"Reconozco que no hice por la agricultura en la proporción que estimo haber hecho en otros ramos de mis deberes gubernamentales." El propio Del Mazo explicaba así la situación y ponía de relieve que la multiplicación de caminos y escuelas en medios rurales servía a la agricultura.
El ejido ya constituía la mayor parte de tierra laborable, pero se arrastraba
la falta de técnica y crédito. Los ejidos
no pudieron llegar a absorber la capacidad de trabajo de los ejidatarios, sino que, cuando más, han llegado a ser un complemento de la actividad de los mismos y, en muchos casos, hasta un mero suplemento, es decir, que se trabaja en el ejido cuando no se tiene otra cosa que hacer fuera de él.
Los fondos comunes no se utilizaban en técnicas de cultivo ni en crédito para la producción. En muchos casos, esos fondos contribuían a la obra escolar pero, en otros, se esfumaban como dispendios injustificados.
Por todo eso,
el ejido no había cambiado la condición de salariaje de los campesinos respecto a su condición de peones de la antigua hacienda. El jornal que ésta le daba o le da es lo que percibe el ejidatario por su trabajo en la parcela, sin la intervención del hacendado. Evidentemente que no fue éste el objeto de la Revolución Mexicana.