y los juglares. L EÓN
FELIPE,
Antología rotaE
L DOCTOR
Dionisio Nieto nació en Madrid el 13 de marzo de 1908. Se doctoró en medicina en la Universidad Complutense de Madrid a los 24 años. Él mismo nos cuenta cómo, después de hacer el doctorado (su tesis fue "Lesiones cerebrales en la psicosis pelagrosa"), ese mismo año de 1929 ingresó como auxiliar de investigación en el laboratorio de Histología Normal y Patológica que dirigía don Pío del Río Hortega. Más tarde tuvo la fortuna de que la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas del Ministerio de Instrucción Pública de España lo becara para continuar sus estudios en Alemania. En 1931 ingresó en lo que actualmente se conoce como Max Plank Institut fur Psiquiatrie de Munich. Pero en aquel entonces era el Instituto de Investigaciones Psiquiátricas que había fundado Kraepelin cuatro años atrás. Fue esta la primera institución dedicada a la investigación psiquiátrica (enzarzada, comprometida, con la relación mente-cerebro) que se creó en el Mundo.Allí estuvo hasta 1933. Al mismo tiempo fue médico asistente de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Munich donde tuvo la influencia directa de los profesores Spielmeyer y Bumke. (Años después, en su laboratorio en México, nos transmitió las enseñanzas, sobre todo de Spielmeyer; con un entusiasmo admirable.) En ese año publicó un trabajo, muy original, describiendo un método para teñir el treponema pallidum (la espiroqueta de la sífilis) en la corteza cerebral de los pacientes que habían sufrido de parálisis cerebral. Su formación neuropsiquiátrica en Alemania fue completísima. En 1934, en el primer semestre, estuvo como médico asistente en la Clínica Universitaria de Berlín, con el profesor Bonhoeffer y en el segundo semestre en la Clínica Psiquiátrica, también Universitaria, de Marburgo donde tuvo la suerte de que le tocaran las enseñanzas, nada menos que del profesor Kretschmer.
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Figura 1.II. Dionisio Nieto en su juventud.
Fui su alumno en México de 1947 a 1954. Entonces me enteré que habíamos nacido en el mismo barrio madrileño (Atocha) y nos bautizaron en la misma iglesia (de las Angustias), ahora situada en una calle que creo, según me dijo él, se llama de la Batalla de Brunete (batalla que por lo visto unos y otros pensaban que la habían ganado). Nieto me aclaró que además de nosotros bautizaron en la misma iglesia a una eminente actriz de teatro y excelente declamadora, Ofelia Guilmáin.
Estando en segundo año de la carrera de medicina, en 1947, asistí a la clase de neuroanatomía que impartía Nieto. Allí oí por primera vez la palabra oligofrénico, refiriéndose a un alumno que pretendía hacer bromas pesadas e interrumpía la clase, amparado en el anonimato de la N (éramos más de 150 en el grupo), con chistes de mal gusto. Esta palabreja tuvo un impacto tremendo entre nosotros, tanto que hicimos una especie de club en el que ya no se usaba decir estúpido, imbécil o, como decíamos en México, pendejo; simplemente, levantando una ceja, decíamos ¡es un oligofrénico incipiente!, o, abreviando, un "oligo" con esto el tipo quedaba definido para siempre.
Nieto orientaba sus clases de neuroanatomía, relacionando constantemente la estructura nerviosa, con algún cuadro clínico neuropsiquiátrico, la corteza cerebral, con la enfermedad de Alzheimer y la parálisis general progresiva; el hipocampo y la amígdala del lóbulo temporal con la epilepsia y los trastornos de la memoria; la médula espinal con la tabes dorsal y la poliomielitis, etcétera etcétera.
Pero lo que hacía de Nieto un profesor excepcional era una especie de rudeza ante todo lo que fuera especulación sin base científica. En eso era inexorable. No he conocido a nadie con su capacidad de crítica.
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Figura 2.II. Dionisio Nieto en los últimos años de su vida.
Una tarde, después de una de las clases, fui a verlo y, como no se me ocurrió nada mejor, le dije que quería hablar con él, pues estaba algo indeciso sobre que ruta tomar en la medicina. Venga a verme a mi consultorio, me dijo.
Fui esa misma tarde, me recibió enseguida, y tal vez por ser también exiliado y viendo mi avanzada edad (26 años, cuando la mayoría de mi generación frisaba en los 20, pues terminé el bachillerato en 1937 y enseguida partí para el frente, uniéndome al Batallón Alpino o de Montaña en el Guadarrama) me preguntó qué había hecho antes de entrar a la Facultad de Medicina. Le conté cómo había trabajado en el laboratorio de análisis químico de una fábrica de acero en Orán, Argelia y de otra fábrica, ésta de cemento, en San Rafael del Sur, en Nicaragua. Cómo me había dedicado primero, al llegar a América, al fútbol y más tarde, a llevar un curso de técnico en higiene en el Instituto Nacional de Higiene en Managua, organizado y equipado por la Fundación Rockefeller. Le narré de qué manera, con un orden admirable, había aprendido a hacer primero el examen de orina, luego del excremento, más tarde de esputos y exudados, luego de sangre y, por último, de las reacciones serológicas. Le hablé con entusiasmo de la caza y clasificación de mosquitos y sus larvas en los lagos y esteros de Nicaragua, me escuchó con paciencia, me diagnosticó como solía hacerlo con todo el mundo (sin decir palabra y moviendo la cabeza como dándose la razón a sí mismo) y como única conclusión me dijo:
¿Por qué no viene mañana al Laboratorio? así de lacónico.
Al día siguiente fui y, no quiero ponerme cursi, pero mi vida cambió para siempre.
La mayoría de los estudiantes de biología o medicina de esas generaciones que se dedicaron a la investigación científica en México, lo hicieron en el campo de las neurociencias o de la cardiología.
Tiene importancia particular para seguir el curso de las neurociencias en la Universidad Nacional Autónoma de México, la creación del Instituto de Estudios Médicos y Biológicos en 1941. Con el objeto de dar albergue a un grupo de profesores españoles que llegaron a México desde 1939, se creó la Casa de España en México, que pronto se transformó en El Colegio de México. Éste propició e impulsó la creación del Instituto. Los fundadores fueron Rosendo Carrasco Formiguera, Isaac Costero, Ignacio González Guzmán, Gonzalo R. Lafora, Dionisio Nieto, Jaime Pi Suñer y Clemente Villaseñor. La nota de presentación del nuevo Laboratorio apareció en el primer número del volumen 1 del Boletín del Laboratorio de Estudios Médicos y Biológicos, de marzo de 1942. Dice así:
El Laboratorio de Estudios Médicos y Biológicos se ha creado bajo los auspicios de El Colegio de México y está destinado a estimular y desarrollar el trabajo científico en cualquier tema que esté relacionado con las Ciencias Médicas. Se halla instalado en la Escuela Nacional de Medicina gracias a la gentil acogida y a la hospitalidad brindada por su actual director Sr. Dr. don José Aguilar Álvarez. En el momento de iniciar sus actividades consta el laboratorio de cuatro secciones principales en las que se practican trabajos sobre citología, hematología, histología normal y patológica, fisiología, neuropatología y oftalmología experimental, e inicia, con este número la publicación de notas breves, en las que se recoge el resultado de las investigaciones en él verificadas. Su funcionamiento no hubiese sido posible sin la generosa donación que de su equipo ha hecho la Fundación Rockefeller y sin la amplia ayuda de quienes tienen un elevado concepto de la investigación y la cultura. Del doctor Gustavo Baz, bajo cuyo rectorado de la UNAM
se inauguró nuestro laboratorio y a cuyo impulso por toda obra noble tanto debemos; del licenciado don Mario de la Cueva, actual rector de nuestra Universidad, de quien hemos recibido amplísima ayuda y estímulo y del licenciado don Alfonso Reyes, presidente de El Colegio de México y honra de las letras hispanoamericanas, quien tanto cariño ha puesto a nuestra casa.La obra científica y cultural es, en esta hora del mundo, obra santa, y ojalá el porvenir de nuestra modesta institución no sea ensombrecido por la desgracia de los hombres ni azotado por las pasiones humanas. Los intelectuales españoles y mexicanos que trabajan en este Laboratorio, dejan en esta página inicial su agradecimiento muy cordial para quienes laboran por senderos paralelos.
