AP�NDICE: LA APORTACI�N MEXICANA A LA ASTRONOM�A

DURANTE el desarrollo de este libro he procurado mencionar el menor n�mero posible de nombres. Es bien sabido que las aportaciones cient�ficas resultan del esfuerzo de muchas personas pero que las circunstancias hacen que parezcan producto de una sola mente. Aun cuando no figura entre esta reducida cantidad de personajes ning�n mexicano, s� quisiera aclarar que ha habido y hay un considerable n�mero de astr�nomos mexicanos que han hecho contribuciones fundamentales a la astronom�a universal. Al respecto, y en toda justicia, deber�a uno comenzar rese�ando los conocimientos astron�micos que alcanzaron varios pueblos mesoamericanos, en particular los mayas. Reconstruir con precisi�n dichos conocimientos astron�micos es tarea casi imposible, pero existen una serie de elementos en los que la mayor�a de los arqueoastr�nomos est�n de acuerdo. El solo hecho de que estos pueblos hayan tenido agriculturas productivas implica la formulaci�n de un calendario que les sirviera para planificar las �pocas de quema y de siembra. La manera m�s directa de llevar la cuenta del paso del a�o en pa�ses en los que no hay estaciones bien marcadas (como un invierno nevado), es mediante la observaci�n astron�mica. La mayor parte de las constelaciones s�lo son visibles en ciertas �pocas del a�o. Por ejemplo, la de Ori�n puede verse durante el invierno y la del Escorpi�n durante el verano. Reconocer a estas constelaciones en el cielo nos permite ubicarnos, aunque de manera poco refinada, en el tiempo.

Tambi�n el Sol sale y se pone en diferentes puntos del horizonte de acuerdo con la �poca del a�o. El Sol alcanza su m�xima posici�n sure�a el 22 de diciembre, en el solsticio de invierno, y su m�xima posici�n de salida norte�a el 22 de junio, en el solsticio de verano. El 21 de marzo y el 23 de septiembre el Sol sale exactamente al este, fecha de los equinoccios de primavera y oto�o, respectivamente (v�ase la Fig. 37). Llevar un registro de la posici�n de salida (o puesta) del Sol permite saber la fecha. Por ejemplo, la orientaci�n definida por dos estelas podr�a fijar una fecha de importancia religiosa o agr�cola. En Cop�n, Honduras, el Sol sale el 12 de abril en el punto del horizonte definido por dos estelas que est�n separadas 7 km. Se cree que esta fecha se�ala el inicio del ciclo de agricultura de milpa.


Figura 37. El Sol sale en distintos puntos del horizonte de acuerdo con el d�a del a�o.

Una manera m�s refinada de registrar los puntos importantes del horizonte ser�a construyendo edificios que funcionaran como marcadores, que ofrecieran mediante la orientaci�n de sus muros y aberturas, direcciones de importancia astron�mica. En esta categor�a est�n el edificio J de Monte Alb�n, Oaxaca y el Caracol de Chich�n ltz�, Yucat�n. Este �ltimo edificio es particularmente interesante. Un estudio hecho por el arqueoastr�nomo Anthony Aveni y sus colaboradores demostr� que, del total de las 29 alineaciones arquitect�nicas que se obtienen del Caracol, 20 tienen una posible significaci�n astron�mica. Entre ellas est�n dados los puntos del horizonte de la puesta y salida del Sol en el solsticio de verano, el punto de puesta del Sol en los equinoccios, y el sur astron�mico. Tambi�n est�n registrados los puntos de ocaso del planeta Venus en sus posiciones m�ximas norte�a y sure�a. Este planeta era de gran importancia para los mayas, puesto que lo consideraban una de las representaciones del dios Kukulk�n.

Los pocos c�dices prehisp�nicos existentes tambi�n indican investigaciones astron�micas. Una parte del C�dice Dresde hace un recuento detallado de las observaciones del planeta Venus. El inter�s astron�mico de los pueblos prehisp�nicos, como el de todos los pueblos antiguos, estaba dominado por un componente magicorreligioso que lo aleja de la concepci�n moderna de la ciencia.

Desafortunadamente, la Conquista trunc� el avance de las culturas ind�genas e hizo que los conocimientos astron�micos se perdieran casi en su totalidad. La investigaci�n astron�mica en M�xico durante la Colonia ha sido poco estudiada. La hicieron particulares, pues no exist�a ninguna instituci�n oficial donde se realizasen los estudios del cielo. Entre los esfuerzos destacados de la �poca colonial cabe mencionar la Libra astron�mica y philos�fica de don Carlos de Sig�enza y G�ngora, publicada en el siglo XVII.

