Si el panorama económico y social ha estado en plena efervescencia, el pulso político también se vino acelerando. Los años y sus circunstancias no pasaron en balde. Don Pablo Silva García, gobernador al que le tocaron los años del cambio (1967-1973), tuvo empero la suerte de que, concluida su gestión, podía sentarse como cualquier hijo de vecino en una banca del Jardín Núñez. Aquellos tiempos ya se fueron. Todo empezó a ser distinto.
El primer síntoma apareció con su sucesor. El gobernador electo Antonio Barbosa Heldt, según fuentes oficiales, se suicidó el 18 de septiembre de 1973. Cuando al día siguiente la noticia alcanzó a todos, en la boca del estómago de Colima dolía el estupor y creció la duda. En medio de un clima intenso de rumores, fue designado gobernador interino todo un caballero: el doctor Leonel Ramírez García, quien sabía compartir el despacho con la consulta a sus pacientes.
Pronto llegó su relevo. El Congreso elegía para ocupar el poder Ejecutivo a Arturo Noriega Pizano (1974-1979). Aquel régimen tuvo varios efectos. Para empezar la cuenta, el descrédito de su protagonista: tanto es así que pocos vecinos recuerdan que algunos de los parques y jardines más bellos que tiene la ciudad de Colima se deben a don Arturo cuando fue su alcalde. Si continuamos la cuenta, la capital provinciana perdió durante meses la calma: el gobernador tuvo que hacer frente a graves enfrentamientos con un sector emergente en la Universidad de Colima, que a partir de entonces adquirió fuerza y presencia en el mercado del poder político hogareño.
Cuando le llegó el turno al centro, éste tomó su decisión: una mujer, por vez primera, ascendía al cargo de gobernadora en la historia del país y, por supuesto, de Colima (1979-1985): Griselda Álvarez. Ésta se impuso la tarea de abrir espacios a la mujer. A partir de entonces la mujer fue adquiriendo importancia en Colima, en todos los niveles.
A medio camino de su gestión acontecieron las elecciones generales de 1982, con un repunte nacional tanto en la participación de los partidos como en el número de votantes. En esta oportunidad, Colima figuró entre las seis entidades con mayor porcentaje de participación y el abstencionismo se retrajo a 12% del padrón. De hecho, sobre el total del padrón electoral, que ascendía a 170 791 electores, votó 88% y el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
obtuvo 136 139 votos, diferencia muy notable con los votos emitidos en favor de los diputados federales y locales (95 846 y 95 425, respectivamente).
Hay quienes vieron con sorna estos números. Sin negar que los necios fanáticos hayan dudado de la buena voluntad de la feligresía y, con motivo de pararse el cuello ante el centro, echaran con gusto más boletas de las debidas en las urnas electorales, es indudable que en esta ocasión hicieron el gasto inútilmente. No debe olvidarse que el candidato oficial a la presidencia de la República era Miguel de la Madrid Hurtado, hijo de esta tierra, lo cual despertó gran interés entre sus paisanos por la cercanía humana y los indudables beneficios que habría de traer a la entidad.
Retornó a Colima Miguel de la Madrid en una segunda visita fugaz para solicitar el voto de sus paisanos a mediados de junio de 1982.
APA
5. División política de Colima. Dibujo basado en José Rogelio Álvarez, coordinador, Enciclopedia de México, tomo III, México, Enciclopedia de México-SEP,
1987, p. 1650.A los comicios para la gubernatura, diputaciones federales y locales, se uniría en noviembre la renovación de los ayuntamientos. En cuanto a las primeras, a punto de graves conflictos en el Interior del PRI
por las simpatías que despertaba a la sazón el alcalde de Colima Carlos Vázquez Oldenbourg frente a quien resultó el mero bueno Elías Zamora Verduzco, que había sido alcalde por Manzanillo, hay que sumar el interés de la oposición que manejó el impacto de la carestía y en general de la crisis económica como su principal espada electoral. En total, fueron registrados siete candidatos a gobernador.
Con respecto a las elecciones de 1979, las cifras daban el cambio de tono. El abstencionismo redujo sus márgenes a 38.6%. Por Elías Zamora votaron 96 438 electores (78.03% frente a 44.4% obtenido seis años atrás por Griselda Álvarez), pero los diversos candidatos a gobernador de la oposición sumaron un total de 15 311 votos (mientras que en 1979 sumaron poco más de 60 00), número que con claridad indicaba cómo al interior de la sociedad colimense las opciones políticas iban apenas abriéndose paso. Con respecto a las diputaciones, el interés de la ciudadanía mostró también diversas aristas interesantes. Por un lado, el abstencionismo fue mayor: más de 48% de los votantes hizo caso omiso de expresar su voluntad. Tanto Acción Nacional como el PRI v
ieron crecer sus bonos aumentando sus porcentajes, y sorpresivamente el Partido Popular Socialista (PPS)
y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST)
superaron en 5% los votos para sentarse en las curules locales de mayoría relativa.
