Quien bien escucha bien
entiende
En algunas actividades que se desarrollan en el
aula, los profesores se convierten en narradores para comunicarse con los niños
a través de cuentos, fábulas, anécdotas, historias, ¿pero cómo hacen para
atraer la atención de los oyentes y “meterlos” en la historia que
están contando? A continuación, vamos a poner en juego nuestras habilidades
para hablar y escuchar.
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1. |
Organícense por ciclo y elijan uno de
los siguientes refranes. |
La
palabra empuja pero el ejemplo arrastra. |
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El
que tiene más saliva traga más pinole. |
Nada
es tan fácil e inútil como escuchar mucho. |
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En
el modo de pedir está el de dar. |
En
boca cerrada no entran moscas. |
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2. |
A partir de su elección, recuerden
alguna situación concreta en la que haya sido utilizado el refrán; puede ser
una anécdota (propia o de otras personas) o un texto (cuento o fábula). Luego,
coméntenlas en equipo y seleccionen una para presentarla en plenaria. |
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3. |
En el grupo, cada equipo inicie la
participación con la anécdota personal en la que se haya dicho el refrán.
3
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- Al concluir la actividad, en el grupo contesten los
siguientes cuestionamientos:
- ¿Qué habilidades pusieron en juego quienes contaron la
anécdota y cuáles los que la escucharon?
- ¿Qué reacciones tendrían si un jurado estuviera
calificando su expresión oral?
- En ocasiones en la escuela asumimos el papel de jueces de
nuestros colegas y también en el aula con los alumnos. ¿Qué tendríamos que
hacer para permitir que nosotros mismos, nuestros compañeros y nuestros alumnos
se expresen libremente?
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3 Algunos elementos que pueden tomar en
cuenta para narrar su anécdota son: trate de dar expresión a la voz para que se
comprenda el sentido de lo que dice. Dramatice un poquito los diálogos. Ajuste
el ritmo a la actuación de la historia. Subraye ligeramente los sentimientos
expresados. En los momentos más emocionantes, exprésese más despacio o más de
prisa, según haga falta, para crear una atmósfera de suspenso y acrecentar el
interés. Ajuste el ritmo, el tono y el volumen a las necesidades del relato. No
tenga prisa por terminar, ¡disfrute! Para la entonación, dé el volumen y el
ritmo que cada expresión necesita, lo más importante es comprender lo que se
dice. Con las inflexiones de la voz, con las pausas, con el ritmo, se le da
intención a la expresión oral y se hace comprensible el texto. Garrido, Felipe, “Cómo leer (mejor) en voz
alta”, en La adquisición de la lectura y la
escritura en la escuela primaria, México, sep,
2000, p. 39. (Lecturas)
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