II. �POR QU� EXISTE LA CORROSI�N?

EN EL capítulo anterior hemos visto una serie de casos que suelen presentarse con cierta frecuencia en la vida diaria, todos ellos atribuibles a la corrosi�n.

Ahora bien, uno puede preguntarse �por qu� existe la corrosi�n? Podemos empezar diciendo que la corrosi�n de los metales es en cierto sentido inevitable, una peque�a venganza que se toma la naturaleza por la continua expoliaci�n a que la tiene sometida el hombre. Recordemos que los metales, salvo alguna que otra rara excepci�n, como los metales nobles (oro, platino, etc., se encuentran en estado nativo en la Tierra), no existen como tales en naturaleza, sino combinados con otros elementos qu�micos formando los minerales, como los �xidos, sulfuros, carbonatos, etc.

Para la obtenci�n de los metales en estado puro, debemos recurrir a su separaci�n a partir de sus minerales, lo cual supone un gran aporte energ�tico. Pensemos solamente en el enorme consumo de energ�a el�ctrica que supone el funcionamiento de una acer�a para obtener un material tan indispensable para el desarrollo actual, como el acero. Pues bien, producido el acero, �ste pr�cticamente inicia el periodo de retorno a su estado natural, los �xidos de hierro.

Esta tendencia a su estado original no debe extra�ar. Si despu�s de milenios el hierro se encuentra en los yacimientos bajo la forma de �xido, es que este compuesto representa el estado m�s estable del hierro respecto al medio ambiente. El mineral de hierro m�s com�n, la hematita, es un �xido de hierro, Fe2O3. El producto m�s com�n de la corrosi�n del hierro, la herrumbre, tiene la misma composici�n qu�mica. Un metal susceptible a la corrosi�n, como el acero, resulta que proviene de �xidos met�licos, a los cuales se los somete a un tratamiento determinado para obtener precisamente hierro. La tendencia del hierro a volver a su estado natural de �xido met�lico es tanto m�s fuerte, cuanto que la energ�a necesaria para extraer el metal del mineral es mayor. El aluminio es otro ejemplo de metal que obtenido en estado puro se oxida r�pidamente, form�ndose sobre su superficie una capa de al�mina (A12O3, �xido de aluminio). La raz�n de ello estriba en el gran aporte energ�tico que hay que realizar para obtener una determinada cantidad del metal a partir del mineral, bauxita (Al2O3) en este caso.

Entonces, la fuerza conductora que causa que un metal se oxide es consecuencia de su existencia natural en forma combinada (oxidada). Para alcanzar este estado met�lico, a partir de su existencia en la naturaleza en forma de diferentes compuestos qu�micos (minerales), es necesario que el metal absorba y almacene una determinada cantidad de energ�a. Esta energ�a le permitir� el posterior regreso a su estado original a trav�s de un proceso de oxidaci�n (corrosi�n). La cantidad de energ�a requerida y almacenada var�a de un metal a otro. Es relativamente alta para metales como el magnesio, el aluminio y el hierro y relativamente baja para el cobre y la plata.

En la tabla se presenta una lista de algunos metales, situados en orden a la cantidad de energ�a requerida, de mayor a menor, para convertirlos desde su estado mineral al estado met�lico.

Posiciones relativas de algunos metales en cuanto a la energ�a requerida para convertir sus minerales en metales.

Mayor requerimiento de energ�a:

Potasio

Magnesio

Berilio

Aluminio

Cinc

Cromo

Hierro

Níquel

Esta�o

Cobre

Plata

Platino

Menor requerimiento de energ�a:

Oro

De las diversas operaciones que deben realizarse para extraer el metal del mineral, la primordial se puede resumir en una sola palabra: reducci�n. Inversamente, las transformaciones sufridas por el metal que retorna a su estado original, tambi�n pueden resumirse en: oxidaci�n.

