Baranda I

Baranda I


ENTRE 1857 Y 1870, LOS HECHOS POLÍTICOS en Campeche eran como un juego de la fortuna. Los hombres participaron en un lance que, aparentemente seguro, al final resultó incierto; pero las circunstancias hicieron afortunado a Pablo García y quitaron del medio a Santiago Méndez. El grupo creador de la entidad, disgustado con los Baranda, no tardó muchos años en sufrir las represalias cuando el joven Joaquín, de no más allá de una treintena de años convertido en influyente liberal, orador y abogado de empuje, sacó del territorio a los fundadores del mismo; promovió el juicio de responsabilidad que bajó del gobierno estatal a Pablo García e impidió que el vicegobernador se levantase con el poder, desconociéndolo a través del Congreso local del 19 de junio de 1870, en que se declaró a Salvador Dondé gobernador interino.

El campo de la política estatal quedó libre pues Dondé procedió a gestionar nuevas elecciones para que se concluyera el periodo de García, que debía terminar el 15 de septiembre de 1871. No hubo duda de quién sería el candidato: Joaquín Baranda, a quien le dispensaron el requisito de edad señalado por la Constitución, pues exigiéndose 35 años para ostentar el cargo, le disculparon cuatro años y medio que le hacían falta. El 11 de diciembre los comicios le favorecieron y el 6 de enero de 1871 llegó a tan elevado cargo un gobernador joven que ya había sumado méritos que hacían vislumbrar la consolidación de un grupo de poder. Inspirado en la frase "El gobernante que se aísla, ni cumple con su deber, ni puede contar con el apoyo de la opinión pública", Baranda se dedicó a recorrer la entidad no solamente para conocer los problemas, sino también para ser conocido y establecer alianzas con los hombres influyentes de las diversas regiones, ya que pocos meses más tarde se convocaría a nuevas elecciones para cubrir el cuatrienio del 15 de septiembre de 1871 a igual fecha de 1875.

El porfirismo no logró seducir a diversos grupos, y el pronunciamiento de La Noria provocó cierta rebeldía en el Carmen y Bécal, donde intentaron volver a instalar en el gobierno a Pablo García. El peligro hizo necesario suspender las garantías individuales el 28 de noviembre, pero la revuelta no prosperó y los motines fueron controlados, según anunció desde Calkiní el propio gobernador Baranda el 26 de diciembre. Las cuestiones políticas eran preponderantes, pero otros acontecimientos también ocurridos en ese lapso tuvieron más adelante repercusiones económicas, como por ejemplo el hecho de que Sixto y Pedro García llevaran al estado, procedente del Petén, la semilla de jipi que producía la paja para los sombreros que comenzaron a tejer su fama internacional. Al mismo tiempo, en las tierras del Camino Real se comenzó a poner mayor interés en el henequén, que ya había adquirido importancia en los mercados extranjeros. En 1873 se dijo que esta planta de la península estaba promoviendo su nombre en el extranjero y que su producción estaba estimulando el comercio en Mérida. Los hacendados se preocupaban por propagar su cultivo, por lo que no sería dificil que en años subsecuentes el partido de Calkiní se beneficiara de las ganancias que producía, que si bien es cierto que eran importantes, también había que esperar un tiempo considerable para que la producción se lograra. Consecuentemente, se llevó a cabo del 5 al 20 de mayo de 1875, y por primera vez en el estado, la Exposición de Productos Agrícolas, Industriales y de Arte en la ciudad de Campeche.

Baranda era un joven político capaz de saber hacia dónde iban a soplar los vientos nacionales, y tuvo la satisfacción de disfrutar las mieles del poder. También cultivó las ciencias jurídicas y educativas, y daba la impresión de que se estaba preparando para desempeñar la responsabilidad que le asignó el Porfiriato: secretario de Justicia e Instrucción Pública durante más de tres lustros. En su segundo periodo gubernamental consolidó la codificación y expidió en 1874 la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, y se apresuró a reglamentarla para que pudiera practicarse y no quedara, como otras leyes, sin aplicación, convertida apenas en una declaración de principios teóricos irrealizables. La empresa fue difícil por obra de la ignorancia, pues no faltó quien, aduciendo el amor paternal, se resistiera, por creer que la autoridad iba a sustituir un cariño que únicamente al padre correspondía brindar, pero "una escuela en cada lugar en que haya más de 100 habitantes es el mejor monumento que pueda legar a sus sucesores la administración presente al terminar su existencia constitucional".

Como culminación de su obra, el 25 de octubre de 1875 Baranda estableció la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria.


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