Siendo presidente de la Rep�blica Porfirio D�az, se cre� por decreto el Observatorio Astron�mico Nacional el 18 de diciembre de 1876; despu�s de mucho tiempo M�xico cont� con una instituci�n dedicada al estudio profesional de la astronom�a. El primer Observatorio Astron�mico Nacional entr� en funciones el 5 de mayo de 1878. Se hallaba instalado en la azotea del castillo de Chapultepec (v�ase la Fig.38). El fundador y primer director del observatorio fue el ingeniero �ngel Anguiano. En 1882 el observatorio se traslad� a la Villa de Tacubaya, distante 8 km del centro de la ciudad de M�xico, donde se empez� a construir un edificio adecuado que no fue terminado sino hasta 1908.


Figura 38. El Observatorio Astr�nomico Nacional estuvo originalmente instalado en el techo del castillo de Chapultepec.

El observatorio realizaba estudios de la actividad solar; de los eclipses, de los asteroides y de las estrellas, adem�s de hacer observaciones meteorol�gicas y magn�ticas. En 1881 se comienza a publicar el Anuario del Observatorio Astron�mico Nacional publicaci�n que ha aparecido ininterrumpidamente hasta nuestros d�as.

Gracias a una fotograf�a excelente de la Luna, el Observatorio Astron�mico Nacional fue invitado en 1887 a participar, con otras 17 instituciones internacionales, en la elaboraci�n de un cat�logo que cubrir�a todo el cielo. Durante las siguientes d�cadas, �sta fue la principal ocupaci�n del Observatorio. En 1901 se fund� la Sociedad Astron�mica de M�xico que agrupa a los astr�nomos aficionados del pa�s, personas que se dedican a diversas profesiones pero que ocupan sus horas libres observando los astros. En la actualidad, la Sociedad tiene en desarrollo un magn�fico observatorio situado cerca de Chapa de Mota, estado de M�xico.

Los a�os posteriores a la Revoluci�n fueron particularmente duros para el observatorio debido a la depresi�n econ�mica y a la inestabilidad pol�tica. En 1929 el Observatorio Astron�mico Nacional es puesto bajo la jurisdicci�n de la Universidad Nacional Aut�noma de M�xico. Sin embargo, tanto el pa�s como el mundo atravesaban �pocas econ�micas muy dif�ciles, y no fue sino hasta la d�cada de los cuarenta cuando la astronom�a mexicana comienza a tomar vuelo. Durante la dura �poca de 1914 a 1946 el director del Observatorio Astron�mico Nacional fue el ingeniero Joaqu�n Gallo quien, luchando contra muchas dificultades, consigui� que la instituci�n sobreviviera.

La �poca moderna de la astronom�a mexicana comienza en 1942, cuando se inaugura en un cerro cercano al pueblo de Tonantzintla, Puebla, un moderno observatorio astrof�sico, dependiente de la Secretar�a de Educaci�n P�blica. Detr�s del inmenso logro que signific� conseguir los medios econ�micos para construirlo se hallaba el empe�o del extraordinario diplom�tico y astr�nomo Luis Enrique Erro. Con actitud visionaria, Erro logr� que las m�s altas autoridades del pa�s apoyaran el desarrollo del nuevo observatorio. Por su impulso a la astronom�a nacional, Erro recibi� despu�s de su muerte la distinci�n de que uno de los cr�teres de la cara oculta de la Luna fuese bautizado con su nombre (v�ase la Fig. 39). Tambi�n el planetario del Instituto Polit�cnico Nacional lleva el nombre de Luis Enrique Erro.


Figura 39. Uno de los cr�teres de la cara oculta de la Luna lleva el nombre de Luis Enrique Erro. Entre otros, en su cercan�a est�n los cr�teres dedicados a Jansky, el padre de la radioastronom�a, y a Babcock, el inventor del magnet�grafo solar.

Entre el moderno equipo del nuevo Observatorio de Tonantzintla se hallaba un tipo especial de telescopio llamado de C�mara Schmidt, que permite fotografiar grandes regiones del cielo y es ideal para estudiar un crecido n�mero de objetos celestes a la vez. En el momento en que empez� a dar sus primeros resultados astron�micos, en 1948, el telescopio tipo Schmidt de Tonantzintla era el m�s grande del mundo en su g�nero. El doctor Guillermo Haro, director entonces del Observatorio Astron�mico Nacional, y sus colaboradores, supieron hacer excelente uso de este instrumento. En los a�os cincuenta descubrieron una nueva clase de objetos c�smicos, ahora conocidos como objetos Herbig Haro. Estos objetos son nubecillas brillantes que al parecer carecen de fuente propia de energ�a y cuya naturaleza contin�a siendo tema de debate en el mundo astron�mico. Haro tambi�n descubri� y estudi� un tipo de galaxias de color azul y con fuertes l�neas de emisi�n que son conocidas en la bibliograf�a astron�mica como galaxias Haro. Desde Tonantzintla se realizaron tambi�n importantes estudios sobre las estrellas r�faga, estrellas de masa reducida que sufren aumentos repentinos en su brillo. Tambi�n tuvo un papel preponderante en el desarrollo de la astrof�sica mexicana la doctora Paris Pismis de origen armenio pero radicada en M�xico desde la d�cada de los cuarenta. No s�lo realiz� trabajos te�ricos y de observaci�n, sino que impuls� la ense�anza de la astronom�a a las nuevas generaciones: casi todos los astr�nomos mexicanos actuales fueron, en alg�n momento, sus alumnos.