Seg�n esto, la corrosi�n puede describirse en primer t�rmino como una reacci�n de oxidaci�n, semejante por tanto a cualquier oxidaci�n qu�mica. Por esto mismo, debe y puede ser regida por las leyes establecidas por la f�sica y la qu�mica. Un metal s�lo podr� corroerse, o sea, pasar a un estado m�s oxidado, cuando sea inestable con respecto a los productos formados por su corrosi�n. Esta inestabilidad puede preverse en t�rminos energ�ticos.

La termodin�mica permite realizar los balances de energ�a que, para el caso de los metales puros colocados en una situaci�n bien determinada, permitir�n predecir su comportamiento; en este caso, si aparecer� o no en ellos tendencia a la corrosi�n.

La energ�a de un determinado sistema puede medirse en los t�rminos de lo que se llama la energ�a libre. Se pueden presentar tres casos:

a) la energ�a libre es positiva. El metal es activo y puede haber corrosi�n. Es el caso m�s frecuente entre los metales de uso com�n (hierro, aluminio, cinc);

b) la energ�a libre es positiva, pero el metal en vez de presentar corrosi�n, permanece inatacado aparentemente. Se dice que el metal est� pasivo o pasivado;

c) la energ�a libre es cero o negativa. El metal es indiferente a los agentes agresivos habituales, no siendo posible ninguna reacci�n de corrosi�n. Es el caso de los metales nobles.

Podemos resumir todo lo anterior diciendo que es posible prever el comportamiento de un determinado metal en un medio ambiente dado, ayud�ndonos de las predicciones que nos aporta la termodin�mica. As� si el sistema formado por el metal y el medio ambiente posee una energ�a libre positiva, es posible que tenga lugar la corrosi�n. Si bien los entornos o ambientes para un metal pueden ser muy espec�ficos (pensemos por ejemplo en los metales con los que se construye un reactor nuclear), uno de los m�s generales, es el m�s com�n a la vida humana: la atm�sfera.

Como se ver� m�s adelante, la presencia simult�nea de agua (electrolito) y ox�geno (oxidante) hacen pr�cticamente inevitable la corrosi�n en estas condiciones para la mayor�a de los metales m�s utilizados (hierro, aluminio, cinc, etc.). La reacci�n de oxidaci�n en el sistema formado presenta una energ�a libre positiva. Volvemos a lo que dec�amos al principio: la corrosi�n parece inevitable.

LA CORROSI�N ELECTROQU�MICA

En presencia de un medio acuoso, la corrosi�n es de naturaleza electroqu�mica. Tal corrosi�n es un proceso espontaneo que denota la existencia de una zona an�dica (que sufre la corrosi�n), una zona cat�dica y un electrolito, siendo imprescindible la presencia de estos tres elementos para que este tipo de corrosi�n pueda existir (se requiere asimismo de contacto el�ctrico entre la zona an�dica y la cat�dica).

El t�rmino �nodo se emplea para describir aquella porci�n de una superficie met�lica en la que tiene lugar la corrosi�n (disoluci�n) y en la cual se liberan electrones como consecuencia del paso del metal en forma de iones, al electrolito. La reacci�n que sucede en el �nodo, por ejemplo para el caso del cinc, es:

Zn (s�lido) - Zn² + (electrolito) + 2 electrones,

o sea, una reacci�n de oxidaci�n.

Como los electrones, en un conductor met�lico, se mueven en sentido compuesto al convencional,1 en el �nodo la corriente el�ctrica sale del metal para entrar a la soluci�n (figura 2). El t�rmino c�todo se aplica a la porci�n de una superficie met�lica en la cual los electrones producidos en el �nodo se combinan con determinados iones presentes en el electrolito.

Las reacciones cat�dicas m�s comunes en presencia de agua son:

2H+ + 2 electrones H2 (gas)

O2 (gas) + 2 H2O + 4 electrones 4 OH (medio alcalino)

O2 (gas) + 4 H+ + 4 electrones 2 H2O (medio �cido)


o sea, reacciones de reducci�n.

