| SU ACERCAMIENTO AL ALMA GRIEGA | |||||
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          Quiero sólo traer ahora al corazón 
          unos pocos de esos textos que su afinado repensar rescató para 
          nosotros. A varios años ya de su partida evocaré las palabras 
          del heleno, el náhuatl y el judío, hechas ya carne de 
          su carne y sentimiento de su alma. He aquí un fragmento del diálogo 
          de voces y tiempos tan distintos. Él lo vivió en soledad; 
          y ésta fue también su poesía y la verdad de su 
          logos. Lo que para él fue meditar, para nosotros será 
          reencuentro, porque quien hizo rescate del verbo de los sabios, quiso 
          dejárnoslo con la sencillez que sólo el amor engendra. De la versión de su Sófocles oigamos al coro que, contemplando 
            a Antígona, ahonda en su canto sobre la condición de 
            los mortales: 
 Para el ingenioso y libre griego, preciado era surcar el mar grisáceo, recoger de la Tierra el don que aviva, ser dueño de la palabra y el pensamiento que vuelan como el viento. Pero él también entrevió el misterio, y de todos, el más grande, el que descubría en sí mismo. Como lo expresó en nuestra lengua Garibay: un solo ser resulta para él irreductible [...] es el Averno, en que la muerte lo arroja..." Su gran contribución, en lo que se refiere a la literatura griega, es la versión y el estudio que hizo de los tres grandes dramaturgos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, y de las comedias completas de Aristófanes. Hasta donde alcanzo a saber, ha sido el único, entre los que hablamos castellano, en realizar individualmente esta empresa de conjunto y tan admirable.  Diversos estudiosos españoles e hispanoamericanos habían 
            estudiado y traducido las obras de uno o de otro de estos creadores 
            del teatro griego, pero el padre Garibay llevó a cabo la versión 
            directa de la totalidad de las obras, tragedias y comedias de los 
            tres dramaturgos y de Aristófanes. Es interesante añadir 
            que sus versiones expresamente las dedicó a la juventud mexicana, 
            a los estudiantes y al pueblo; por ello rehuyó en sus traducciones 
            cualquier forma de lenguaje complicado; basta con leer una de las 
            comedias de Aristófanes traducidas por él, para ver 
            cómo la obra del genial griego pudo expresarse para siempre 
            en nuestro castellano popular, anecdótico y cotidiano. 4 Sófocles, Las siete tragedias, introducción y versión directa del griego por Ángel María Garibay, Porrúa, México, 1962, pp. 193-194. |