La astronom�a te�rica mexicana ha tenido tambi�n destacados exponentes, entre ellos sobresale el doctor Arcadio Poveda, director del Instituto de Astronom�a de la UNAM de 1968 a 1980. Son muchas las contribuciones de Poveda a la astrof�sica te�rica, pero ha tenido particular repercusi�n un m�todo para determinar la masa de los c�mulos globulares y de las galaxias el�pticas (que es conocido mundialmente como el m�todo Poveda) y sus estudios sobre el brillo superficial de las supernovas. Otro logro de Poveda fue predecir te�ricamente que las estrellas j�venes deber�an estar a�n rodeadas por los residuos de la nube en que se formaron. Estos residuos, predijo Poveda, deber�an ser calentados por la joven estrella y emitir, en consecuencia, abundante radiaci�n infrarroja. En un experimento de observaci�n cl�sico otro astr�nomo mexicano, el doctor Eugenio Mendoza, observ� en 1968 esta radiaci�n infrarroja proveniente de los alrededores de varias estrellas j�venes. Ambas investigaciones se produjeron en la d�cada de los sesenta.

M�s recientemente a�n, son dignas de destacarse las determinaciones sobre las abundancias qu�micas en el Universo hechas por los doctores Manuel Peimbert y Silvia Torres Peimbert. Estos estudios han sido punto de partida para otros trabajos realizados por astr�nomos de muchos pa�ses del mundo. Actualmente, el centro astron�mico m�s grande de M�xico es el Instituto de Astronom�a de la UNAM donde laboran alrededor de treinta investigadores apoyados en su trabajo por un n�mero similar de t�cnicos. Varios investigadores tienen ya amplio reconocimiento internacional. Entre los temas que se estudian a profundidad en M�xico se hallan las estrellas variables, el medio interestelar, las supernovas, los sistemas estelares m�ltiples y la formaci�n de las estrellas, temas que se abordan tanto mediante la observaci�n como te�ricamente.

La astronom�a mexicana se ha involucrado en los �ltimos a�os en la b�squeda de nuevos sitios astron�micos puesto que el crecimiento de la ciudad de Puebla ha hecho que el cielo nocturno de Tonantzintla sea demasiado brillante, impidiendo el estudio de objetos astron�micos d�biles. En este momento, el nuevo Observatorio Nacional del Instituto de Astronom�a de la UNAM se encuentra en las monta�as de San Pedro M�rtir en Baja California Norte. Existen, ya ah� en funcionamiento tres excelentes telescopios, entre los que destaca el telescopio de espejo de 2.1 m. que fue puesto en funcionamiento recientemente (v�ase la Fig. 40). Este telescopio es el m�s grande propiedad de un país iberoamericano, fue dise�ado y construido en parte por personal del Instituto de Astronom�a de la UNAM dirigido por el ingeniero Jos� de la Herr�n. Otro nuevo sitio en desarrollo es el Observatorio del Instituto Nacional de Astrof�sica, �ptica y Electr�nica, que se halla cerca de Cananea, Sonora. Estos dos espl�ndidos sitios permitir�n el desarrollo futuro de nuestra astronom�a. En particular, el Observatorio de San Pedro M�rtir, muy alejado de cualquier asentamiento humano, garantiza un cielo l�mpido para muchas generaciones futuras de astr�nomos mexicanos.


Figura 40. Vista exterior del edificio del telescopio con espejo de 2.1 m de di�metro del Instituto de Astronom�a de la UNAM. El telescopio se halla en el nuevo Observatorio Astron�mico Nacional de San Pedro M�rtir, Baja California Norte.

Como hemos comentado, la astronom�a moderna se realiza no solamente observando la radiaci�n visible (luz) que emiten los astros, sino tambi�n sus radiaciones de radio, infrarrojas, ultravioletas, de rayos X y de rayos gamma. Aun cuando este tipo de observaci�n astron�mica requiere de instrumentos muy complejos y costosos, tarde o temprano tendremos que enfrentar el reto de construirlos en M�xico. Y como la astronom�a es una ciencia sumamente competitiva, mientras m�s pronto se haga, mejor. Ya un n�mero apreciable de astr�nomos mexicanos ha realizado importantes experimentos en el campo de las radiaciones no visibles utilizando instrumentos de otros pa�ses, especialmente radiotelescopios y sat�lites que captan radiaciones ultravioleta. Con los magn�ficos antecedentes de la astronom�a mexicana en el campo de la radiaci�n visible, no dudo que habr� desempe�os igualmente brillantes en el estudio de las otras longitudes de onda.

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