Los comicios municipales de aquel año también polarizaron el interés por varios motivos: ante todo por la reforma al artículo 115 constitucional, promovida con gran sentido político por el presidente Miguel de la Madrid. Entre otros efectos se establecía que en todos los municipios, independientemente del número de sus habitantes, los vecinos podrían elegir a los miembros de su cabildo mediante el principio de representación proporcional. Otra causa que no hay que desdeñar es que, en el interior del PRI,
se hizo el experimento de convocar a elecciones internas para elegir candidatos en los 10 municipios. La respuesta de las bases partidistas fue entusiasta, acudiendo en forma masiva a expresar su preferencia entre las diversas candidaturas en juego (dos al menos en cada municipio). Se pretendía así dar finiquito al reto del abstencionismo. Lógicamente la disciplina vertical halló obstáculos y las tentaciones de ruptura proliferaron.
Llegado el día de estos comicios, el PRI
superó a la oposición con el triunfo en los 10 municipios, lo cual ya era repetitivo. Lo peculiar de los resultados asomó por otras ventanas: contrariamente al fenómeno que se había venido contabilizando de que estas elecciones despertaban un menor interés en la ciudadanía y por tanto su abstencionismo crónico era mayor, ahora más de la mitad de la población con derecho a voto emitió el suyo (51.4% frente a 48.9% de 1982 y 36.8% de 1979). En segundo lugar, la suma de votos registrada por los partidos de oposición se situó en 9.54% (cuando en 1982 fue de 6.88% y en 1979 de 1.44%). Tercero: por primera vez en los últimos años aparecía dando la batalla una coalición política: Pueblo Unido, que estuvo formada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
y el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Partidos de nuevo membrete se estrenaron en la campaña electoral de 1988. Las inclemencias económicas y el malestar social cobraron su cuota en julio. El PRI,
con su candidato Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), obtuvo 47.8% de la votación total, seguido por la coalición encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas (35.7%); en tercer lugar quedó el Partido Acción Nacional (PAN)
de Manuel J. Clouthier, que sumó 14.8%. Por tanto, la oposición tuvo un extraordinario repunte sumando un total de 52.2%. Por primera vez en la historia política posrevolucionaria de Colima, la oposición superaba en votos al partido oficial.
Los resultados de estas elecciones de julio de 1988 hicieron creer que los comicios municipales habrían de ser muy competidos. Las coaliciones volvieron por sus fueros en todos los ayuntamientos en mayor o menor cuantía: en Armería, Colima, Comala, Coquimatlán, Cuauhtémoc, Ixtlahuacán, Minatitlán y Tecomán, una; dos en Manzanillo y tres en Villa de Álvarez. Los partidos se esforzaron por tener presencia en cada una de las cabeceras, aunque sólo el PRI
colocó sus hombres en todos los palenques. La votación fue significativa. En primer lugar, los priístas sufrieron otra vez recio castigo: apenas 20.60% de los votos emitidos, la cuota electoral más baja del periodo estudiado; el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (FCRN)
que se estrenaba en la lid estatal, se irguió como la segunda fuerza electoral de la entidad, con 3.88%) de los votos, el PAN
bajó a un tercer lugar y el Partido Demócrata Mexicano (PDM),
el Partido Mexicano Socialista (PMS),
el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM)
y el PRT
pasaron sin pena ni gloria. El total de puntos que la oposición sumó repitió el rango de 1988: 9.54% de los votos pero notablemente menos a las cifras alcanzadas en las elecciones de julio de ese año. El abstencionismo fue sin duda el vencedor, con casi 70%.
Por último, en 1991, al tiempo que se renovaban el Legislativo Federal y el Congreso local, en Colima se citaba a la ciudadanía a elegir gobernador y a comicios municipales. En esta ocasión el panorama electoral cambió. El PRI,
en plena euforia de renovación, volvió a ensayar la consulta directa de las bases para seleccionar a su candidato a gobernador mediante elecciones internas. Los contendientes fueron Socorro Díaz Palacios, originaria de Coquimatlán y personaje prominente en los círculos políticos de la capital federal, y Carlos de la Madrid Virgen que, desde los tiempos de Griselda Álvarez, había trocado la notaría por el quehacer político y acababa de pedir licencia como presidente municipal de Colima.
Por primera ocasión, coincidieron las municipales con las elecciones para gobernador, diputados locales y federales y senador. En la balanza de los votos municipales, el abstencionismo se retrajo y las fuerzas políticas se repartieron el pastel: el PRI
recuperó terreno (42.56%), el PAN
aumentó su puntaje (9.48%) colocándose en segundo lugar nuevamente, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD),
con 7.15%, ocupó la tercera plaza. De una u otra forma, la oposición avanzó para alcanzar 22.81%. La presencia de los partidos opositores se ha ido consolidando por la representación proporcional, capitalizando cada día un mayor caudal de votos. Dos fenómenos por observar: en la ciudad de Colima el PRI
cosechó su mejor victoria y en el puerto de Manzanillo por poco se suelta un tigre.