ANTES que el viento fuera mar volcado,  
        que la noche se unciera su vestido de luto  
        y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo  
        la albura de sus cuerpos.  
         Antes que luz, que sombra y que montaña  
          miraran levantarse las almas de sus cúspides;  
          primero que algo fuera flotando bajo el aire;  
          tiempo antes que el principio.  
        Cuando aún no nacía la esperanza  
          ni vagaban los ángeles en su firme blancura;  
          cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;  
          antes, antes, muy antes.  
        Cuando aún no había flores en las sendas  
          porque las sendas no eran ni las flores estaban;  
          cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,  
          ya éramos tú y yo.
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