Es muy significativo que en 1942, año aciago para la cultura en Europa, cuando los profesores que habían fundado las ciencias biomédicas, como tantos otros de otras especialidades, eran perseguidos y aniquilados u obligados a exilios involuntarios, se sembrara en México esta semilla de esperanza y que fuera precisamente en la
UNAM.
Para entonces ya existían en México el Instituto de Biología y el de Enfermedades Tropicales, donde se realizaba investigación en el área biomédica, pero poco en lo que entendemos ahora por neurociencias. Más tarde, con el traslado a la nueva Ciudad Universitaria, en 1953-1954, estas ciencias seguirían creciendo en el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos (que luego cambió de nombre por el de Instituto de Investigaciones Biomédicas, dirigido entonces por el doctor Guillermo Soberón) y comenzaría esta disciplina a desarrollarse en el Instituto de Biología, en la Facultad de Medicina y en la escuela de Psicología.
Los años cuarenta siguieron siendo claves para el desarrollo de las neurociencias en la
UNAM.
La segunda Guerra Mundial estaba en todo su apogeo y eran pocos los lugares en el mundo donde se pudiera llevar a cabo investigación fundamental biológica. La industria bélica absorbía todos los recursos humanos y materiales y comenzaron los movimientos migratorios que tan importante papel tendrían en la segunda mitad del sigloXX.
Los conocimientos de la neuroanatomía y la fisiología de los años anteriores habían resultado en la elaboración de una teoría, llamada "de la neurona" que establecía que las células nerviosas eran la unidad anatómica, trófica y funcional del SN. Comenzó a establecerse un nuevo concepto materialista-reduccionista del funcionamiento del cerebro, muy importante sobre todo en relación con la actividad mental y la conciencia. El investigador que consolidó esta teoría fue Santiago Ramón y Cajal, quien dedicó toda su larga vida a la descripción anatómica (acompañada de brillantes deducciones funcionales, ontogénicas y filogénicas) de todas las áreas cerebrales, siempre demostrando que las neuronas sólo se comunicaban por contactos (conocidos ahora como sinapsis) y que en ningún caso había continuidad entre ellas. También postuló la existencia de una polarización dinámica en las neuronas, es decir que siempre la conducción del impulso nervioso seguía la vía dendritas o soma-axon.En los años 40 y principios de los 50 eran muy escasos los estudios de posgrado en la
UNAM.
Los estudiantes de licenciatura teníamos contacto directo con los maestros que se dedicaban a la investigación, en los últimos años de las carreras, y mucho intervenía el azar en la decisión sobre que camino tomar. En cuanto a las neurociencias, las opciones eran bastante alentadoras, más que en otras disciplinas. Varios profesores se dedicaban a la investigación y no era muy difícil el acceso a sus laboratorios si se demostraba entusiasmo. El "filtro" era amargo. Consistía en, después de varias entrevistas, trabajar uno o dos años sin retribución ni posición académica alguna, haciéndola de mil usos y sometidos al más o menos tiránico dominio de los estudiantes más avanzados que habían llegado antes al laboratorio. Pero se aprendía mucho y muy directamente de los maestros. Los más notables de la época, en cuanto al sistema nervioso, fueron Perrín, Villaseñor; Rosenblueth, Nieto, Costero, Massieu, Del Pozo y Anguiano. Aunque muy jóvenes, pero ya con una línea de investigación propia fueron muy influyentes Ramón Álvarez-Buylla y Raúl Hernández-Peón.La neuroquímica (a cuyo inicio en la Universidad de Harvard tanto contribuyó otro español exilado, Jordi Folch) en la
UNAM
tuvo un brillante inicio en esos mismos años con la labor de Guillermo Massieu (1920-1985). Jefe de un laboratorio sumamente productivo en el Instituto de Biología, rodeado de aventajados discípulos, entre otros Herminia Pasantes y Ricardo Tapia, don Guillermo fue un pionero de la bioquímica del sistema nervioso, particularmente de la epilepsia. Tenía un espíritu lúcido y fue capaz de formar un grupo muy sólido de investigación. Cuando falleció Rosenblueth pasó a dirigir el Centro de Investigaciones y estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional(CINVESTAV)
y antes había sido director delIPN,
donde le tocaron los aciagos acontecimientos del 68.En general, repasar la historia de las neurociencias en la
UNAM
resulta muy ilustrativo. Nos enseña cómo una área de investigación puede crecer cuando alcanza una masa crítica y se logra un trabajo interdisciplinario adecuado.Hace poco tiempo, en 1990, la hija mayor del doctor Nieto, Adela Nieto, publicó a través de la Universidad Nacional Autónoma de México la tesis que hizo para lograr un doctorado en España, con el título de La obra científica del doctor Dionisio Nieto. En esta obra participan varios alumnos y colaboradores de Nieto y aparecen desde luego diversos artículos suyos. De éstos reproducimos algunos y extractamos otros; otro lugar ocupan las opiniones y recuerdos de sus alumnos, quienes participaron en uno de los actos dedicados a su homenaje, comenzaremos por estos últimos.
Alfonso Escobar, que fue tal vez su primer alumno en México, tras revisar brevemente su formación en España y Alemania nos cuenta:
Ya en México, en 1940, se incorpora inmediatamente al Laboratorio de Estudios Médicos y Biológicos de la UNAM.
Esta Institución, ahora Instituto de Investigaciones Biomédicas, había sido creada para, entre otras cosas, albergar a destacados científicos españoles. Nieto inicia allí los trabajos para fundar el Departamento de Neurología Experimental y Neuropatología. Consciente de los problemas de salud pública en México, uno de sus primeros estudios lo enfoca a las lesiones cerebrales en la psicosis alcohólica, e inmediatamente a dos de los problemas que le apasionaron a lo largo de su carrera científica: la neuropatología de la esquizofrenia y la neurocisticercosis.
