Referencia iconográfica
CL ANIVERSARIO DE LOS NI�OS H�ROES
Chapultepec, Ciudad de M�xico.

En 1847, nuestro pa�s vivi� uno de los momentos m�s dram�ticos de su historia, cuando el Ej�rcito estadounidense lleg� hasta la Ciudad de M�xico para consumar una guerra que habr�a de costarnos la p�rdida de m�s de la mitad de nuestro territorio. Muchos fueron los mexicanos que ofrendaron su vida en defensa de la Patria, entre ellos, el grupo de valerosos alumnos del Colegio Militar, conocidos como Ni�os H�roes.

Con edades que fluctuaban entre los 13 y los 20 a�os, Juan de la Barrera, Juan Escutia, Francisco M�rquez, Agust�n Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Su�rez prefirieron defender con su vida el Castillo de Chapultepec antes que rendir la plaza al ej�rcito invasor.

Algunos de los protagonistas de la guerra, as� como historiadores de la �poca, convienen en que la defensa era in�til porque las batallas de Padierna, Churubusco y Molino del Rey hab�an diezmado a nuestro Ej�rcito. El propio Nicol�s Bravo, encargado de la defensa de la plaza, declaraba que buena parte del batall�n de Toluca hab�a desertado y que "la peque�a fuerza restante hab�a perdido completamente la moral a causa de los fuegos de aquel d�a". A lo largo de la Batalla de Chapultepec se incrementaron las deserciones y algunos soldados resist�an, "desmoralizados por el fatal ejemplo de sus compa�eros y por el de algunos oficiales [que] intentaban la fuga hasta el grado de haber sido forzoso hacer fuego sobre varios, que se descolgaban por las bardas del edificio"1.

La cruenta batalla del 13 de septiembre de 1847 dej� im�genes desoladoras. En Apuntes para la historia de la guerra entre M�xico y Estados Unidos, obra colectiva en la que particip� un grupo de j�venes intelectuales que vivieron la traum�tica invasi�n norteamericana y la guerra con M�xico, se describe el aspecto que presentaba el Castillo: "En las piezas del mirador, destinadas a hospital de sangre, se hallaban confundidos los cad�veres corruptos, los heridos exhalando dolorosos quejidos, y los jovencitos del Colegio; y �cosa singular!, se carec�a de los facultativos y los botiquines necesarios"2.

M�s adelante, describen el efecto estremecedor del paisaje durante la batalla, cuando el bosque luc�a "cubierto de una nube densa de humo que reposaba moment�neamente en las copas de los sabinos, estremeci�ndose con el estruendo de la artiller�a y fusiler�a, como si una lluvia de rayos lo estuviera destruyendo; cubierto su delicado c�sped de cad�veres y moribundos; sangrienta el agua de sus fuentes, y desgajados por las bombas y la metralla los robustos troncos de sus �rboles; si nuestra pluma tuviera el poder de la de T�cito, estamos seguros que el lector no podr�a concluir este cap�tulo, sin que, lleno de horror, sintiera erizarse los cabellos de su cabeza"3.

Mucho se ha discutido el hecho de que Santa Anna mandara retirar el apoyo que inicialmente le hab�a ofrecido al general Bravo para la defensa del Castillo de Chapultepec. Seg�n refiere el propio Santa Anna, le explic� que si aglomeraban m�s fuerzas "durante el bombardeo, sacrificar�amos in�tilmente las pocas que ya nos quedaban, pues con m�s de mil hombres que a tan peque�o recinto guarnec�an estaban bien cubiertas todas sus obras"4.

Santa Anna tuvo una reacci�n de desprecio hacia los defensores de Chapultepec. Seg�n Jos� Mar�a Vigil, al general le sobr� aliento "para insultar a los heroicos defensores de Chapultepec", para en seguida citar al propio Santa Anna: "Comenc� a advertir que el fuerte de arriba no hac�a el fuego que era de esperar de su guarnici�n, y poco despu�s vi con sorpresa que en grandes pelotones descend�an huyendo, y abandonaban cobardemente sus parapetos, que s�lo de esta manera pudiera el enemigo haber ocupado f�cilmente. Tan infame conducta me puso en el mayor conflicto, pues ocupadas las alturas de Chapultepec por el enemigo, las fuerzas de abajo quedaban enteramente expuestas � ser asesinadas con impunidad, y para evitarlo no qued� otro recurso que emprender la retirada para las garitas Bel�n y Santo Tom�s. As� lo orden� en medio de la mayor desesperaci�n"5.

