9. "Aquí no hay imperio sino muchas lenguas"

9. "Aquí no hay imperio sino muchas lenguas"


Los pueblos del occidente difícilmente pudieron constituir un reino, pues los obstáculos naturales (las sierras) hicieron casi imposible a tales naciones un estrechamiento conveniente a sus relaciones culturales. La diversidad de lenguas y prácticas religiosas prueban que tampoco se logró unificación espiritual; no experimentaron el impulso y fuerza que los aztecas y los tarascos tuvieron para las guerras de conquista.

Por todo lo anteriormente expuesto entendemos que la rudimentaria agricultura y la absoluta ausencia de una verdadera comunicación les impidió formar una monarquía fuerte, capaz de sujetar pueblos y obtener obediencia. Eso no está mal por un lado, pero tampoco significa paz, ya que las luchas entre los grupos eran el pan de cada día. Tan sólo notamos en casos fortuitos un entendimiento para defender sus intereses contra un enemigo común, aunque continuaban después su vida normal con pequeños señoríos y caudillos sobresalientes en rancherías y poblados secundarios.

Por lo que podemos saber, nuestra región, al llegar los conquistadores españoles, seguía independiente de los imperios azteca y tarasco. Estaba constituida por un gran número de pueblos y aldeas que se agrupaban alrededor de varios centros. Los dos más importantes eran Xalisco y Aztatlán, gobernados por sus príncipes. Con Xalisco tenían alianza los pueblos de Tepic, Pochotitlán, Huaristemba, Jalcocotán, Zoquipan, Zacualpan, Jaltepec, Jaltemba, Mazatlán y Otros más, así como el importante pueblo de Ahuacatlán, que tenía sus propios gobernantes y controlaba a su vez Ixtlán, Cacalután, Mexpan, Zoatlán, Xala, Jamulco, Tequepexpan, Tetitlán.

El dominio de Aztatlán se extendía hasta Culiacán y comprendía Zentispac con sus pueblos (Ixcuintla, Mexcaltitán, Acatlán) y Acaponeta con los suyos (Tecuala, Acayapam, Chimapán, Tzapotzinco).

Los agricultores de los valles y de la costa aprovechaban la feracidad de estas tierras y lo favorable del clima para las siembras de maíz, frijol, chile, camote y muchas frutas. El cacao, el venado de sus bosques, la pesca en el mar, en los ríos y en las lagunas, así como la sal de la costa, les permitía hacer gran comercio con los serranos, deseosos de adquirir sal y pescado seco. Cultivaban algodón, lo hilaban y tejían para sus vestidos blancos o colorados; para su adorno usaban caracoles y conchas, perlas y piedras pulidas, también el oro y la plata en busca de los cuales vendrían los españoles. Trabajaban el barro y la madera, el tule y el carrizo para hacer la loza, los muebles, los petates, canastos y otros objetos de la vida diaria como los conocemos hasta la fecha. Tenían como armas el arco y las flechas, macanas, cuchillos y espadas de pedernal y se protegían con escudos y chalecos (corazas) de madera, tule y algodón tejido.

Eran muchos y ricos los pueblos de fas regiones de Aztatlán y Acaponeta. Sus habitantes eran de los más civilizados y muy valientes. Conservaron su independencia a pesar de las guerras permanentes con sus enemigos eternos, los serranos. Su última victoria tuvo lugar pocos años antes de la llegada de los españoles.

Habitaban la sierra las tribus principales de huicholes y coras, que frecuentemente emprendían guerras con los vecinos de abajo, los cuales en ciertos casos se confederaban, por ejemplo, para defenderse de los serranos, pero también se hacían la guerra unos a otros. Centispac alguna vez se alió con los serranos contra Aztatlán y Acaponeta.

Cuando vinieron los españoles a nuestra región encontraron coras, huicholes, tecos, torames, huaynamotas, chichimecos, tepehuanes, jalisciences y otros que hablaban muchas lenguas: mexicano, tepehuan, cora y sus dialectos (muetzicat, teacuacitzica, atenaca, huichol, colotlán, tecuexe, tequecano, etcétera).

Cincuenta años después de la conquista española, la situación seguía muy complicada. El cuadro siguiente lo redactó en 1587 Antonio de Ciudad Real, secretario del padre Ponce, franciscano de visita en México.