Escobar nos cuenta como Nieto luchó, à outrance, contra las corrientes animistas y dualistas de la psiquiatría de entonces. Sus trabajos sobre las lesiones neuropatológicas en la esquizofrenia fueron mal acogidos por los partidarios de las teorías psicodinámicas de las psicosis. Eric Fromm, radicado en México, comenzaba su curso de posgrado en psiquiatría afirmando que las psicosis, sobre todo la esquizofrenia, aparecían en individuos en cuyos cerebros no se encontraba alteración alguna. Continúa Escobar:
El material neuropatológico lo obtiene del antiguo Manicomio de La Castañeda, el hospital psiquiátrico más grande del continente americano y en el cual Nieto obtiene también un puesto de trabajo, como jefe del Laboratorio de Análisis Clínicos. Esto le permite desarrollar uno de sus logros neurobiológicos: diseña una reacción de fijación de complemento para la neurocisticercosis humana, en el líquido cefalorraquídeo (LCR). Para esto ha sido necesario que se adentre en el conocimiento de las técnicas inmunológicas usuales en ese momento, que le permiten preparar el antígeno adecuado, diseñar una técnica para la titulación y estandarizar el método de la reacción. Hasta el momento esta reacción, que se conoce en nuestro medio como la reacción de complemento para cisticercosis de Nieto, constituye una reacción de simple ejecución, con una alta sensibilidad en diagnóstico hasta el 82 por ciento en el LCR y que resulta barata tanto en el material como en el personal técnico requeridos, y es la más utilizada en nuestro país, principalmente en el Instituto Nacional de Neurología y neurocirugía, donde el propio Nieto la introdujo desde su fundación en 1964. En la neurocisticerosis contribuyó al conocimiento de la historia natural del padecimiento, gracias a los estudios clínicos y neuropatológicos, que todavía en la actualidad son fuente de referencia. Todo esto nos lo cuenta Alfonso Escobar, en la actualidad investigador emérito de la UNAM.
Quien esto escribe fue alumno de Nieto durante 6 años. En el libro homenaje que se le dedicó al cumplir 40 años de labor en la
UNAM
escribí lo siguiente.
Cuando Dionisio Nieto bajó del barco que lo trajo junto con su esposa desde Europa al puerto de Veracruz, México recibía a un médico joven, al comienzo del tercer decenio de su vida, pero con un bagaje académico impresionante. Se había doctorado en medicina en la Universidad Central de Madrid, a los 24 años, en 1919 y como la segunda República española no fue promulgada sino hasta 1931 su título venía firmado por el entonces todavía rey de España, Alfonso XIII de Borbón. En los años 40 y 50 la psiquiatría mexicana se ve influida intensamente por el psicoanálisis. La Escuela de Psicología situada entonces en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM,
era dirigida invariablemente por psicoanalistas freudianos. En la Facultad de Medicina se crea un Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental, por los doctores Ramón de la Fuente y Alfonso Millán, ambos del primer grupo de discípulos de Eric Fromm en México. Este grupo ha tenido hasta la fecha la mayor influencia en los estudios de licenciatura y posgrado en psiquiatría, aunque ya con una orientación moderna neurobiológica y cognitiva. Nieto se mantuvo a distancia y se dedicó a la defensa de, una psiquiatría biológica, ayudando a la formación de una sociedad con ese nombre.
Veamos lo que nos relata otro de sus alumnos José Luis Díaz recordando su formación con Nieto:
Así describe a su maestro, José Luis Díaz, quien tal vez por la influencia de Nieto trabaja en la actualidad en problemas de la filosofía cognoscitiva incluyendo los aspectos mente-cerebro.
Otros alumnos insisten en los rasgos principales de la personalidad de Nieto ya mencionados. Gastón Castellanos, su colaborador por más de 30 años y que fue delegado de la Psiquiatría en la
OMS,
nos dice:
El maestro tuvo la satisfacción de ir a la vanguardia en la revolución psiquiátrica que marcó la introducción de los neurolépticos por Jean Delay y Pierre Deniker en 1952, de los cuales fue contemporáneo y amigo, en particular de este último, al igual que de Henri Ey y de su compatriota en el exilio, Julián de Ajuriaguerra. Lo mismo que otros ilustres profesores españoles que en esa época pasaron por Francia, fue acogido por la desinteresada y altruista gestión de Clovis Vincent en su servicio del Hospital de la Pitié, en París.
Un joven alumno, Emilio Julio Muñoz, madrileño (septiembre de 1938) investigador del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y médico de la
UNAM
(1970) y quien hizo su internado con el maestro nos cuenta:
Nieto, como hemos oído en repetidas ocasiones y relatado por muy diferentes alumnos, era una especie de trucha especialista en nadar sempiternamente contra la corriente. No es de extrañar que brincara con presteza e indignación en contra del movimiento de la antipsiquiatría que tuvo auge al final de los años 50. Examinemos algunas de sus reflexiones, publicadas en un trabajo titulado "Psiquiatría y antipsiquiatría" (Adela Nieto. La obra científica de Dionisio Nieto, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, pp 61-70).
Desde hace unos quince años ha aparecido un movimiento en distintos países, al cual se ha denominado antipsiquiatría porque sus autores niegan la existencia de la enfermedad mental como tal entidad médica, y consideran que la psiquiatría no representa en absoluto una rama de la medicina que tenga que tratar enfermedades, sino que lo que verdaderamente representa es un sistema de represión institucionalizada contra todas aquellas personas que se rebelan contra la estructura actual de la sociedad.
El maestro se plantea, en primer lugar, cómo surgió el concepto de enfermedad mental, de locura, en la humanidad y, además, si tal estado es propio del hombre o lo compartimos con los animales. En cuanto a esta última pregunta su respuesta es, sí. Proporciona datos de alteraciones de la conducta en animales que sugieren un estado de patología "mental" y da ejemplos en el perro la llamada histeria canina (running fits) que se puede provocar si los animales ingieren mucho pan blanco hecho con harina blanqueada con tricloruro de nitrógeno, algunos felinos y hasta insectos (arañas alimentadas con
LSD
) aquí podríamos agregar la llamada "neurosis experimental" provocada por Pavlov en sus perros al hacer muy difícil diferenciar un estímulo condicionado.En cuanto a la historia del concepto, Nieto hace una revisión verdaderamente magistral que revela su inmensa cultura y la larga permanencia de su interés por el tema. Niega que la locura sea el producto de una civilización determinada (como afirmaban algunos antipsiquiatras como Laing o Cooper) apoyándose en los estudios antropológicos modernos que han comprobado la presencia de alteraciones mentales en todos los grupos étnicos estudiados hasta ahora.
En relación con la antigüedad de la idea de enfermedad mental, de locura, dice Nieto: "Es increíble que se esté hablando en la actualidad, en forma aparentemente seria, de que el concepto de enfermedad mental, o de locura, ha sido inventado por los psiquiatras para establecer un sistema de represión. Y digo que es increíble porque esto representa una ignorancia verdaderamente asombrosa. No sólo en la historia de todos los pueblos, sino en todas las mitologías se habla de la locura." En las siguientes páginas del trabajo, Nieto hace una descripción magistral de la locura a través de los tiempos. Nos habla de Ulises fingiendo locura al uncir un caballo y un buey para arar las arenas de la playa y sembrando sal en lugar de trigo. Áyax perdiendo la razón y atacando a un rebaño de ovejas creyendo que eran sus enemigos (¿lo sabría Cervantes?).
