34. Hay que hacerle a Guicciardini la justicia de completar la semblanza por
él trazada, en esta nota. "Estas buenas cualidades añade veíanse contrarrestadas
con creces por sus vicios: costumbres privadas de la mayor obscenidad, sin el
menor pudor ni amor por la verdad, lealtad a la palabra dada o sentimiento religioso;
una avaricia insaciable, una ambición desenfrenada, una crueldad que sobrepasaba
a la de las tribus bárbaras y un deseo ardiente de exaltar a sus hijos por todos
los medios, pues tenía varios, uno de los cuales, y sin duda para que no le
faltara un infame instrumento en la ejecución de sus malévolos planes, era tan
detestable como su mismo padre, en todos los sentidos." St, d'It., vol.
I,
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