NAYARIT

Acaponeta pinutl o pinone, quachicanuquia, guacnuquia, quarinuquia, iruzanuquia, naarinuquia, neuxinuquia y mexicana. Hay un pueblo y en los demás de aquella guardianía siete leguas o siete diferencias de lenguas y son la que siguen: pinutl o pinome, quachicanuquia, guacnuquia, quarinuquia, iruzanuquia, naarinuquia y neuxinuquia, pero la mexicana corre en todos ellos y en ella se le predica y algunos de ellos se confiesan (LXXXII)
Acualixtempa
Ahuacatlán 
pinome xuchipilteca y mexicana [cazcán y náhuatl] Los indios de Ahuacatlán tienen la misma lengua que los de Jala y llámase xuchipilteca porque debe ser la misma que tienen los de Xuchipila, [Zac.], pero no obstante esto los más de ellos entienden y hablan la mexicana y en ella se confiesan y se les predica, y aun entre ellos moran algunos mexicanos de los que fueron con los españoles cuando la conquista (LXXXIV).
El Pescador [por Ozomatlán]
Huaynamota
iruzanuquia y quarinuquia cora (OB) Son dos lenguas diferentes una de otra (LXXXIII). Hubo en el convento dos frailes lenguas mexicanas (LXXXII), y Ponce llevó a otro nauatlato en lengua mexicana (LXXXII). Al sur de Huaynamota están los zayabecos, los cuales comen carne humana y tienen por cacique a un hombre belicoso y gran hechicero. Al suroeste están los chichimecas llamados coras, cuya lengua es la de Centipaca. Al este están los uzares, unos mil hombres, los cuales comen carne humana y no tienen adoración común sino cada uno elige el ídolo que quiere y le aplica aquéllo que más le inclina su naturaleza. Al oeste está provincia de Tepeque repartida entre dos principales, uno valiente, el otro gran hechicero, los cuales acaudillan a los chichimecas guachichiles cuando salen a saltear (LXXXII).
Jala xuchipilteca [cazcán] Son de habla xuchipilteca o de Ahuacatlán, pero entienen la mexicana y en ella se confiesan y se les predica (LXXX).
Jalisco tecual [cora] En la guardianía hay otras dos lenguas, una es la uayanamota y otra se llama pinome. Los indios usan el traje de los mexicanos y la indias en vez de uaipile traen unos como capisayos con dos puntas o picos largos, uno atrás y otro adelante. (LXXXII).
San Felipe
Aztatlán
Santiago Ixcuitla
Santiago Tecomatlán
pinome o pinonuquia pinutl Chichimecas en la sierra (LXXXII).
Santíspac pinutl o pinonuquia La lengua materna y natural de aquel pueblo y de otros muchos de los de aquella guardianía que están a la banda del norte se llama pinutl o pinonuquia y esta misma dicen que es la de los coras y coanos y auynamotecas, pero en otros pueblos, que son los que están en la costa, hablan de lengua naarinuquia y en los unos y en los otros se habla y se entiende la mexicana; solamente en un pueblo hay una lengua peregrina (LXXXII)
Tequepexpan lengua de los de Jalisco [Nay.] [cora]

FUENTE: Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y documento de las grandezas de la Nueva España, UNAM, 1976, tomo I: CXXII, CXXIII, CXXIV.

Esa división en multitud de tribus belicosas tenía que facilitar la conquista española, pues permitía al invasor que unos se enfrentaran contra otros: los nahuas del sur (Ixtlán, Jala, Mazatlán, Chacala, Zacualpan, Ixtapan) contra los otros pueblos de nuestra región, los coras contra los huicholes, y principalmente los abajeños contra los alteños de la sierra.

En lo referente al valle de Banderas, las relaciones geográficas del siglo XVI,incluida la de Compostela, lo nombran como valle de Zintla. Este valle fue escenario guerrero de los naturales contra las tropas de Cortés de San Buenaventura, cuando regresaba de su expedición rumbo a Colima. Las fuentes refieren este contacto:

MAPA 1.
Lenguas indígenas, mapa elaborado por Don José Ramírez Flores ( † 1983),
tomado de su archivo personal.


Mapa elaborado por Don José Flores en 1983, que marca la diferencia de lenguas indígenas de los pueblos en Nayarit. Hay una división de tribus belicosas que facilitaban la conquista española pues se enfrentaban ya, unos con otros.

Por su parte, el padre Antonio Tello, al narrar la conquista del Valle de Banderas por el capitán Francisco Cortés de San Buenaventura, relata que los indígenas defendieron sus tierras.

Según las mismas fuentes, la guerra para obtener víctimas para ofrendar fue constante.


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