Es también muy conocida la leyenda de las hijas de Proteo, rey de Argos, que prometieron no casarse nunca y, oponiéndose al culto de Dionisio, robaron oro de la estatua de Hera. La divinidad las castigó haciendo que se volvieran locas, se creyeron trasformadas en vacas y andaban por los bosques mugiendo. Proteo, muy afectado, mandó llamar al pastor Melampo, quien tenía fama ya entonces de curar la locura y a quien se atribuye el empleo del eléboro blanco para estos fines. Según se relata en las leyendas, el pastor hizo que tomaran el extracto de eléboro con leche y que fueran perseguidas por el bosque hasta que cayeran exhaustas. A ello siguió un baño en las fuentes de Arcadia. Es fama que de este modo se consiguió su curación. Es un bello ejemplo de la locura como maldición divina, y al mismo tiempo de enfermedad que podía ser susceptible de curación.
Podríamos agregar que esto también era algo de lo que el maestro Nieto estaba convencido, es decir, de la quimioterapia de las enfermedades mentales con sustancias que actúan sobre el cerebro. De la revisión que hace del concepto de locura o enfermedad mental en la antigüedad, tanto en las descripciones de médicos como de filósofos, queda bien comprobado que la noción de enfermedad mental estaba bien establecida desde hace muchísimo tiempo. Nos hace notar como en el final de la Edad Media y durante el Renacimiento existió una concepción demoniaca de la locura (eran los tristes tiempos del Malleus Maleficorum (El martillo de las brujas) de los dominicos Sprenger y Kraemer, Pero Nieto, siempre acucioso sobre lo que quería demostrar, vuelve su mirada hacia la España del siglo
XV,
y nos relata: "pero es necesario señalar que no se puede generalizar demasiado, pues naturalmente las cosas no ocurrían uniformemente en todos los sitios, ni en todos los momentos. En esa misma época de Sprenger y Kraemer, florecían las concepciones humanistas de Vives, Erasmo y Moro. Por otra parte a principios del sigloXV
se funda lo que puede considerarse el primer hospital psiquiátrico verdadero, el llamado 'Hospital de Ignocents, Folls e Orats' en Valencia, España, en 1409. Gracias a la generosa y afortunada iniciativa del fraile mercedario Juan Gilberto Jofré. Es de interés describir cuales fueron las circunstancias que motivaron su creación. En febrero de 1409, fray Juan Gilberto tiene a su cargo el sermón correspondiente a la primera dominica de cuaresma en la catedral de Valencia. Antes, al pasar por el mercado, tiene ocasión de observar que un grupo de gente maltrata a un pobre loco y se mofa de él. Interviene y protege al enfermo, reconviniendo a los que así actuaban. Impresionado por este espectáculo, durante el sermón se refiere a él diciendo: 'En esta ciudad existen muchas obras pías y de alto socorro, pero aún falta una: un hospital o casa donde los pobres inocentes y furiosos sean acogidos, un hospital donde semejantes locos inocentes se acomoden de manera que no deambulen por las calles y no puedan hacer daño, ni a ellos se les pueda hacer.' Estas palabras: motivaron que un grupo de mercaderes que oyó el sermón visitara a Jofré y se brindara a realizar la idea. De marzo a diciembre se construyó el hospital. El rey don Martín, el Humano, decretó el real privilegio constituyente del famoso hospital el 15 de marzo de 1410. Y durante el mismo sigloXV
se fundaron en España los manicomios de Zaragoza, Sevilla, Toledo y Valladolid."Después de hacer una revisión de la enfermedad mental a través de la historia, en la que repasa la obra de escritores como José Cruset (biógrafo de san Juan de Dios) y Calmeil y su obra La locura desde el punto de vista histórico, así como el más reciente de F. Ribadeau Duma La locura en el Poder publicado en París en 1966, donde se describen 31 ejemplares de reyes y gobernantes locos, desde Saúl hasta Hitler, Nieto nos dice:
La historia nos enseña, por consiguiente, que la locura ha existido siempre, lo mismo en reyes que en vasallos, en santos o en heréticos. ¿Por qué, entonces, se habla desde hace algunos años de que la locura ha sido inventada por los psiquiatras al servicio de las fuerzas represivas de la sociedad? ¿Qué sentido tiene esto y cómo se ha originado? Lo que se viene llamando actualmente antipsiquiatría comprende una serie heterogénea de formulaciones filosóficas, sociológicas, psicoanáliticas y antropológicas, según las cuales no existe enfermedad mental, o sea la locura como entidad médico-biológica verdadera. Es decir, el enfermo mental no es tal enfermo ni tiene que ver con la medicina. Foucault en su libro La historia de la locura en la época clásica, París, 1964, afirma que a través de toda la historia se comprueba que siempre que el individuo ha estado en desacuerdo con el orden establecido por la religión o el gobierno, se le declara loco, se le aísla, y solamente es puesto en libertad cuando reconoce públicamente sus errores. Foucault establece así una correlación entre las estructuras socioeconómicas y la evaluación psiquiátrica, confiriendo, por consiguiente, un sentido político a la locura. En 1969 las jornadas anuales de la asociación francesa llamadas La Evolución Psiquiátrica, fueron dedicadas a discutir y analizar la concepción ideológica sustentada por Foucault en su citado libro. Henry Ey, principal sostén de este grupo, invitó personalmente a Foucault para que participara en los debates, en vista de que la tesis de su libro implicaba una acusación clara contra los psiquiatras en el sentido de estar ejerciendo una función no médica, sino vergonzosamente represiva sobre el individuo que se rebelaba contra el orden establecido. Es decir, los psiquiatras serían según eso, simples esbirros del poder. En esta reunión se criticaron fundamentalmente y con objetividad tales concepciones sin que Foucault se dignara estar presente.
Se comprende la indignación de Nieto ante la actitud irresponsable de los antipsiquiatras, casi todos ellos psicoanalistas de formación dudosa y que indudablemente fueron una influencia perniciosa. Por fortuna la antipsiquiatría surgió en la época del principio de la quimioterapia, que cambió radicalmente el concepto de tratamiento de las enfermedades mentales, constituyendo lo que fue una verdadera revolución psiquiátrica.
Más tarde Nieto, en el mismo artículo, repasa la influencia en Inglaterra de Cooper y Laing, asombrándose (con razón) ante afirmaciones tales como que "la esquizofrenia es una reacción cuerda contra una sociedad enloquecida". Nos relata también como fracasaron los intentos de establecer casas donde se reunían unos cuantos enfermos sin ningún sistema reglamentado de convivencia, con prohibición absoluta de recurrir a tratamientos farmacológicos o médicos convencionales y donde cada individuo hacía lo que quería. Hoy podemos asegurar que la creación de tales refugios fue una experiencia desastrosa (así como la de Basaglia en Italia) "no habiendo representado otra cosa que un juego de niños extravagantes", como dice Nieto; quien después de revisar este movimiento en otros países, como
EUA
(sobre todo Hollywood) termina su artículo diciendo:
Todo este movimiento de la antipsiquiatría tiene perfiles de ignorancia gigantesca de la historia, por un lado; de anarquía patológica, por el otro y en conjunto se puede considerar como una verdadera epidemia de locura entre filósofos, psicólogos y médicos, ignorantes de lo que es la verdadera psiquiatría científica. Esta epidemia de locura o de estulticia es equivalente, aunque en otro sentido, a la cacería de hechizados de los siglos XVII
alXIX.
