V. LA V�A L�CTEA: NUESTRA GALAXIA

AL FINAL de nuestro cap�tulo anterior usamos la palabra galaxia. �Qu� es una galaxia? Nuestro Sol es s�lo una de un n�mero inmenso de estrellas que forman un conglomerado de forma aplanada de dimensiones tambi�n muy grandes. Este conglomerado de estrellas y nubes de gas tiene la forma de un disco con una protuberancia en su centro (v�ase la Fig. 15). El Sol y su sistema planetario se encuentra cerca de una de las orillas de este disco, perdidos como un grano de arena entre las otras cien mil millones de estrellas que lo integran. Este es un n�mero de estrellas muy grande, diez veces mayor que el n�mero de neuronas que hay en el cerebro humano. Nuestra galaxia es, pues, este colosal disco de estrellas y gas que gira majestuosamente alrededor de su centro. Hab�amos dicho que un rayo de luz tarda ocho minutos en viajar del Sol a la Tierra. Pues bien, un rayo de luz que partiera del Sol tardar�a 30 000 a�os en llegar al centro de nuestra galaxia. As� como la Luna gira alrededor de la Tierra, y la Tierra alrededor del Sol, el Sol gira alrededor del Centro de la galaxia. A la Tierra le toma un a�o dar una vuelta alrededor del Sol; al Sol, 200 millones de a�os concluir una revoluci�n alrededor del centro de nuestra galaxia.


Figura 15. Nuestra galaxia, la V�a L�ctea, es un conglomerado de forma aplanada constituido por cien mil millones de estrellas. Nuestro Sol se halla cerca de una de sus orillas.

Como la galaxia tiene forma de disco uno esperar�a ver a las estrellas agrupadas en una banda que parecer�a rodear a la Tierra (v�ase la Fig. 16). Esta banda de luz es precisamente lo que los romanos bautizaron como la V�a L�ctea. Lejos de las ciudades, en una noche oscura y despejada, es posible ver esta banda de apariencia lechosa que cruza al cielo de lado a lado. Es un espect�culo maravilloso que no es posible admirar desde la ciudad, porque el reflejo en el cielo de las luces artificiales no permite distinguir el brillo delicado de lo que es el plano de nuestra galaxia. Las estrellas que observamos fuera de la V�a L�ctea son generalmente estrellas muy cercanas que aparecen proyectadas en todas direcciones (v�ase la Fig. 16).


Figura 16. Respecto al Sol, la mayor�a de las estrellas y nubes interestelares parecen estar en una banda, que los romanos llamaron la V�a L�ctea.

Los astr�nomos hemos estudiado nuestra galaxia exhaustivamente. Conocemos su forma y tama�o, lo cual es dif�cil de lograr, puesto que equivale a estar dentro de una casa y decir de qu� estilo y qu� tan grande es. En este �ltimo caso, lo m�s f�cil es simplemente salirse de la casa y verla desde afuera. Nosotros estamos dentro de la galaxia y dadas las enormes distancias no podemos salir.

As� como por mucho tiempo se crey� que la Tierra era el centro del Universo, los astr�nomos consideraron, en un principio, conveniente colocar el Sol en el centro de nuestra galaxia. De nuevo encontramos aqu� una tendencia, quiz�s involuntaria, de tratar de distinguir al ser humano en el contexto c�smico. Pero parece que, en efecto, el Sol no tiene nada de especial porque en 1918 el astr�nomo Harlow Shapley desminti� la creencia de que el Sol estaba en el centro de la galaxia. Shapley realiz� observaciones de unos conglomerados de estrellas que parecen acompa�ar a nuestra galaxia, tal como un enjambre de abejas que revolotea alrededor de un panal. Estos conglomerados de estrellas se llaman c�mulos globulares por su forma m�s o menos circular (v�ase la Fig. 17). Cada c�mulo globular est� formado por alrededor de un mill�n de estrellas, lo cual suena a mucho, pero en realidad es un n�mero peque�o en comparaci�n con los cien mil millones de estrellas de nuestra galaxia. Distribuidos alrededor de la galaxia existen varios cientos de c�mulos globulares. Shapley encontr� que los c�mulos globulares no aparec�an distribuidos homog�neamente en todo el cielo, sino que la mayor�a se concentraba en direcci�n de la constelaci�n de Sagitario. De esto, concluy� que si el centro de masa de los c�mulos coincid�a con el centro de la galaxia, dicho centro se hallaba en la direcci�n de Sagitario y que por lo tanto el Sol estaba desplazado hacia una orilla de la galaxia.


Figura 17. Los c�mulos globulares son conglomerados de estrellas que acompa�an a la V�a L�ctea. Aun cuando pueden contener millones de estrellas son insignificantes cuando los comparamos con nuestra galaxia, que contiene cien mil millones de estrellas.

Nuestra galaxia es un verdadero zool�gico de entes c�smicos. Contiene todo tipo de estrellas, nubes de las cuales se forman nuevas estrellas, estrellas que luego de ser gigantes rojas, eyectan una voluta de gas (v�ase la Fig. 18), antes de continuar su evoluci�n para convertirse en una enana blanca. El astr�nomo trata de explicarse la existencia de todos estos objetos utilizando un esquema tan sencillo como sea posible. La teor�a de la evoluci�n estelar le proporciona el marco de referencia necesario para explicarse la diversidad de objetos que existen en el cielo.


Figura 18. Las llamadas nebulosas planetarias son volutas de gas eyectadas por una gigante roja. Se les llama nebulosas planetarias porque en los telescopios antiguos se las ve�a redondas y verdosas, como se observa a algunos planetas, pero no tienen relaci�n directa con �stos.

Como hemos visto, las estrellas nacen, tienen una larga vida estable y mueren. Conforme su existencia transcurre, se transfiguran en objetos de distintas caracter�sticas. El esquema de evoluci�n estelar tiene pues una propiedad muy poderosa: permite explicar la naturaleza de objetos que al parecer no tienen nada que ver entre s�, pero que en realidad son caras diversas que presentan las estrellas. Nuestra galaxia est�, pues, constituida por un gran numero de estrellas en distintos estados evolutivos, as� como una metr�polis alberga infantes, personas maduras y ancianos.

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