Se viajaba generalmente a caballo. El equipaje y demás cargamento se conducía en bestias mulares. Rara vez se caminaba solo, normalmente se hacía en grupos, a fin de protegerse mutuamente de asaltos u otros peligros. Gobernantes y personajes importantes solían llevar escolta armada. Mineros, mercaderes o particulares ricos tenían hatajos de mulas, llamadas recuas, donde llevaban o traían productos de lugares lejanos.
Mapa de la Jornada hecha por el general Alfonso de León a la Bahía del Espíritu Santo en Texas, 1689, realizado por don Carlos de Sigüenza y Góngora. Fuente: Archivo General de Indias, Sevilla.
Mapa del nuevo Reino de León y parte del de Nueva Extremadura o Coahuila, levantado por el teniente coronel e ingeniero militar Francisco Álvarez Barreiro, por orden del general Pedro de Rivera, 1729. Fuente: Archivo General de Indias, Sevilla, México, 124.
La carreta fue muy importante. Había también dueños de carros, dedicados a transportar metales o mercaderías, los llamaban cuadrillas, porque viajaban formando caravana; iban a Zacatecas, Parral o a lugares mucho más apartados. Ya en el siglo XIX estos trenes de carros solían ir hasta Nuevo México. En esa época se llamaban fleteros.
Los carruajes eran raros. El gobernador Martín de Zavala, antes de 1650, tenía una carroza para ir a Cerralvo. Hay un lugar en el viejo camino que se llama todavía "el paso de la Carroza". El gobernador Domingo de Vidagaray, en 1698, tenía un carruaje, y el escribano Francisco de Mier y Noriega era dueño de un forlón, en 1713. Doña Leonor Gómez de Castro dispuso en 1767 en su testamento que su carruaje quedara para llevar el Santísimo a los pedruscos.