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Caminos y obras públicas
Las llamas
Las llamas y otras especies parecidas, como la alpaca, eran
—y siguen siendo— un recurso importante en la vida diaria de los
pueblos andinos. Estos animales apacibles y de aspecto inofensivo son parientes
del camello y viven a grandes alturas.
Los pueblos andinos utilizaban a las llamas como bestias de
carga, pues aunque parecen frágiles, estos animales soportan por largas
distancias pesos de más de 40 kilos. Eran fuentes de alimento y se
aprovechaba su pelo para tejer la gruesa ropa que se necesita en los Andes.
Estos animales servían también para sacrificios religiosos.
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El gobierno del Inca logró organizar la
capacidad de trabajo de las comunidades para construir obras públicas,
que servían a todos y facilitaban la administración del
imperio.
La obra más notable fue una extensa red de caminos,
que medía por lo menos 25 mil kilómetros y que llegaba a todos
los rincones del imperio. Sus constructores fueron hábiles ingenieros;
en algunas partes aprovecharon el trazo de viejas veredas; en otras edificaron
vías nuevas, protegidas contra los daños que podían causar
las lluvias o las arenas del desierto. Para cruzar los torrentes y los abismos
de la montaña, hicieron puentes colgantes que ahorraban fatigosas horas
de marcha.
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Fortaleza inca.
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A lo largo de los caminos, se construyeron centenares de
lugares llamados tambos, separados más o menos por un
día de
viaje, que servían como hospedaje para los viajeros y para
almacenar las
provisiones y los artículos que circulaban por el imperio.
La otra gran obra pública, que ya conoces, fueron las
terrazas agrícolas, que los incas extendieron en las regiones
montañosas. Millones y millones de horas de trabajo se consumieron en
levantar y conservar los muros de piedra, en emparejar las tierras de cultivo y
en construir canales para regar y eliminar el exceso de agua en las temporadas
de lluvia.
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