Los redentores actuales en un sentido contrario, pero equivalentes a las monstruosidades de Sprenger y Kraemer, alientan la violencia y la anarquía de los pobres enfermos en nombre de una apreciación de valores evidentemente equivocada.En definitiva, se puede concluir y concluimos que la locura existe y ha existido siempre, que no es un invento ni artificio, y hasta nos atrevemos a decir que es necesaria. Existe desde que el hombre es hombre, y aun desde antes, desde los más lejanos peldaños de la escala animal. Y otra prueba de que existe la tenemos en la llamada "antipsiquiatría" o "psiquiatría sociogénica", que no es más que una forma de locura verdaderamente delirante que sufre una serie de gentes, bien por una predisposición constitucional o por ignorancia gigantesca de la historia en sí y de la psiquiatría como tal.
Así acaba el maestro Nieto su artículo sobre el tema. ¡Es fácil comprender ahora por qué sus alumnos le aplicaron en ocasiones el adjetivo de "incómodo"!
A continuación transcribimos un artículo de Nieto que consideramos realmente seminal, escrito en los albores de la era de los psicofármacos y que provocó una amplia disputa en el medio psiquiátrico iberoamericano.
QUIMIOTERAPIA DEL DELIRIO DE CELOS
Neurología, neurocirugía y psiquiatría.
2: 26-36, 1961, México
El título de esta comunicación puede parecer a primera vista extraño, pero se ha elegido deliberadamente porque con ello se quiere significar muy especialmente un nuevo punto de vista que hasta ahora no había sido posible aplicar en el análisis psicopatológico de las ideas delirantes o delusiones.
Así comienza Nieto su artículo, después define y refiere diversos tipos de ideas delirantes, encuadrándolas en las reacciones "paranoides", que pueden aparecer en diversos cuadros psicopatológicos, tanto si ocurren como síntoma principal o como manifestación secundaria. Hace una distinción que considera esencial, entre aquellos delirios en los que se puede encontrar una causa psicológica y aquellos en los que esto no parece posible. Revisa los estados delirantes inducidos por los psicotrópicos que en esa época estaban tan de moda (anfetaminas, psilocibina,
LSD,
mezcalina). Llega a la conclusión de que la explicación psicogenética puede ser cierta en algunos casos (cita el Otelo de Shakespeare), pero hace hincapié en que muchos estados delirantes, sumamente rebeldes a la psicoterapia y al reconocimiento por el propio paciente, se deben más bien a un trastorno funcional bioquímico cerebral que a un factor psicológico.A Nieto le llamó siempre la atención que estas ideas delirantes se presentasen muchas veces como consecuencia de intoxicaciones. En efecto, estas ideas delirantes erróneas, que son imposibles o efectivamente falsas, pero que la persona las cree con convicción subjetiva y absoluta certidumbre, no siendo rectificables por la experiencia ni la argumentación lógica, pueden aparecer en diversas intoxicaciones.
Nieto estaba muy interesado en las reacciones paranoides inducidas por drogas y tóxicos, de las cuales había tenido ocasión de estudiar un gran número de casos, así continúa escribiendo:
...De la mayor importancia es el conocimiento cada vez más preciso que se va teniendo de las reacciones paranoides determinadas por ciertas intoxicaciones crónicas. Aunque hay muchas publicaciones importantes en este sentido se ignora el papel causal que desempeñan en la producción de cuadros paranoides. Como los del bromuro y los barbitúricos, donde la reación delirante se organiza sin trastornos apreciables en el campo de la conciencia, de la memoria o la capacidad intelectual. Lo mismo sucede con la intoxicación crónica con bencedrina (anfetaminas). Otras substancias como la Cannabis, la mezcalina, la dietilamida del ácido lisérgico y los hongos del grupo Stropharia y Psilocibes, desarrollan ideas delirantes junto a otras alteraciones sensoriales. El conocimiento de todas estas reacciones paranoides, en algunas de las cuales sólo se encuentran ideas delirantes relativamente estructuradas, sin trastornos sensoriales, puede proporcionar aclaraciones importantes en la interpretación tóxico-metabólica de estos trastornos.
Nieto eligió el delirio de celos como una modalidad de paranoia, llamándole la atención su semejanza con las ideas delirantes provocadas por intoxicaciones, y la dificultad que existe en ciertos casos en establecer la naturaleza primaria o reaccional del delirio, por lo que juzgó de interés dar a conocer seis casos clínicos de delirio de celos acentuado. Los tres primeros fueron tratados con psicoterapia antes del advenimiento de los psicofármacos; ninguno de ellos tuvo una reacción favorable. Una paciente acabó siendo lobotomizada, después de varios años de psicoterapia infructuosa y los otros dos no mostraron cambio en el contenido de sus ideas delirantes: "...Una de ellas continúa con su delirio de celos, piensa que el marido la engaña constantemente. Ha tenido que vivir con una de sus hijas, por temporadas. Esta enferma (S.R.) es observada periódicamente por espacio de dos años y su situación en cuanto a las ideas delirantes no se modifica. La convivencia familiar se deshizo, viviendo la enferma con una de sus hijas y el esposo con otra..."
Lo mismo sucedió con el otro paciente, un hombre (P.G.M.). Persona cultivada, buen lector. Nunca llegó a reconocer lo absurdo de su delirio de celos. La psicoterapia durante tres años no modificó en nada sus ideas delirantes y acabó abandonando su hogar, ante el asombro y sorpresa de los familiares.
A continuación Nieto expone otros tres casos (S.M. de G., P.M. de T.y M.l.C. de F.) también de delirio de celos, vistos en 1959. Estas tres pacientes del sexo femenino mostraban delirios profundamente enraizados, que como los anteriores casos no respondían a los esfuerzos psicoterapéuticos. Fueron tratadas con triflupromacina y clorpromacina, mostrando una remisión aceptable de su delirio de celos.
Nieto comenta lo siguiente: "Los tres primeros casos relatados constituyen ejemplos demostrativos de las dificultades insuperables que ofrecía el tratamiento de estos cuadros hace unos cuantos años. Puede afirmarse que, en general, no disponíamos de procedimientos terapéuticos de ningún tipo que permitiesen influir favorablemente en su evolución. Los tres últimos casos referidos enseñan, de una manera muy demostrativa, que esto ha cambiado radicalmente. El único elemento terapéutico que se ha añadido aquí ha sido la quimioterapia."
EL PROBLEMA CEREBRO-MENTE Y EL MISTERIO DE LOS DELFINES
Editorial Diana, México D.F., 1978.
Así tituló Nieto su último libro, publicado con su hija Adela Nieto como colaboradora, en un admirable gesto de apoyo paternal. En la Introducción podemos leer, entre otras cosas, lo siguiente:
[...] a lo largo de la historia se ha repetido, inexplicablemente, una gigantesca injusticia, que está representada por lo que pudiéramos llamar la "discriminación" del cerebro. En efecto, siempre que se ofrecieron pruebas de una relación entre los fenómenos mentales y el cerebro, o se rechazaron por irreverentes, o se subestimaron ante la majestad indestructible de los principios animistas... Pero lo que no se explica fácilmente es que siga pasando lo mismo en el presente y que se trate de ignorar lo que la investigación del cerebro enseña... Todavía hoy, grupos inspirados en el mismo principio de la magia oscurantista, que tanto daño causó al conocimiento científico, siguen sosteniendo que las enfermedades mentales no son enfermedades del cerebro y que las actividades psíquicas superiores no son susceptibles de explicarse en términos neurofisiológicos...