En el c�todo, la corriente el�ctrica sale del electrolito para entrar al metal (figura 2), cerr�ndose el circuito el�ctrico a trav�s de un conductor met�lico externo.



Figura 2. Direcci�n del flujo de corriente entre un �nodo y un c�todo en una celda de corrosi�n.

Los componentes esenciales se presentan en la figura 2. Las flechas representan corrientes el�ctricas (no electrones) fluyendo a la soluci�n desde el �nodo (—) al c�todo (+) y regresando desde el c�todo al �nodo a trav�s de un hilo met�lico conductor (cobre por ejemplo).

La corrosi�n m�s frecuente es toda de naturaleza electroqu�mica y resulta de la formaci�n de multitud de zonas an�dicas y cat�dicas sobre la superficie met�lica, siendo el electrolito, caso de no estar el metal sumergido o enterrado, el agua de condensaci�n de la atm�sfera, para lo cual se necesita que la humedad relativa del aire sea del orden del 70% o superior.

El proceso de disoluci�n de un metal en un �cido (por ejemplo, cinc en �cido clorh�drico) es igualmente un proceso electroqu�mico. La infinidad de burbujas que aparecen sobre la superficie met�lica corresponden a la formaci�n de hidr�geno, H2, gaseoso, poniendo de manifiesto la existencia de infinitos c�todos, mientras en los �nodos se va disolviendo el metal.

Al cambiar continuamente de posici�n estas zonas an�dicas y cat�dicas, llega un momento en que el metal se disuelve continuamente. Este tipo de corrosi�n se caracteriza porque casi siempre es m�s pronunciada en una zona que en otras, y su forma de manifestarse m�s caracter�stica es la aparici�n de picaduras.

LAS MANIFESTACIONES DE LA CORROSI�N

Como vimos en el primer cap�tulo, la corrosi�n, especialmente la de naturaleza electroqu�mica, se puede manifestar de muy diversas maneras.

Por lo que hace referencia al metal m�s com�nmente empleado, el hierro, la presencia de la herrumbre constituye la manifestaci�n de que se est� desarrollando un proceso de corrosi�n. Pero entonces, la pregunta que nos podr�amos hacer es �sta: �Qu� hay m�s all� de la herrumbre?

El producto primario de la oxidaci�n del hierro es el hidr�xido ferroso blanco, Fe(OH)2 que a su vez se oxida a hidr�xido f�rrico de color rojizo, Fe(OH)3.

Ayud�monos de una experiencia muy sencilla para comprender lo anterior. Veamos el ataque producido por una gota de agua salada. Esta experiencia es debida a Evans, uno de los investigadores que m�s han contribuido al conocimiento de la corrosi�n. Evans demostr� que en el caso de una gota de agua salada, las diferencias en la cantidad de ox�geno disuelto en el l�quido en contacto con la superficie met�lica, lo que se conoce como aireaci�n diferencial, crean pilas de corrosi�n en las que el ataque del metal ocurre en las �reas menos oxigenadas, provocando una corrosi�n r�pida e intensa. Si se deposita una gota de agua salada (agua y cloruro de sodio) sobre la superficie horizontal de una l�mina de acero perfectamente limpia y desgrasada, como en la figura 3, se puede observar, por ejemplo despu�s de unos 30 minutos, un precipitado en el medio de la gota.

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Figura 3. Ataque producido por una gota de agua salada.

La parte perif�rica o m�s exterior de la gota, m�s aireada (con un m�s f�cil acceso para el ox�geno) que el centro, juega el papel de lo que hemos llamado c�todo, con relaci�n al centro, que a su vez se convierte en �nodo. Entre estas dos zonas se forma una membrana de hidr�xido de hierro (herrumbre). Con ayuda de un tubo capital, se puede atravesar la membrana y comprobar la formaci�n en el centro de la gota de una sal ferrosa (FeCl2, cloruro ferroso).

