I. LA COMISI�N MEXICANA

DESPU�S del triunfo definitivo de los mexicanos en 1867, Benito Ju�rez y los gobernantes que le siguieron se preocuparon por dotar a la naci�n de instituciones educativas y culturales de alto nivel acad�mico, en la creencia de que as� lograr�an incorporar a M�xico al grupo de naciones tecnol�gicamente desarrolladas. Desgraciadamente las circunstancias pol�ticas, econ�micas y sociales de nuestro pueblo hicieron que muchos de los esfuerzos encaminados en aquella direcci�n fracasaran, o en el mejor de los casos, quedaran aislados sin lograr su objetivo principal.

A pesar de ello se gener� un gran inter�s por conocer las potencialidades de nuestro pa�s, lo que a su vez promovi� que la ciudadan�a culta se interesara en participar en las actividades de una serie de agrupaciones, como la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica, la Sociedad Cient�fica Antonio Alzate, la Sociedad Humboldt y otras, que promov�an el estudio de las ciencias exactas y naturales, as� como el desarrollo de la sociedad y el arte, tratando de que la naci�n mexicana tuviera los beneficios de la cultura universal.

La idea de enviar una comisi�n de astr�nomos mexicanos para observar el tr�nsito de Venus en 1874 fue discutida primero en la C�mara de Diputados en 1871. Sin embargo, esa discusi�n, por no haber sido presentada con car�cter oficial, no fue muy lejos seguramente porque se pens� que a�n faltaba mucho tiempo para la fecha en que habr�a de ocurrir el fen�meno.

En 1872 Francisco Jim�nez, astr�nomo mexicano muy conocido en los c�rculos culturales de nuestro pa�s, public� a petici�n de la Direcci�n de la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica un art�culo sobre los pasos de Venus y Mercurio. En �l, adem�s de presentar la informaci�n solicitada. relataba la participaci�n que los criollos mexicanos Joaqu�n Vel�zquez de Le�n, Antonio Alzate y Jos� Antonio Bartolache hab�an tenido en las observaciones del tr�nsito venusino de 1769. Ese escrito, aparecido en el bolet�n de esa sociedad en el mismo 1872, contribuy� a despertar el inter�s de algunas personas para que M�xico enviara una comisi�n en 1874.

A principios de ese a�o volvi� a tratarse el tema en una reuni�n de miembros de la sociedad arriba citada. En aquella ocasi�n, por considerar que ya el tiempo disponible para organizar seriamente una expedici�n era insuficiente, no se concluy� nada.

El 11 de abril del mismo a�o el ingeniero Francisco D�az Covarrubias, presidente anual de la Sociedad Humboldt, present� una memoria, posteriormente impresa, que intitul� Exposici�n popular del objeto y utilidad de la observaci�n del paso de Venus por el disco del Sol. Ese trabajo revivi� la discusi�n sobre la posibilidad de mandar un grupo de cient�ficos mexicanos para que realizara las observaciones pertinentes.

D�az Covarrubias recalc� en dicha reuni�n que debido a la hora en que ocurrir�a el tr�nsito, solamente ser�a visible en su totalidad en una zona que inclu�a parte de Asia y Ocean�a, regi�n casi ant�poda a nuestro pa�s en el globo terr�queo, por lo que el viaje, de hacerse, no ser�a f�cil y tendr�a que emprenderse lo antes posible.




Figura 1. Comisi�n Mexicana. De pie y de izquierda a derecha, Francisco Jim�nez, Francisco D�az Covarrubias, Francisco Bulnes. Sentados, Agust�n Barroso y Manuel Fern�ndez Leal. Tomada de L. G. Le�n, Los progresos de la astronom�a en M�xico desde 1810 hasta 1910.

