CADA vida mortal es una hoja 
          que el árbol guarda a octubre amarillento; 
          cuando secas están se agita el viento 
          y al bramador torrente las arroja. 
       
         Mas ¿por qué de la tuya nos despoja, 
          si era fronda que el aire tremulento 
          acariciaba con divino acento, 
          bajo un alba de abril dorada y roja? 
        
         Del huracán al golpe furibundo 
          cayó la verde hojita en la corriente 
          del manso río azul que, desde el mundo, 
         
         en sus ondas purísimas y bellas 
              la llevó, cariñosa y blandamente 
          hasta el sereno mar de las estrellas.
  
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