La presencia de la herrumbre es una manifestaci�n clara de la existencia de corrosi�n para el caso del hierro y sus aleaciones (aceros). Para la mayor�a de los metales, las manifestaciones de la corrosi�n pueden estudiarse en funci�n de la forma o tipo de corrosi�n. En soluciones acuosas o en atm�sferas h�medas, como ya se ha indicado, el mecanismo de ataque envuelve algunos aspectos electroqu�micos. Debe de existir un flujo de electricidad desde unas ciertas �reas a otras en la superficie met�lica, a trav�s de una soluci�n (electrolito) capaz de conducir la electricidad, tal como el agua de mar o el agua dura (agua con un alto contenido de sales).

Una soluci�n que conduce la electricidad es un electrolito. Su cualidad para conducir la electricidad es debida a la presencia de iones. �stos, son �tomos cargados positiva o negativamente o bien agrupaciones de �tomos con una cierta carga el�ctrica, en soluci�n.

El agua pura est� ionizada en proporci�n muy peque�a. S�lo una m�nima fracci�n de las mol�culas de agua se disocia en iones hidr�geno, H+ (protones), y iones hidroxilo, OH. El i�n hidr�geno se une a una mol�cula de agua, H2O, para formar un i�n hidronio, H3O+, aunque por facilidad lo representaremos por H+.

La disociaci�n del agua, H2O, puede representarse as�:


H2O H+ + OH


A efectos pr�cticos, el agua es un aislador casi perfecto. Entonces, cabr�a preguntarse �por qu� una sustancia i�nica disuelta en agua produce iones? La respuesta est� en las propiedades diel�ctricas del agua, o, en otras palabras, en las propiedades polares de las mol�culas de agua. Cada mol�cula de agua es un peque�o dipolo, esto es, sus cargas positiva y negativa no coinciden. Podemos representar estos dipolos de un modo exagerado por estructuras de forma oval.

Alrededor de un i�n positivo habr�n agrupadas un cierto n�mero de mol�culas de agua con sus extremos negativos pr�ximos al cati�n. De modo an�logo, los extremos positivos de algunas mol�culas de agua se agrupar�n alrededor del i�n negativo. De acuerdo con esta explicaci�n, los iones de las sustancias disueltas deben estar libres en cualquier disolvente polar, como lo es el agua, como as� ocurre en realidad.

Un electrolito capaz de formar un ambiente corrosivo puede ser, en principio, cualquier soluci�n, lluvia o incluso la humedad condensada del aire. Puede abarcar desde el agua dura o salada hasta los �cidos y �lcalis fuertes.

Los �nodos y c�todos involucrados en un proceso de corrosi�n se conocen como electrodos. Los electrodos pueden consistir en dos diferentes tipos de metal. En el electrodo negativo (�nodo) es donde tiene lugar la corrosi�n.

Podemos resumir lo anterior diciendo que para que exista corrosi�n deben cumplirse unas ciertas condiciones m�nimas. �stas son:

1. Debe haber un �nodo y un c�todo.

2. Debe existir un potencial el�ctrico entre los dos electrodos (�nodo y c�todo).

3. Debe haber un conductor met�lico que conecte el�ctricamente el �nodo y el c�todo.

4. Tanto el �nodo como el c�todo deben estar sumergidos en un electrolito conductor de la electricidad, el cual est� ionizado.

Una vez cumplidas estas condiciones, puede circular una corriente el�ctrica dando lugar a un consumo de metal (corrosi�n) en el �nodo.

La diferencia de potencial creada entre el �nodo y el c�todo provoca una migraci�n de electrones desde el �nodo al c�todo a lo largo del conductor met�lico externo, un alambre de cobre por ejemplo, como se indica en la figura 4.


Figura 4. Sentido del flujo de electrones y del flujo convencional de la corriente el�ctrica en una celda de corrosi�n.

