La reconciliación y el máximo auge


El largo gobierno del colimense Miguel Ahumada (1892-1902) apaciguó ánimos políticos entre terracistas y pachequistas, aunque no eliminó las fuentes profundas de malestar social. Las facciones políticas, con la intervención del presidente Díaz, llegaron a un compromiso que evitó grandes confrontaciones. Sin embargo, el poderío económico de los Terrazas no podía quedar al margen del poder. A lo largo del periodo de Ahumada se hicieron esfuerzos diversos para propiciar un acercamiento entre Luis Terrazas y el presidente Díaz. La reconciliación tan esperada llegó en 1903, cuando Terrazas, a sus 73 años, ocupó la gubernatura por última vez. De esa manera, se hizo más evidente que nunca el carácter del modelo porfiriano basado en el enriquecimiento ilimitado de las élites, que además ocupaban los cargos públicos, desde donde manejaban la cosa pública de acuerdo con sus intereses. Lo público y lo privado se unían de manera inequívoca para favorecer a las élites: en este caso, a Terrazas y su clan cada vez más rico. En otros lugares del país, como Tlaxcala, este modelo no era del todo evidente.

Terrazas había tenido 14 hijos y todos ellos escogieron cónyuges entre miembros de familias adineradas y de prestigio: Creel, Sisniega, Luján, Márquez, Falomir, Cortázar. De ahí que se haya acuñado el término "clan Terrazas". Algunos hijos y parientes políticos resultaron buenos para los negocios, como Juan Terrazas y sobre todo Enrique Creel.

Este último mostró grandes cualidades para los negocios. Hijo de un cónsul norteamericano en Chihuahua, Creel se casó con Ángela, la quinta hija del general. Y el matrimonio beneficiaría grandemente a ambos, pues Creel aportó su sentido empresarial (que rebasaba fronteras) y Terrazas aportó su enorme fortuna para que su yerno moviera el capital de la mejor manera posible. Esa conjunción se hizo más evidente cuando Creel ocupó la gubernatura en agosto de 1904, sustituyendo al anciano terrateniente, quien había obtenido una licencia. Su habilidad empresarial, su lealtad al régimen y el dominio de la lengua inglesa lo llevaron hasta la Secretaría de Relaciones Exteriores en 1910.

Esta primera gubernatura de Creel tuvo lugar en el periodo de máximo auge económico chihuahuense, así como de la máxima integración entre intereses oligárquicos e intereses gubernamentales. La economía chihuahuense crecía a ritmos acelerados desde 1899 y así lo haría hasta 1906. La inversión extranjera continuaba llegando. La American Smelting and Refining Company (ASARCO) construía la gran fundidora de Ávalos y en Boquilla se daban los primeros pasos para construir una enorme presa de almacenamiento para instalar la hidroeléctrica que alimentaría las plantas mineras; esta obra fue concluida en 1915. En Parral, la riqueza de Pedro de Alvarado y su mina "Palmilla" asombraban a propios y extraños. Las finanzas públicas mostraban un gran incremento, aunque había una tendencia creciente del gobierno al endeudamiento bancario (con bancos de los Terrazas). Las ciudades vivían el auge de la obra pública: parques, monumentos, penitenciarías, presas y demás obras para agua potable, escuelas, hospitales; la electricidad se extendía a usos inimaginables como el transporte urbano y el alumbrado público. Era terreno ideal para los negocios. En 1907, ya en franco romance político entre el clan Terrazas y el presidente Díaz, Creel ganó las elecciones para ocupar la gubernatura durante el periodo 1907-1911. Don Silvestre Terrazas, un pariente lejano de don Luis, cuestionó desde su diario El Correo de Chihuahua, fundado en 1899, la capacidad legal de Creel para ser electo, porque se decía que era hijo de un diplomático norteamericano en funciones. Pero nadie hizo mayor caso.

El optimismo de Creel lo llevó a impulsar un proyecto para la población tarahumara. Mediante su ley para el mejoramiento de la raza tarahumara de 1906, el gobernador propuso un sistema semejante al de las reservaciones norteamericanas para "hacer entrar al indio en la marcha del progreso". Creel parecía asombrado de que en medio de tanta prosperidad hubiera sectores tan marginados como este grupo indígena.


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