NINGÚN cometa es culpado, 
            ni hay signo de mala ley, 
            pues para morir penado, 
            la envidia basta al privado 
            y el cuidado sobra al rey.  
             De las cosas inferiores 
              siempre poco caso hicieron 
              los celestes resplandores; 
              y mueren porque nacieron 
              todos los emperadores. 
             Sin prodigios ni planetas 
              he visto muchos desastres, 
              y, sin estrellas, profetas: 
              mueren reyes sin cometas, 
              y mueren con ellas sastres. 
             De tierra se creen extraños 
              los príncipes deste suelo, 
              sin mirar que los más años 
              aborta también el cielo 
              cometas por los picaños. 
             El cometa que más brava 
              muestra crinada cabeza, 
              rey, para tu vida esclava, 
              es la desorden que empieza 
              el mal que el médico acaba. 
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