En el �nodo, al perder electrones, quedan iones hierro cargados positivamente, Fe2+, los cuales pueden combinarse con iones cargados negativamente, OH, que se encuentran en las inmediaciones del �nodo, pudi�ndose formar ocasionalmente hidr�xido ferroso, Fe(OH)2, el cual puede reaccionar con posterioridad para formar hidr�xido f�rrico, Fe(OH)3, la familiar y conocida herrumbre.

En el c�todo y procedentes del �nodo van llegando, a trav�s del conductor met�lico externo, electrones. Estos electrones cargados negativamente, al llegar a la interfase c�todo-soluci�n, se combinan con los iones hidr�geno cargados positivamente, H+, para formar hidr�geno gas, H2. Cuando los iones hidr�geno se convierten en hidr�geno gaseoso, al combinarse con los electrones procedentes del �nodo, se crea un exceso de iones OH en las inmediaciones del c�todo. Este exceso de iones OH hace que aumente la alcalinidad y, por tanto, el pH del electrolito adyacente al c�todo.

Desde un punto de vista conceptual, hay algunos puntos de importancia que conviene aclarar por lo que respecta al flujo de la corriente el�ctrica. El concepto convencional de corriente supone un flujo desde un potencial positivo (+) a un potencial negativo (). Esto puede llevar a una cierta confusi�n, ya que la representaci�n convencional del flujo de la corriente el�ctrica es precisamente en la direcci�n opuesta al flujo de los electrones, como se indica en la figura 4.

Conviene recordar los siguientes puntos, en los t�rminos del flujo de corrientes convencionales:

1) La corriente el�ctrica, de acuerdo con la convenci�n, circula desde el polo positivo (+) al negativo (-) en un circuito el�ctrico. Esto indica que en nuestro caso la corriente circular� del c�todo hacia el �nodo, a trav�s del conductor met�lico.

2) En el electrolito, el transporte de la corriente el�ctrica tendr� lugar entonces del �nodo al c�todo.

3) Habr� un consumo y por tanto la consiguiente p�rdida de metal, en aquellos lugares del �nodo en que la corriente abandone el electrodo para pasar al electrolito.

PRODUCCI�N DE UNA CORRIENTE EL�CTRICA EN UN PROCESO DE CORROSI�N

Podemos plantear un experimento sencillo para visualizar la producci�n de una corriente el�ctrica en un proceso de corrosi�n. La producci�n de una corriente el�ctrica por aireaci�n diferencial fue llevada a cabo en el a�o de 1923 por el profesor Ulick R. Evans y por este motivo se lo conoce como experimento de Evans. En la figura 5. se presentan los detalles del mismo.




Figura 5. Producci�n de una corriente el�ctrica por aireaci�n diferencial. Experimento de Evans.


Dos muestras de hierro se conectan a trav�s de un amper�metro, con el cero en el centro de la escala, y se colocan en una soluci�n de una sal, separadas por una membrana porosa. Cuando se hace pasar aire u ox�geno hacia el compartimiento de la izquierda, se puede observar el paso de una corriente el�ctrica a trav�s del amper�metro y la corrosi�n del hierro situado en el compartimiento de la derecha, en el cual precisamente no hay ox�geno.

Parece evidente entonces que la presencia del ox�geno en el compartimiento izquierdo est� promoviendo la corrosi�n del hierro precisamente en el compartimiento donde no hay ox�geno. Si se mueve la llave de tres pasos de manera que el ox�geno (aire) pase ahora al compartimiento de la derecha en vez del de la izquierda, la direcci�n de la corriente, observable en el amper�metro, cambia progresivamente, al mismo tiempo que se puede observar que la corrosi�n del hierro tiene lugar en el compartimiento en que no hay ox�geno, el de la izquierda. Tales hechos pueden explicarse f�cilmente, si se tiene en cuenta que la mayor�a de las reacciones involucradas no son de naturaleza qu�mica sino electroqu�mica. Las reacciones qu�micas son reacciones en las cuales toman parte �nicamente especies qu�micas. Por ejemplo, la disociaci�n qu�mica del agua (H2O) en sus iones, H+ y OH


