II. MUCHAS OTRAS PREGUNTAS

A LO largo de su historia, el hombre acumuló experiencias y un enorme conjunto de observaciones sobre el mundo que lo rodea. Aprendió incluso a hacer experimentos, o sea observaciones en condiciones controladas por él y sujetas a repetición. Con ello surgieron cuestiones, cuya solución siempre llevó a nuevas cuestiones. Así, después de descubrir las leyes de los gases, los científicos se preguntaron qué habría detrás de ellas, pues eran tan generales. Y cuando descubrieron que el helio, el neón, el argón y otros, eran gases raros, muy nobles, que no reaccionan químicamente, surgió el problema de entender por qué.

Desde que Arquímedes, en la antigua Grecia, exclamó ñEureka! hasta nuestros días, el hombre ha experimentado con fluidos: líquidos y gases. El ascenso de un líquido por un tubo capilar, la forma que toman las gotas de agua o las pompas de jabón y la existencia de meniscos cóncavos o convexos en la superficie de un líquido, son tan sólo unos cuantos ejemplos de las interrogantes que se presentan a los físicos.

Y en el caso de los sólidos las preguntas pueden aun ser más variadas. Aunque la división no es tajante, se puede clasificar a los sólidos en dos grandes tipos: los metales y los que no lo son. Los metales son dúctiles, sólo se funden a muy altas temperaturas, conducen bien el calor y la electricidad, se dilatan con pequeños cambios de temperatura y son opacos a la luz reflejando bien la radiación. Por su parte, los no-metales tienen las propiedades opuestas: son quebradizos, se funden fácilmente, son aisladores eléctricos y térmicos, dejan pasar la luz y no se dilatan fácilmente. Además, los sólidos pueden presentarse en diversas formas: el mismo carbono que aparece en los restos de una fogata, puede hallarse en un escaparate fastuoso o en la puntilla de un lápiz. Cambiando las condiciones de presión y temperatura, se le puede llevar de una estructura amorfa hasta que aparezcan las hermosas facetas, perfectamente planas, de los diamantes cristalinos. De la dureza de éstos a la blandura del grafito, podemos ir también. ¿Por qué sucede todo ello con los sólidos? ¿En qué radica la diferencia entre un metal y un no-metal?

Curiosamente, algunas de las respuestas a estas viejas preguntas son de origen muy reciente. Puede decirse que no se conocían antes de la primera Guerra Mundial. Es precisamente en el periodo de entre guerras, luego de la invención de la física cuántica, que los científicos empezaron a hallar algunas respuestas satisfactorias. Para ello hubieron de romper muchos tabúes, desechando muy viejos conceptos e inventando otros nuevos, que todavía hoy no están completamente claros. Veamos a vuelo de pájaro cómo ocurrió este proceso.

ÍndiceAnteriorPrevioSiguiente