Nieto se planteó, como muchos otros científicos de la época, la necesidad de revisar el tema mente-cerebro a la luz de los nuevos descubrimientos de la neurobiología y la necesidad de hacer partícipes de esta labor a los filósofos y a los científicos de otras disciplinas. Para ello, comienza con un capítulo magistral sobre el aporte de los anatomistas europeos, sobre todo de Cajal, al tema mente-cerebro. En él desfilan Vesalio, Varolio, Broca, Nissl, Wernicke, Pierre Marie, Von Monakow, Pick, en fin todos los "localizacionistas", que mucho enseñaron sobre las funciones del cerebro. Describe la obra pionera de Francisco José Gall (1758-1828), que tanto revuelo armó con sus famosos mapas frenológicos en los cuales adscribía funciones psíquicas de lo más variado a zonas restringidas de la corteza cerebral, siendo muy criticado en su lugar de origen (Viena), teniendo que emigrar a París, donde tuvo éxito y publicó su libro monumental Anatomie et physiologie du Système Nerveux en général et du cerveau en particulier, en el que colaboró Spurzheim. Nieto revindica la labor anatómica de Gall y dice (p. 25). "A pesar de la fantasía exagerada, y de la falta de la fundamentación objetiva de sus concepciones, Gall debe ser considerado indiscutiblemente como el fundador intuitivo de la doctrina de las localizaciones cerebrales y, sobre todo, de la concepción de la mente como función del cerebro. Con menos fundamento perduró durante siglos la idea aristotélica de la inutilidad del cerebro, y no fue objeto de tantas críticas."
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Figura 3.II. Nieto con uno de sus últimos alumnos, el doctor Alfonso Martín del Campo, en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía en los años ochenta.
Este párrafo de Nieto, refiriéndose a Gall y a sus críticos, cobra actualidad cuando se relee a Sherrington y a Eccles, ambos extraordinarios neurofisiólogos, que, curiosamente, muestran resistencia a aceptar una tesis de identidad psiconeural, y se revelan dualistas. Eccles esboza una teoría (si es que a sus elucubraciones se les puede llamar así) en la que propone que la mente es una especie de "lector" incorpóreo, no localizable, insustancial que, quién sabe cómo, es capaz de averiguar lo que está ocurriendo en el hemisferio izquierdo del cerebro (véase Eccles y Popper, The Self and its Brain). No es de extrañar que muchos filósofos sean animistas y rechacen cualquier tesis funcionalista o de identidad, que implique al cerebro como órgano de la actividad mental.
Nieto nos hace ver la complejidad del problema. Repasa los estudios histopatológicos, como los de Nissl y Alzheimer, en un montón de enfermedades, como la parálisis general progresiva, las demencias seniles y preseniles, las oligofrenias etc., y la importancia que tuvieron para la teoría cerebral de las psicosis. Con gran penetración nos hace ver cómo el empeño en encontrar las alteraciones necesariamente en la corteza cerebral, hizo que durante mucho tiempo se pensara que en la esquizofrenia la más importante de las psicosis, no existía alteración cerebral alguna. Hasta que se emprendieron estudios subcorticales entre ellos y muy notables los del propio Nieto en los núcleos hipotalámicos anteriores.
En los capítulos 2, 3 y 4 hace una revisión del sistema nervioso en la escala animal, analiza el peso absoluto y relativo del cerebro y de la densidad de la población celular. En relación con este último punto nos habla de las células de axón corto como depositarias de los procesos de información y de memoria y nos dice que esto ya fue adivinado por Cajal en un importante trabajo publicado en 1902 y que se titulaba "Significación probable: de las células nerviosas de cilidro-eje corto", en el cual establecía lo siguiente:
En nuestro sentir, las células de axón corto son como unos condensadores o acumuladores de energía nerviosa. No conociéndose bien la naturaleza del movimiento nervioso, es difícil comprender cómo tales elementos aumentan la energía de las descargas. Con la mira, no de explicar, sino de imaginar el mecanismo de su acción, podrían compararse dichas células a condensadores eléctricos, o a baterías de pilas dispuestas en tensión y unidas por sus polos extremos a conductores (aferente y eferente) de gran longitud. La llegada de la corriente por una fibra centrípeta provocaría la descarga de las células de axón corto, la cual contribuiría a aumentar la tensión de los impulsos que corren por la cadena de los corpúsculos de axón largo. La cantidad de energía latente transformada así en fuerza viva, dependería de la intensidad de la conmoción recibida. En todas las acciones nerviosas que se realizan mucho tiempo después de las excitaciones de origen exterior (memoria, ideación, juicio, etc.) las referidas células irían cediendo sus reservas dinámicas hasta que, agotadas, sobrevendría la fatiga.
Nieto hace una revisión de la relación peso del cerebro con características mentales. Siempre con su espíritu crítico y su afán de imparcialidad describe el peso cerebral y la configuración de las circunvoluciones de hombres geniales, enfermos mentales, oligofrénicos, criminales y personas de diferentes grupos humanos, en estudios que aparecieron en el siglo
XIX.
Matemáticos famosos, filólogos, sabios biólogos, artistas de toda Europa fueron despojados post-mortem de sus cerebros, que se estudiaron minuciosamente. Los resultados, como es bien sabido no fueron concluyentes, pero Nieto nos hace el siguiente comentario, donde se revela, una vez más, su fino olfato crítico:
Juzgando las cosas con toda imparcialidad hay que reconocer que hasta el momento actual no se han descubierto rasgos en la morfología cerebral que puedan juzgarse como peculiares de genio o raza. Pero es justo proclamar que las investigaciones en este terreno no pueden considerarse en modo alguno como definitivas. Por un lado harían falta estudios comparativos en series suficientes con métodos adecuados, y por otro lado, aplicar un criterio definido sobre los rasgos morfológicos a estudiar, ya que éstos pueden ser innumerables. Aunque en la actualidad se habla con cierta ironía de los estudios que se realizaron en este sentido, como si hubieran estado desprovistos de fundamento y como si a priori se hubiera podido afirmar que eran estériles, dando por hecho que el cerebro tiene que ser igual en todos los seres humanos, no acertamos a encontrar la justificación de esta postura, ya que en términos de pura morfología si existen variaciones en la configuración de diferentes grupos humanos, ¿por qué no puede haber diferencias morfológicas en órganos internos? Que sea difícil llegar a captar estas diferencias no es lo mismo que excluirlas a priori.
La segunda parte de su libro la dedica Nieto al estudio de los delfines. Hace una revisión histórica interesantísima acerca de la relación de los hombres con los delfines, desde el Dionisio hijo de Semele de Homero, pasando por la maravillosa descripción que de ellos hace Plinio el Viejo, hasta los datos modernos de Jacques Cousteau.
A continuación describe el cerebro del delfín Stenella Graffmani de la costa mexicana del Pacífico. Aquí Nieto hace notar que la cisura interhemisférica de estos animales está cerrada en el tercio inferior de la cara anterior del cerebro. Encuentra que también este delfín carece de glándula pineal y de bulbos olfatorios y hace un cuidadoso estudio de la amígdala del lóbulo temporal, que es bastante voluminosa y que desde luego debe tener otra función que la olfativa. Discute sobre su posible papel en la generación del lenguaje de estos animales. Después de estudiar el cuerpo calloso y las áreas de asociación de la corteza cerebral y el cerebelo, Nieto llega a la conclusión de que en el cerebro del delfín se encuentran más desarrolladas las partes que caracterizan la encefalización en el hombre y más atrofiadas aquéllas que provienen de etapas filogénicas más antiguas. Aunque escrito un poco a vuela pluma, es recomendable la lectura de este libro de Dionisio y Adela Nieto sobre El misterio de los delfines.