H2O — H+ + OH

Las reacciones electroqu�micas, en cambio, son reacciones en las cuales no s�lo toman parte especies qu�micas, sino tambi�n cargas el�ctricas, por ejemplo, electrones negativos. Dos ejemplos de reacciones electroqu�micas lo constituyen la reacci�n de los iones hidr�geno a hidr�geno gas:



4 H+ + 4 e = 2 H2



y la oxidaci�n del agua a ox�geno gas:

2 H2O = 4 H+ + O2 + 4 e

La combinaci�n de estas dos reacciones electroqu�micas conduce a la reacci�n qu�mica global de descomposici�n del agua.

2 H2O = 2 H2 + O2

Para estudiar las reacciones electroqu�micas es conveniente utilizar el concepto de potencial de electrodo, el cual veremos con detalle en el cap�tulo siguiente. Podemos adelantar que si un metal est� en contacto con un electrolito, su potencial electr�dico ser� precisamente el potencial el�ctrico de este electrodo medido con respecto al potencial el�ctrico de un electrodo de referencia.

IMPORTANCIA DE LA CORROSI�N EN LA PRODUCCI�N Y EN EL DESARROLLO ECON�MICO Y SOCIAL

Un estudio reciente efectuado por el National Bureau of Standards de los Estados Unidos (Efectos econ�micos de la corrosi�n met�lica en los Estados Unidos, Departamento de Comercio, 1979) se�ala que tomando como base el a�o 1975, los costos totales de la corrosi�n met�lica pueden estimarse del orden de los 70 billones de d�lares, lo cual supone un 4.2% del Producto Nacional Bruto (PNB). El estudio se�ala que aproximadamente un 15%, o sea 10.5 billones de d�lares (0.6% del PNB) pudiera haberse evitado. En un pa�s de un nivel de desarrollo tecnol�gico m�s parecido a M�xico, como Egipto, se ha realizado un estudio similar. Durante una investigaci�n en la que se invirti� un periodo de 3 a�os, se evaluaron los efectos econ�micos provocados por la corrosi�n de los materiales met�licos, los cuales se estimaron en aproximadamente 475 millones de d�lares, un 4.9% del PNB de Egipto.

Los estudios de que disponemos hasta la fecha han sido realizados entre 1949 y 1979 y provienen b�sicamente de 9 pa�ses. Los resultados globales est�n reproducidos en la siguiente tabla, con la indicaci�n del costo total de la corrosi�n expresado en d�lares americanos del valor del a�o de estudio. Asimismo y en aquellos casos en que ha sido posible, se expresa el porcentaje del Producto Nacional Bruto para el a�o en que se realiz� el estudio.

Costo de la corrosi�n por a�o.

Año
País
En millones de dólares EUA
En % del PNB
1949
EUA
5 500
1960-61
India
320
1964
Suecia
58 a 77
1965
Finlandia
47 a 62
0.58 a 0.77
1968-69
RFA
6 000
3.0
1969
URSS
6 700
2.0
1969
Gran Bretaña
3 200
3.5
1973
Australia
550
1.5 a 3.0
1974
URSS
18 850
4.1
1975
EUA
70 000
4.2
1976 — 77
Japón
9 200
1.8



