Cátedra por gobierno

Cátedra por gobierno


Al cabo del sexenio, el catedrático universitario, doctor en derecho Alberto Trueba Urbina (1955-1961), apoyado por la CTM que ya dirigía el líder obrero Fidel Velázquez, sustituyó a López Hernández e inauguró una época singular y, desde luego, controvertida. Utilizó imaginación y palabras, ya que no dispuso de un presupuesto que le permitiera la realización de grandes obras. Hombre de letras, patrocinó ediciones históricas. A él se debe el intento de establecer un medio informativo local, con el propósito de que no circulara la información del estado en las páginas de un periódico impreso en la ciudad de Mérida; así consiguió que se fundara El Espíritu Público, con el mismo nombre que utilizaron para su periódico los fundadores del estado a mediados del siglo XIX. También expidió la Ley Orgánica de la Universidad de Campeche, a la que dio la autonomía, y emprendió las jornadas para ganarle tierras al mar y sanear la bahía, donde drenajes y desechos, en la canícula, envenenaban el aire de la ciudad. La obra fue en principio criticada y objeto de innumerables sátiras, pero el tiempo la justificó, ya que en esa zona se edificaron casas, hoteles y edificios sobre 231 200 metros de terrenos que se denominaron Campeche Nuevo.

En 1958 señaló como problema demográfico el que en la gran extensión territorial de 56 067 kilómetros cuadrados, la población fuera apenas de 150 000 habitantes. Con todo, era el mayor productor de maíz en la península y comenzó a elevar su captación apícola, que ascendió a 3 600 000 kilogramos de miel de la mejor calidad. El chicle agotó los bosques, pero los recursos marinos comenzaron a ser importantes. El final de su gobierno terminó de manera inusual, pues, inconforme con la designación de su sucesor, el coronel José Ortiz Ávila, se negó a estar presente en la ceremonia de transición y, días antes del 15 de septiembre de 1961, llevándose documentos oficiales, se fue a Mérida y ahí abordó un avión comercial de Pan-American rumbo a los Estados Unidos. Entregó el cargo el secretario general de gobierno, José Dzib Cardoso.

El escándalo tuvo eco nacional, fue un acontecimiento sorpresivo y, probablemente único. Trueba regresó a México a las pocas semanas y, en una rueda de prensa, explicó que su ausencia no implicaba ninguna violación constitucional, que se había llevado los documentos oficiales con el objeto de que no fueran alterados y usados en su contra. Recordó que el presupuesto que manejó fue de los más pobres del país, de 6 000 000 al principio y 8 000 000 al final, sin aumento de impuestos. Molesto, temperamental, añadió que la maldad empleada en su contra era evidente, y que no había dispuesto de los sueldos de los empleados públicos, como comprobó la Legislatura del estado; todo era causa de políticos perversos. Las diferencias con su sucesor ocuparon durante varios años las columnas de algunos periódicos, en los que sostuvo una frase que se aplicaba a sí mismo y repetía con frecuencia: "el poder marca". Finalmente se desvaneció el hecho y el maestro volvió a su cátedra de derecho laboral, para recordar una frase de Romain Rolland: "He luchado ... he sufrido ... he creado".


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