Adem�s de la justificaci�n puramente cient�fica para realizar esa expedici�n, se insisti� en que M�xico, como prueba de la madurez institucional que hab�a alcanzado despu�s de triunfar sobre los conservadores y sus aliados extranjeros, deb�a contribuir al concierto de los pa�ses civilizados en tan noble y desinteresada misi�n, que a fin de cuentas aportar�a informaci�n que acrecentar�a el acervo cultural de la humanidad.

No faltaron opositores a este proyecto. Se dijo que la situaci�n econ�mica del erario p�blico no estaba en condiciones de andar pagando un viaje para que algunos individuos fueran hasta el otro lado del mundo a ver pasar un planeta.

En fin, lleg� el 8 de septiembre, fecha en la que se conmemor� el vig�simo s�ptimo aniversario de la defensa del Molino del Rey en contra del invasor estadounidense. En ese acto el diputado Juan Jos� Baz habl� del asunto del tr�nsito de Venus con el presidente de la Rep�blica, Sebasti�n Lerdo de Tejada. �ste se entusiasm� con la idea, sobre todo por lo que en el plano cultural podr�a aportar a un pa�s como el nuestro, que despu�s de tantas guerras a�n buscaba su identidad. Un evento de esta naturaleza podr�a servir para reforzar el orgullo nacional.

El ingeniero Francisco D�az Covarrubias, persona que se hab�a distinguido como educador y cient�fico notable, desde muy joven se dio a conocer por sus investigaciones y trabajos en el campo de la geodesia y la astronom�a. Sus predicciones sobre la ocurrencia de eclipses y otros fen�menos astron�micos, basadas en c�lculos matem�ticos de lo m�s rigurosos, hab�an demostrado sobradamente su capacidad en esta �rea del conocimiento humano; adem�s, entre enero y junio de 1863 hab�a instalado el primer observatorio astron�mico oficial que existi� en el M�xico independiente, en Chapultepec.

A nadie debi� extra�ar que el presidente Lerdo de Tejada mandara llamarlo para que le asesorara sobre la posibilidad de que astr�nomos mexicanos concurrieran a observar el evento que ocurrir�a el 9 de diciembre de 1874. En efecto, el 11 de septiembre, D�az Covarrubias se entrevist� con Lerdo de Tejada. �ste le hizo las dos preguntas siguientes: �hab�a en M�xico personas capaces para integrar una comisi�n astron�mica que intentara realizar con �xito la observaci�n del tr�nsito?, y de ser as�, �hab�a instrumentos adecuados y disponibles en la capital del pa�s o sus cercan�as?

D�az Covarrubias contest� afirmativamente a las dos preguntas, e hizo saber al Presidente que el problema m�s serio era el poco tiempo disponible antes de la ocurrencia del tr�nsito y lo largo del viaje que se tendr�a que hacer. Por instrucciones de Lerdo de Tejada se dedic� a reunir informaci�n exacta sobre la posible duraci�n del viaje de ida y la ruta que se seguir�a

Planear un viaje desde la ciudad de M�xico hasta alg�n remoto punto de Asia u Ocean�a no era empresa f�cil en aquellos d�as. Adem�s de los problemas inherentes a todo viaje de esa magnitud, se presentaba la dificultad de transportar de manera segura los instrumentos que habr�an de utilizarse. En efecto, la principal carga que llevar�an eran los pesados telescopios, objetos muy voluminosos y masivos, pero a la vez extremadamente delicados.

Acapulco, puerto tradicional para viajar al Oriente, era el lugar id�neo para embarcarse hacia las lejanas tierras que intentaban visitar. Sin embargo la falta de caminos regularmente transitables entre ese puerto y la ciudad de M�xico, as� como la falta de barcos confiables que partieran en fecha pr�xima hacia Asia u Ocean�a, obligaron a D�az Covarrubias a tomar otra ruta.