Para varios de los pa�ses de que se dispone de datos, el costo de la corrosi�n representa aproximadamente entre un 2 y un 4% del PNB. No existen muchos datos sobre c�mo se reparten estos costos. El estudio realizado en la Gran Breta�a, conocido como informe Hoar, precisa que para este pa�s los costos debidos a la corrosi�n soportados por algunos sectores industriales, se pueden desglosar aproximadamente as�: transportes (26%), naval (21%), la industria de la construcci�n (18%), el petr�leo y la qu�mica (13%), etc. Muchos de los estudios efectuados han se�alado que entre un 20 y un 25% del costo total de la corrosi�n pudiera haberse evitado, mediante una mejor aplicaci�n de las diferentes t�cnicas anti-corrosi�n existentes, y con una mayor toma de conciencia de los riesgos que conlleva la corrosi�n. Mas all� de la frialidad de los n�meros y de los porcentajes del Producto Nacional Bruto, los problemas derivados de la corrosi�n se dejan sentir en tres vertientes:

1) econ�mica (p�rdidas directas e indirectas);

2) conservaci�n de recursos (agotamiento de las reservas naturales);

3) seguridad humana (fallos fatales en medios de transporte, corrosi�n de bidones que contienen residuos radioactivos, escapes en tuber�as de refrigeraci�n de plantas nucleares, etc.)

La p�rdida de vidas humanas es, desgraciadamente, una posibilidad que se puede presentar como una consecuencia directa o indirecta de la corrosi�n. �De qu� datos se dispone en M�xico para realizar un estudio semejante al efectuado en otros pa�ses sobre los costos de la corrosi�n? No disponen a la fecha los autores del presente libro de un estudio, siquiera aproximado, de lo que pueden suponer las p�rdidas debidas a la corrosi�n.

Una encuesta realizada muy recientemente sobre los problemas que plantea la corrosi�n a la Industria Qu�mica Mexicana (Ciencia y Desarrollo n�m. 64 p. 103, septiembre-octubre 1985) ha se�alado la incidencia del fen�meno en m�s de un 90% de las empresas que contestaron la encuesta. Ello habla por s� mismo de la gravedad del problema, y seguramente a nivel nacional, englobando a todos los sectores productivos, representa una cantidad m�s que respetable de dinero. No obstante, no son tanto los indicadores econ�micos lo preocupante, sino la incidencia que la corrosi�n tiene en la seguridad humana. El costo social de la corrosi�n puede llegar a ser tan elevado que deber�a prest�rsele una mayor atenci�n por el lado de las autoridades, empezando por la propia toma de conciencia personal. Lo "normal" desgraciadamente entre los utilizadores de metales en su mayor o menor grado de ignorancia acerca del c�mo y cu�ndo puede ocurrir la corrosi�n y el modo de prevenirla o evitarla.

A la corrosi�n, en los apretados programas de las carreras t�cnicas, si acaso, se le reserva el papel de una materia optativa, muchas veces para cubrir unos cr�ditos sobrantes al finalizar los estudios de ingenier�a. La preparaci�n de los profesionales que tienen que ver con la utilizaci�n de materiales met�licos, redundar�a en una acertada utilizaci�n de los recursos anticorrosivos de que se dispone a la fecha y con ello se conseguir�a un considerable ahorro en la monstruosa cifra que anualmente representan las p�rdidas originadas por la corrosi�n.

En estos d�as de recortes presupuestales, de ahorro de energ�a y de conservaci�n de los recursos naturales, parece incre�ble que no se haga a�n nada al respecto.

NOTAS

1 El sentido de una corriente el�ctrica se define como el sentido del movimiento de las cargas libres. Sin embargo, surge la dificultad de que en un conductor electrol�tico est�n en movimiento en sentidos opuestos cargas libres de ambos signos (cationes y aniones). Cualquiera que fuera el sentido asignado a la corriente, habr�a cargas movi�ndose en sentido opuesto. Ya que ha de adoptarse alg�n convenio, se ha coincidido en hablar del sentido de una corriente como si los portadores fueran todos cargas positivas.

En un conductor met�lico, s�lo son libres las cargas negativas o electrones libres. De aqu� que toda la corriente en un conductor met�lico se produce por el movimiento de cargas negativas y, por tanto, los electrones se mueven en sentido opuesto al convencional.

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