LA IMPORTANCIA DE LA OBRA DE CAJAL PARA LA NEUROPSIQUIATRÍA MODERNA.6
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D
IONISIO
NIETO
Lo transcendente de las investigaciones de Cajal sobre el sistema nervioso no estriba tan sólo en haber concebido la doctrina de la neurona y en haber proporcionado las pruebas esenciales que la fundamentan. Junto a esto se encuentra una gigantesca labor de investigación, de perfiles sistemáticos, pocas veces igualada en la historia de la medicina, y que no ha alcanzado la difusión que merece, si se exceptúan los círculos especializados en neuroanatomía y en neurofisiología. Para dar una idea de la importancia de sus investigaciones, que están condensadas en su obra inmortal Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados, vamos a señalar algunos hechos que nos pueden permitir imaginar la magnitud de su esfuerzo.
El sistema nervioso se compone, fundamentalmente, de centros y de vías. Una agrupación de células nerviosas, más o menos numerosas, se llama centro, o, también, núcleo. Pues bien, en el sistema nervioso hay centenares de centros o núcleos. Lo que hay entre ellos, esquemáticamente hablando, son vías de comunicación que relacionan unos centros con otros. Por supuesto, existen vías que proceden del exterior del sistema nervioso, es decir, de los receptores, y llevan estímulos o informaciones, y otras que salen del sistema nervioso conduciendo respuestas o impulsos a los efectores (músculos, vísceras, etc.). Al estudiar microscópicamente un centro nervioso se encuentra uno con las células que lo integran, y con millares y millares de fibras nerviosas en las cuales no es posible adivinar, sin más, el sentido de la conducción de la corriente. De todas estas fibras, unas llegan y otras salen para dirigirse a otros centros. Saber cuáles son las que llegan y de dónde proceden, y averiguar cuáles son las que salen y adónde van, he ahí un problema de proporciones gigantescas a cuya resolución consagraron su vida muchos investigadores y Cajal entre ellos de un modo singular. Los métodos que se han utilizado para estudiar las conexiones anatómicas de los centros nerviosos han sido fundamentalmente cuatro: el método de las degeneraciones secundarias, el método de Gudden, la anatomía comparada y el método histogénico. Cajal realizó la mayor parte de sus investigaciones con este último procedimiento, que consiste en estudiar los centros nerviosos, con el método de Golgi, en fases tempranas de su desarrollo. En estas condiciones, las dendritas de las neuronas no están desarrolladas, y el axón está muy poco o nada ramificado, de forma que es posible sorprender su curso con más facilidad. De esta manera pueden determinarse las conexiones de unos centros con otros. Ahora bien, esto se dice muy pronto, pero su ejecución exige un trabajo incalculable, sobre todo si se estudian sistemáticamente, como hizo Cajal, todos los centros nerviosos. Pero téngase en cuenta, además, que él método de Golgi sólo proporciona coloraciones, y no constantes, en fragmentos muy pequeños de tejido nervioso, que hay que fijar especialmente. Así resulta que para estudiar un centro dado es necesario someter a fijación especial el fragmento de tejido nervioso donde está contenido, que el método de la impregnación deseada, y estudiar gran cantidad de cortes para observar la estructura y conexiones. Es preciso también, para establecer un juicio fundamentado, estudiar el mismo centro en el feto, en el animal recién nacido, en el animal de unos cuantos días y en el animal adulto. Pero, además, hay que estudiar estos mismos centros con otros métodos para poder formar comparaciones provechosas. Y esto lo hizo Cajal milímetro a milímetro en todo el sistema nervioso. Porque una investigación de este tipo en determinado paraje del cerebro o de la médula tiene mérito, valor e importancia relativa. Pero hacerlo en todos los rincones del sistema nervioso, como lo hizo él, representa una labor gigantesca, que sólo los que nos asomamos a estos problemas podemos apreciar en toda su magnitud. Puede decirse que son muy pocos los centros del sistema nervioso que han escapado a su estudio. Cuando en la actualidad se emprende una investigación sobre un determinado problema en esta esfera, lo primero que hay que hacer es ver qué dijo Cajal a tal propósito, pues muchas veces ocurre que se planea alguna averiguación que ya había sido esclarecida por él. Pero en esta ingente labor de Cajal no sabe uno qué es lo más importante, si lo meramente descriptivo, o lo interpretativo. Por un lado admiro su minuciosidad descriptiva y a veces se pregunta uno por qué enumera tantos detalles del curso de un cilindro-eje y de sus colaterales que parecen superfluos, hasta que después se comprueba que lo más insignificante en apariencia cobra una importancia inusitada en su interpretación. No sólo estableció el plan estructural del sistema nervioso con bases anatómicas firmes, sino que confirió a la textura la jerarquía funcional, al fijar la significación y relaciones de la mayor parte de los centros. La clarividencia de sus interpretaciones resalta ahora, con más vigor que nunca, si nos detenemos a considerar las modernas concepciones de la neurofisiología. Uno de los conceptos de más transcendencia introducidos en la fisiología del sistema nervioso es el de los circuitos neuronales cerrados de auto-re-estimulación, o mecanismos de Feed-back, que explican gran número de fenómenos neurológicos y mentales. Tales circuitos están dispuestos de forma que un estímulo que llega por una fibra aferente excita varias neuronas encadenadas, y el impulso que se origina en éstas, al salir por las eferentes, se deriva también por colaterales que excitan de nuevo eslabones de la misma cadena y provocan otra descarga del circuito, pudiendo repetirse esto indefinidamente, o bien hasta que la intensidad del estímulo se hace insuficiente para atravesar el umbral de las sinapsis. Estos circuitos cerrados, intercalados entre el estímulo y la reacción, pueden determinar una importante modificación en ésta. Generalmente intervienen en el sentido de hacer más precisa y adecuada la reacción, aunque en circunstancias anormales pueden perturbarla. Estos mecanismos de auto-re-estimulación se han comparado a los dispositivos de control automático en las máquinas, uno de cuyos ejemplos más antiguos es el del regulador de la máquina de vapor de Watts, y los más modernos el radar y las armas que buscan su propio blanco. Con base en estas concepciones de la neuroanatomía, de la neurofisiología y de los controles de las máquinas, Wiener, Rosenblueth, McCulloch y Pitts han desarrollado su atrayente teoría de la "cibernética". Según Stanley Cobb hasta el momento en que esta teoría fue promulgada no se había explicado de un modo razonable la memoria en términos fisiológicos. Wiener ha formulado una explicación de un tipo de memoria en la gran calculadora electrónica. Todo esto constituye un cuerpo de doctrina que sugiere especulaciones del más alto interés, pues, como dice Stanley Cobb, hasta la teleología recibe una fundamentación científica, ya que representa un mecanismo que permite una conducta intencionada. Limitándonos al sistema nervioso, la existencia de estos circuitos cerrados de auto-re-estimulación ha sido demostrada por Lorente de Nó desde un punto de vista anatómico