EP�LOGO

LEOPOLDO GARC�A-COL�N

EPILOGAR una obra es recapitularla. Para ello es obviamente necesario disponer de la obra completa. En el caso de la obra de Niels Bohr esto es poco factible dadas las limitaciones de espacio y otras circunstancias. La idea central detr�s de este libro, destinado a homenajear al distinguido cient�fico dan�s, fue la de resaltar y divulgar algunas de sus contribuciones m�s notables a la f�sica. Pero no s�lo hizo contribuciones notables en esta ciencia sino que desempe�� un papel central en los problemas humanos de las actividades cient�ficas y en el impacto mismo de la ciencia en la pol�tica y en la sociedad.

Como f�sico, fue el autor de varias ideas revolucionarias, desde la introducci�n de su modelo para el �tomo que permiti� comprender la tabla peri�dica de los elementos; tuvo un papel motor en el desarrollo de las ideas sobre la conceptualizaci�n de la mec�nica cu�ntica y, posteriormente, intervino en el problema de las fluctuaciones del campo electromagn�tico y en los primeros modelos del n�cleo at�mico. Su trabajo es de una profundidad y un alcance tales que todav�a hoy en d�a hablamos y discutimos sobre �l con mucha frecuencia. Junto con Einstein, puede consider�rsele uno de los que m�s han influido en el desarrollo del pensamiento cient�fico de este siglo.

Como hombre de ciencia, consciente de los alcances de las investigaciones sobre la reacci�n nuclear y la estructura nuclear, que tuvieron una influencia decisiva en el desarrollo de la energ�a nuclear, afront� una situaci�n en la que la f�sica y las relaciones humanas entran en conflicto. Colabor� en la creaci�n de la bomba at�mica y, conocedor de su poder demoledor, se constituy� en brillante defensor de la no proliferaci�n de armas nucleares entre las naciones poderosas del orbe. En junio de 1950 dirigi� una carta abierta a las Naciones Unidas haciendo un llamado a este respecto. Uno de sus p�rrafos es elocuente:

En los �ltimos a�os, los acontecimientos pol�ticos mundiales han aumentado la tensi�n entre las naciones y, simult�neamente, las perspectivas de que las naciones grandes puedan competir con la posesi�n de medios para aniquilar grandes sectores de poblaci�n y aun convertir considerables porciones de la Tierra en zonas temporalmente inhabitables, han provocado alarma y confusi�n generalizadas. Como dif�cilmente puede surgir la cuesti�n de que la humanidad renuncie al prospecto de mejorar las condiciones materiales de vida a trav�s de las fuentes de energ�a at�mica, un ajuste internacional radical de las relaciones internacionales es, evidentemente, indispensable si la civilizaci�n debe sobrevivir.

En su homenaje a Bohr, Weisskopf afirma que con su muerte se termin� una era, la era de los grandes hombres que crearon la ciencia moderna. Hay m�s que esto. Leyendo los m�ltiples escritos de aquellos que colaboraron con Bohr y del propio Bohr, se percibe con claridad que toda una escala de valores se ha perdido. La ciencia se hac�a en aquella �poca ma�ana tarde y noche, entre seminarios, discusiones, almuerzos, paseos en bicicleta, excursiones a pie y otros pasatiempos. En estos �ltimos participaban no s�lo los cient�ficos sino sus esposas, familiares y, a menudo, amigos especialistas en otros campos del saber. Bohr y su esposa Margarita atend�an cordialmente a sus hu�spedes en su casa, situada junto al propio Instituto. A menudo, a la mitad de una discusi�n Bohr de repente sal�a un momento con alg�n pretexto para atender un asunto administrativo pero dec�an sus amigos, iba a ver a Margarita con objeto de obtener de ella el apoyo y la inspiraci�n necesarias para continuar con su trabajo. Las actividades creativas se conceb�an, pues, como parte integral de una cultura y de una sociedad. En �sta, la �poca de oro de la ciencia, muchos pa�ses atravesaron por graves crisis econ�micas, Alemania por ejemplo, y sin embargo fueron el centro de nucleaci�n, y los grandes motores de la ciencia moderna. En ellos florecieron varios Institutos y Universidades de primer�sima calidad, y cient�ficos como los Bohr, Heisenberg, Dirac, Einstein, etc., a la sombra de sus gobiernos y de fundaciones como la Carlsberg y otras. Nunca encuentra uno en los escritos de los historiadores de la ciencia de ese entonces menciones a los problemas derivados de la burocracia administrativa, los bajos tabuladores, los SNI, CONACYT y decenas de siglos m�s, los controles de asistencia, la ciencia para el pueblo, y otros tantos factores que agobian a la comunidad cient�fica contempor�nea, sobre todo en pa�ses como el nuestro.

La realidad es que la ciencia era una actitud hacia la vida, estimulada y protegida por la propia sociedad. La �poca de oro termin� cuando se convirti� en una forma de ganarse la vida. �Y los valores cambiaron!





Figura 1. Niels Bohr a los 4 años (derecha), con su hermano Harald (en brazos de su madre) y su hermana Jenny.





Figura 2. Margrethe Norlund y Niels Bohr al anunciar su compromiso (1911).





Figura 3. El matrimonio Bohr cincuenta años más tarde.







Figura 4. De izquierda a derecha Bohr, James Frank y H. M. Hansen en los años veinte.









Figura 5. Una nueva generación de Bohrs durante un paseo con su padre.









Figura 6. Al frente de esta foto y de izquierda a derecha, tres de los más notables físicos nucleares de nuestro siglo: Enrico Fermi, Werner Heisenberg y Bohr.






Figura 7. Las ecuaciones del pizarrón requieren de una explicación que Bohr ofrece con vehemencia.







Figura 8. Bohr enciende su sempiterna pipa.





Figuras 9 y 10. Niels Bohr y su escudo (1885-1962)



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