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Las Cruzadas y el final de la Edad Media
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La conquista de Jerusalén.
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Entre los años 1000 y 1300 los reinos
europeos vivieron una etapa de progreso. Se calcula que la población se
duplicó, hasta alcanzar unos 70 millones de habitantes. La superficie de
tierras cultivadas aumentó y se volvió más intenso el
comercio. Como consecuencia, muchas ciudades adquirieron importancia como
centros económicos y de gobierno.
En esa época tuvieron lugar las Cruzadas. Éstas fueron grandes expediciones
militares organizadas por los cristianos de Europa, con el propósito de
recuperar Jerusalén. Esa ciudad y la región cercana son llamadas
por los cristianos Tierra Santa, porque en ellas
vivió Jesucristo y los creyentes hacían largas peregrinaciones
para visitarla por lo menos una vez en la vida.
A mediados del siglo
xi los turcos de religión musulmana
conquistaron Jerusalén e impidieron el paso de los peregrinos. Este
hecho ofendió la religiosidad de los cristianos y, en 1095, el Papa
pidió a todos los creyentes la recuperación de la Tierra Santa.
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Sello del rey Ricardo Corazón de
León.
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Decenas de miles de personas respondieron al llamado.
Algunos eran soldados, pero otros muchos eran gentes comunes: pobres y ricos,
ancianos, jóvenes y hasta niños. Varias expediciones estaban mal
organizadas y sus integrantes no tenían armas ni entrenamiento militar;
muchos murieron en el camino, lejos de su objetivo.
La primera Cruzada, dirigida por guerreros profesionales,
tuvo éxito. En 1099 Jerusalén fue ocupada por los cristianos. Su
dominio duró menos de un siglo, pues los musulmanes conquistaron
nuevamente la ciudad. Los cristianos organizaron a lo largo de un siglo otras
cruzadas, pero ya ninguna logró su propósito.
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Los cruzados preparan una expedición para
recuperar la Tierra Santa.
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Aunque a fin de cuentas las Cruzadas fueron un fracaso
militar, contribuyeron a transformar la existencia de los europeos. Miles y
miles de personas, que nunca habían salido de su pueblo, conocieron
otras culturas y formas de vida y se aficionaron a los productos
exóticos y lujosos que llegaban del Oriente. Los relatos de comerciantes
y viajeros que habían recorrido las ricas regiones orientales
alimentaron la fantasía y la ambición de los europeos. Entre esos
relatos, ninguno tuvo más influencia que la narración del
veneciano Marco Polo sobre China y la inmensa riqueza de su corte imperial.
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Los siervos participan en las labores de
recolección.
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El desarrollo del comercio de artículos de lujo
enriqueció a varias ciudades, sobre todo a las italianas, que dominaban
el transporte en el Mediterráneo. En esas poblaciones los comerciantes y
los artesanos se organizaron en gremios, que gobernaban la ciudad con
independencia de los reyes y la nobleza feudal.
El conocimiento científico fue impulsado por la
creación de universidades en muchas ciudades de Europa. A ellas llegaban
alumnos y maestros de distintas regiones para estudiar cuestiones religiosas,
medicina o derecho. Ya desde entonces las universidades eran lugares inquietos,
que con frecuencia tenían conflictos con las autoridades religiosas y
políticas.
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Marco Polo ante el emperador de China.
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Los cambios en la sociedad y en la cultura
continuaron durante el siglo
xiv. El más importante fue la
reducción del poder de los señores feudales, como consecuencia de
grandes rebeliones campesinas y también porque los reyes se esforzaron
por controlar a una nobleza indisciplinada. Un adelanto técnico que
contribuyó a debilitar al feudalismo fue la introducción de las
armas de fuego, porque con ellas era posible destruir las armaduras y las
fortalezas de los guerreros, que hasta entonces eran invencibles.
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