DESPUÉS de aquella brava agon&&&íacute;acute;acute;a,
ya me resigno..., ¡sereno estoy!
Yo, que con ella nada ped&&&íacute;acute;acute;a,
hoy, ya sin ella, sólo querr&&&íacute;acute;acute;a
ser noble y bueno... ¡mientras me voy!
Es un bendito nombre, que adoro,
ser noble y bueno, y al expirar,
poder decirme: "¡Nada atesoro:
di toda mi alma, di todo mi oro,
di todo aquello que pude dar!"
Desnudo torno como he venido;
cuanto era m&&&íacute;acute;acute;o, m&&&íacute;acute;acute;o no es ya:
como un aroma me he difundido
como una esencia me he diluido,
y, pues que nada tengo ni pido,
¡Señor, al menos vuélvemela!
20
de agosto de 1912 |