Aprovechando que desde 1873 se hab�a terminado en su totalidad la ruta del Ferrocarril Mexicano entre la capital del pa�s y Veracruz, decidi� que lo m�s pr�ctico ser�a viajar a ese puerto para de ah� embarcarse a Nueva York, desde donde cruzar�an en tren los Estados Unidos, para llegar finalmente a San Francisco, California. Un viaje mucho m�s largo que el de la ciudad de M�xico a Acapulco, pero dadas las condiciones de nuestro pa�s, resultaba m�s confiable y probablemente m�s r�pido ese recorrido a trav�s del enorme territorio estadounidense.

Las estimaciones que D�az Covarrubias hizo del tiempo que tardar�a el viaje total hasta Pek�n, lugar escogido como posible punto para la instalaci�n del observatorio mexicano, fueron las siguientes:

De M�xico a Nueva York . . . . . . 12 d�as
De Nueva York a San Francisco 8 d�as
De San Francisco a Yokohama 25 d�as
De Yokohama a Pek�n 10 d�as


por lo que en total, desde la ciudad de M�xico hasta Pek�n har�an unos dos meses. Si lograban salir de la capital de la Rep�blica el 17 de septiembre y no hab�a ning�n contratiempo serio, alrededor del 12 de noviembre podr�an estar en China. �Casi un mes antes de que ocurriera el paso de Venus!

El presidente Lerdo de Tejada estuvo de acuerdo con este plan y con el presupuesto que le present� D�az Covarrubias, por lo que le dio facultades para reunir los instrumentos necesarios, as� como para nombrar a los astr�nomos que integrar�an la Comisi�n.

Desde un principio D�az Covarrubias consider� que la Comisi�n deber�a estar integrada por cuatro personas, de tal manera que, si fuera posible, se dividir�a en dos grupos que tratar�an de efectuar independientemente la observaci�n del tr�nsito venusino desde dos lugares diferentes. As�, podr�an determinar la paralaje solar sin tener que recurrir a los datos que obtuvieran comisiones de otros pa�ses; adem�s, de esta manera tambi�n se aumentaba la posibilidad de realizar bien la observaci�n, pues si en alguno de los dos observatorios mexicanos hab�a alg�n problema imprevisto o se presentaba mal tiempo, siempre quedaba la posibilidad de que en el otro se realizara de manera satisfactoria la observaci�n.

Se preocup� entonces por conseguir instrumentos suficientes para formar dos equipos de trabajo, cuidando que los aparatos utilizados fueran lo m�s similares posible. Pudo disponer de un telescopio cenital, un teodolito y un bar�metro proporcionados por el Ministerio de Fomento. La Escuela de Ingenieros le facilit� otro telescopio cenital y un cron�metro, mientras que el Colegio Militar facilit� un telescopio refractor sencillo y otro cron�metro. Adem�s se consiguieron en diferentes partes instrumentos peque�os como term�metros, higr�metros y sextantes. Finalmente el mismo D�az Covarrubias proporcion� de su observatorio particular algunos otros instrumentos, entre los que se encontraban dos telescopios de tipo altazimut.



Figura 2. Anteojo cenital de Troughton & Simms usado por miembros de la Comisi�n Astron�mica Mexicana. Archivo de Placas Fotogr�ficas, Instituto de Astronom�a, UNAM.

Todos esos aparatos, cuidadosamente desarmados y empacados en resistentes cajas de madera, quedaron listos para el largo viaje.

El 14 de septiembre, D�az Covarrubias present� al presidente Lerdo de Tejada su propuesta para integrar la Comisi�n Astron�mica Mexicana. �ste la aprob�, con la �nica modificaci�n de agregar una persona m�s, cuya responsabilidad principal ser�a la de hacer la cr�nica oficial del viaje. Finalmente la comisi�n qued� integrada por las siguientes personas: ingeniero Francisco D�az Covarrubias, presidente y primer astr�nomo de la Comisi�n; ingeniero Francisco Jim�nez, segundo astr�nomo; ingeniero Manuel Fern�ndez Leal, top�grafo y calculador; ingeniero Agust�n Barroso, calculador y fot�grafo, e ingeniero Francisco Bulnes, cronista y calculador.

