El colmo de la violencia


En plena guerra ocurrió el relevo político en nuestra entidad. Con tal de mantener cierto control, el presidente aceptó que una vez más se impusiera el candidato gomista: Alfredo Zárate Albarrán, joven y simpático hijo del sur, que con habilidad había saltado de vigilante de cantina a una silla de diputado, luego a una de senador y, finalmente, el 16 de septiembre de 1941, a la de gobernador.

La jovialidad de Zárate Albarrán lo inclinaba a aceptar los festejos de que era objeto a raíz de su encumbramiento. A uno de ellos concurrió el 4 de marzo de 1942. Entre los invitados se hallaba Fernando Ortiz Rubio, sobrino del ex presidente Pascual y miembro de la legislatura del propio estado. Sintiéndose agraviado por el flamante gobernador respecto a unos negocios recientes, Ortiz Rubio sacó su pistola en pleno banquete e hirió al mandatario, quien moriría a los cuatro días. Así culminaban varias décadas de "barbarie política".

José Luis Gutiérrez quedó al frente de la entidad. Ávila Camacho, fortalecido por la alianza con los Estados Unidos y por su campaña de unidad nacional, aprovechó la coyuntura para liquidar al gomismo, que se había convertido en feudo casi intocable junto con los cacicazgos pueblerinos, que ya ofrecían más problemas que soluciones. El escogido para gobernar el estado tenía raíces mexiquenses, pero ahora venía de lejos: Isidro Fabela, el ministro de Carranza y diplomático de La Haya, nacido en Atlacomulco en 1882.


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