Por su parte, Manuel Balbont�n, militar historiador que inici� su carrera en las armas participando en esta guerra, se refiere a que la falta de apoyo militar de Santa Anna contribuy� a que nuestro Ej�rcito no hubiera podido defender el Castillo con mayor vigor. "Se ha dicho que la tropa que defend�a a Chapultepec era biso�a y que estaba algo desmoralizada a causa del bombardeo de la v�spera; que el general Bravo pidi� al general Santa Anna el relevo de aquella fuerza y que �ste se neg� a enviarlo."6

De acuerdo con Vigil, Santa Anna no hab�a atendido los requerimientos del general Bravo, quien hab�a solicitado refuerzos, dejando "en casi absoluto abandono a los defensores de Chapultepec; ya hemos visto por los partes de los generales enemigos que no se portaron aqu�llos cobardemente, como dijo el general Santa Anna". Sin la defensa del Castillo por parte de la guarnici�n, agrega Bravo, "la retirada de sus fuerzas y de su misma persona no habr�a sido posible", ya que hasta el �ltimo momento contuvo a las fuerzas del general Quitman7.

La defensa de Chapultepec por los j�venes patriotas, quienes hicieron los �ltimos disparos en la Batalla, es referida con emoci�n por Jos� Mar�a Roa B�rcena: "�Noble y heroica juventud que como primicias de su patriotismo ofreci� a M�xico la libertad, la sangre y la vida!"8 Por su parte, Justo Sierra les confiere el mayor reconocimiento: "En estas sangrientas luchas culmin� un episodio: la defensa que hicieron en lo alto de Chapultepec los alumnos del Colegio Militar; algunos de ellos sucumbieron. Todas las glorias de los combatientes, las del ej�rcito invasor y las del nuestro quedaban por debajo de ese acto sencillo y sin par; es el v�rtice sublime de la pir�mide roja"9.

En esta fecha en que se cumplen 150 a�os de la heroica defensa del Castillo de Chapultepec, queremos honrar la memoria de este grupo de patriotas que defendieron con su vida la soberan�a nacional. Con la edici�n facsimilar del parte militar del general Nicol�s Bravo, que se conserva en el Archivo General de la Naci�n, as� como con una selecci�n de los documentos m�s representativos de los expedientes de los j�venes defensores del Castillo de Chapultepec, que resguarda el Archivo Hist�rico Militar de la Secretar�a de la Defensa Nacional, esta obra pretende contribuir a la reflexi�n de uno de los hechos hist�ricos de mayor trascendencia para el pa�s.

COMISI�N ORGANIZADORA DE LOS
HOMENAJES DEL CL ANIVERSARIO
DE LOS NI�OS H�ROES

1. CARRE�O, Alberto M., pr�logo al libro an�nimo Jefes del Ej�rcito Mexicano en 1847. Biograf�as de generales de divisi�n y de brigada y de coroneles del Ej�rcito Mexicano por fines del a�o 1847, M�xico, Imprenta y Fototipia de la Secretar�a de Fomento, 1914, pp. CCCXXIV-CCCXXV.
2. ESCALANTE, F�lix Mar�a, IGLESIAS, Jos� Mar�a, PAYNO, Manuel, PRIETO, Guillermo y RAM�REZ, Ignacio, et al., Apuntes para la historia de la guerra entre M�xico y Estados Unidos, M�xico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Col. "Cien de M�xico", 1991, p. 363.
3. ESCALANTE, F�lix Mar�a, et al., Op. cit., p. 367.
4. CARRE�O, Alberto M., Op. cit., p. CCCXXIV.
5. M�xico a trav�s de los siglos, T. IV: OLAVARR�A Y FERRARI, Enrique y ARIAS, Juan de Dios, M�xico independiente, M�xico, Ed. Cumbre, 14� ed., 1977, 880 p., pp. 694 y 695.
6. BALBONT�N, Manuel, La invasi�n americana, 1846 a 1848. Apuntes del subteniente de artiller�a Manuel Balbont�n, M�xico, Tipograf�a de Gonzalo A. Esteva, 1883, pp. 131-132.
7. OLAVARR�A Y FERRARI, Enrique y ARIAS, Juan de Dios, Op. cit., p. 695.
8. ROA B�RCENA, Jos� Mar�a, Recuerdos de la invasi�n norteamericana (1846-1848), M�xico, Ed. Porr�a, T. III, 1971, p. 105.
9. SIERRA, Justo, M�xico y su evoluci�n social, M�xico, Ed. J. Ballesc� y Compa��a, 1900, p. 222.

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