y fisiológico, concretando lo que había sido postulado por Forbes bajo el concepto de circuitos reverberantes. Sin embargo, creemos nosotros que es precisamente Cajal quien describe por primera vez estos circuitos en la corteza cerebelosa y en la corteza cerebral, y no sólo los describe histológicamente, sino que ya esboza en su interpretación la importancia fisiológica que esto podría alcanzar. Reproducimos la figura 447 de su libro (Fig. 1) donde se esquematiza uno de estos circuitos en el cerebelo. Y como lo esencial en estos circuitos son las células de axón corto, transcribimos las reflexiones que hace a propósito de la significación de estos elementos: "Sin embargo, un análisis cuidadoso de las conexiones de estas células en todo los centros nerviosos (bulbo olfativo, retina, cerebro, asta de Ammon, fascia dentata, cerebelo, cuerpo estriado, etc.), nos ha persuadido de que, sin perjuicio de cumplir con el cometido de difundir las corrientes (por lo menos en algunos casos) dichos elementos desempeñan también alguna otra función más importante. En un reciente opúsculo, en el cual se examinan las dificultades de la cuestión, damos por verosímil que las citadas células representan, ante todo, generadores y acumuladores de energía nerviosa. La llegada de la corriente por una fibra centrípeta provocaría la descarga de los elementos de axón corto subordinados, la cual contribuiría a acrecentar la tensión de los impulsos circulantes por la cadena de las neuronas de axón largo. La cantidad de energía latente así transformada en fuerza viva dependería, por una parte, de la intensidad de la conmoción recibida, y por otra del número de corpúsculos de Golgi interesados en la descarga. En todos aquellos actos nerviosos que representan, en último análisis, respuestas o reacciones tardías a los estímulos exteriores (memoria, ideación, juicio, etc.), o en aquellos otros en los cuales hay evidente desproporción entre la debilidad del excitante y la intensidad y extensión del reflejo motor (coordinación automática de la marcha, salto, defensa, etc.), los centros encargados de producirlos contienen un gran número de corpúsculos de axón corto (cuerpo estriado, cerebro, cerebelo, tálamo óptico, etc.). En cambio, tales elementos faltan casi enteramente en la médula espinal y bulbo, centros cuyos reflejos son débiles y de escasa duración, y exigen para alcanzar cierto vigor, la insistencia y desusada energía de los estímulos." Después añade otros argumentos atinados sobre la significación especial de estas células integrantes de los circuitos, por ejemplo, que en los animales inferiores faltan, que van haciéndose más numerosas a medida que se asciende en la escala animal, hasta llegar a constituir en el hombre uno de los caracteres más salientes de la estructura de la corteza cerebral. Por consiguiente, Cajal ya interpretaba estos circuitos, integrados por los elementos de axón corto, como los depositarios de la memoria, que es lo que la neurofisiología moderna formula con más acopio de datos experimentales. En la fecha en que Cajal afirmaba esto, 1901, e incluso hace unos cuantos años, tal aseveración podía parecer de una audacia peligrosa. Ahora no nos parece así, y se conocen hechos, además de los citados, que acentúan la posibilidad de que los elementos de axón corto representan acumuladores y estén vinculados al proceso de la memoria. Los experimentos sensacionales de Penfield estimulando la corteza cerebral del lóbulo temporal humano en operaciones cerebrales practicadas con anestesia local en enfermos epiléticos intratables médicamente, vienen a demostrar que los recuerdos se registran de alguna manera en el tejido nervioso. En efecto, en numerosas intervenciones quirúrgicas, estando el enfermo plenamente consciente, al estimular eléctricamente algún punto de la corteza temporal, se evoca en su mente una escena vivida por el sujeto anteriormente, con toda clase de detalles y con una sensación asombrosa de estarlo viviendo otra vez. Es decir, el sujeto no sólo recuerda una serie de acontecimientos que fueron vividos por él en otro momento, sino que hasta tiene la impresión de que se están desarrollando los hechos como si se produjeran verdaderamente, dato, éste, que los diferencia de la simple evocación espontánea. Al cesar la estimulación termina también, instantáneamente, la evocación. Si se estimula otro punto se desencadenan otras evocaciones diferentes, y si se repite la estimulación sobre el mismo lugar suelen presentarse los mismos recuerdos. Esto tiene una importancia extraordinaria, pues permite suponer, por lo menos en principio, que los recuerdos quedan grabados materialmente en la corteza, o almacenados de alguna manera en las estructuras corticales. A la luz de estos datos experimentales, la hipótesis de Cajal de que los elementos de axón corto podrían funcionar como acumuladores y en relación con el proceso de la memoria, adquiere una probabilidad innegable.
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Figura 4.II. Carta de sir Martin Roth dando el pésame por la muerte de Dionisio Nieto, en marzo de 1985.
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Figura 5.II. Foto de don Santiago Ramón y Cajal, tomada en Madrid el 1 de mayo de 1922 y que fue publicada en ocasión del centenario de su nacimiento, en la revista Archivos Mexicanos de Neurología y Psiquiatría, dirigida por el doctor Ramón de la Fuente.
Al conmemorar el centenario de su nacimiento hemos creído de interés señalar unos cuantos aspectos de su obra que demuestran la permanencia y la actualidad de sus concepciones. Nos ha parecido que éste es el mejor homenaje que le podíamos rendir.
Hasta aquí, algunos datos biográficos y escritos de Dionisio Nieto, profesor emérito de la
UNAM.
Exiliado español, neurohistólogo, neuropatólogo, neurólogo, psiquiatra psicofarmacólogo.Señalaremos, dentro de la extensa bibliografía de Dionisio Nieto los 10 trabajos que consideramos de la mayor importancia.
Nieto, D. "Ueber ein einfeches Verfahren zur Darstellung von Spirochaten in einzelnen schniten." Klinische Wechenschrift, 12:1775, 1933.
Nieto, D. y A. Caso. "Sobre la producción experimental de la encefalitis diseminada." Bol. Inst. Estud. Méd. y Biol. (Méx.) 2: 39-44, 1943.
Nieto, D., A. Fernández-Guardiola y C. Guzmán-Flores. "Cortisona y regeneración nerviosa periférica." Bol. Inst. Estud. Med. y Biol. (Mex) 9:83-89, 1951.
Nieto, D. "Cysticercosis of the Nervous System: Diagnosis by Means of the Spinal Fluid complement Fixation Test." Neurology, 6: Octubre de 1956.
Escobar, A. y D. Nieto. "The Role of Copper in Mental Disorders." Bol. Inst. Estud. Méd. y Biol. (Mex). 15: 159-170, 1957.
Nieto, D. "Psicosis Experimentales: Efectos psíquicos del hongo Stropharia Cubensis de Oaxaca." Neurol. Neurocir. y Psiquiat, 1: 6-16 1059.
Nieto, D. "Quimioterapia del delirio de celos." Neurol. Neurocir. y Psiquiat, 1: 29-36, 1961.
Nieto, D. y A. Escobar. "Major Psychoses". En: J. Minckler (compilador) Pathology of the Nervous System. McGraw Hill Nueva York Vol. 3. Chap 189, pp. 2654-2662.
Nieto, D. y A. Escobar. "Stress". En: J. Minckler (compilador) Pathology of Ihe Nervous system. McGraw Hill Nueva York vol. 3, 1971.
Nieto, D. y A. Nieto. El problema cerebro-mente y el misterio de los delfines. Diana. México, 1978.
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