Cuando se hace necesario cortar el pelo, se toman las medidas
para aminorar el riesgo que se supone concurre a la operación.
El jefe de Namosi en Vití (Fidji) siempre se comía a un
hombre, por vía de precaución, cuando tenía que
cortarse el pelo; "había un clan que tenía que proveer
la víctima y acostumbraban a reunirse en consejo para escogerla
de entre ellos. Era una fiesta expiatoria para conjurar el mal para
el jefe". Entre los maoríes se pronunciaban muchos conjuros
en el corte de pelo; uno, por ejemplo, se refería a la consagración
del cuchillo de obsidiana con que se cortaba el pelo; otro se decía
para evitar el trueno y el relámpago que se pensaba eran causados
por el corte del pelo. "Aquel que se ha cortado el pelo está
a cargo inmediato del atua (espíritu); es apartado de
todo contacto y trato de su familia y tribu; no se atreverá a
tocar sus mismos alimentos, que le serán puestos en la boca por
otra persona; durante algunos días no puede volver a sus ocupaciones
acostumbradas ni asociarse con sus compañeros." La persona
que corta el pelo también queda en estado de tabú; sus
manos, que han estado en contacto con una cabeza sagrada, no podrán
tocar alimentos ni ser dedicadas a ningún otro empleo; será
alimentado por otra persona con comida preparada en el fuego sagrado.
Él no puede liberarse del tabú antes del día siguiente,
cuando restriegue sus manos con patata o raíz de helecho que
ya ha sido cocido en un fuego sagrado; y este alimento se le dará
después a la mujer cabeza de familia por línea femenina;
cuando ella lo coma, las manos quedarán libres del tabú.
En algunas partes de Nueva Zelanda, el día más sagrado
del año era el señalado para el corte de pelo; ese día
la gente se reunía en gran número de todos los alrededores.
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