Tan pronto como los comisionados tuvieron listo lo necesario para iniciar el viaje, se presentaron ante Lerdo de Tejada para informarle de su partida. El 18 de septiembre por la tarde, el Presidente se entrevist� con ellos para darles sus �ltimas instrucciones. A las doce de la noche de ese mismo d�a partieron a bordo del Ferrocarril Mexicano rumbo a Orizaba, D�az Covarrubias, Bulnes y Barroso. Francisco Jim�nez y Manuel Fern�ndez Leal salieron al d�a siguiente, cuidando del transporte de las pesadas cajas.

LOS INTEGRANTES DE LA COMISI�N ASTRON�MICA MEXICANA

Sin la pretensi�n de presentar un estudio biogr�fico completo sobre los cinco miembros de la Comisi�n Astron�mica Mexicana, s� juzgamos de inter�s para este trabajo se�alar algunos de los aspectos sobresalientes en la vida de cada uno de ellos hasta su nombramiento como miembros de esa comisi�n; sobre todo porque esos hechos seguramente influyeron de manera importante en la decisi�n de incorporarlos a �sta.

Tanto por su trayectoria acad�mica como por su participaci�n en la vida pol�tica y cultural del pa�s, Francisco D�az Covarrubias, promotor y alma de la Comisi�n, fue el personaje m�s importante de ella.

Naci� en Jalapa en 1833; fue el mayor de seis hermanos, tres hombres y tres mujeres. A temprana edad quedaron hu�rfanos de padre, por lo que su madre, mujer de fuerte personalidad y gran inter�s por la cultura, decidi� trasladarse en compa��a de sus hijos a la ciudad de M�xico, donde, con ayuda de algunas amistades de la familia, logr� proporcionarles la mejor educaci�n posible en el M�xico de aquellos a�os.

A los diecis�is a�os Francisco D�az Covarrubias entr� como alumno interno al Colegio de Miner�a, donde r�pidamente destac� como uno de los mejores y m�s capaces estudiantes. Ya para 1851 se hab�a dado a conocer por el constante inter�s que manifestaba en todos los estudios y muy especialmente en lo tocante a la astronom�a. En los ex�menes finales de ese a�o le toc� el honor de ser alumno actuante de la segunda clase de matem�ticas y en la de principios de astronom�a y geograf�a.

En 1852 volvi� a ganar esa distinci�n, s�lo que en esa ocasi�n fue alumno actuante de las clases de f�sica, alem�n, topograf�a y geodesia.

Lo mismo logr� al a�o siguiente, cuando fue alumno actuante de las clases de qu�mica, y de topograf�a, geodesia y cosmograf�a.

Para 1854 ya no figur� como alumno actuante en los actos p�blicos porque fungi� como profesor interino de la clase de topograf�a, geodesia y cosmograf�a.

Hacia principios de 1855, con la colaboraci�n de Juan Mar�a Balbot�n, determin� mediante observaciones astron�micas la posici�n exacta de la ciudad de Quer�taro. Durante ese a�o y el siguiente continu� como profesor interino de la materia se�alada. Adem�s fue nombrado primeramente tercer vocal de la junta facultativa del Colegio de Miner�a y despu�s secretario de la misma.

Para 1856 su prestigio como especialista sobresaliente en el ramo de la geodesia era bien conocido en la capital de la Rep�blica, por lo que frecuentemente era consultado sobre ese tema por sus compa�eros de profesi�n y funcionarios gubernamentales de alta jerarqu�a. As� por ejemplo, en junio de ese a�o, Manuel Siliceo, ministro de Fomento, le pidi� a D�az Covarrubias que realizara las observaciones astron�micas necesarias para determinar de la manera m�s precisa posible la posici�n geogr�fica de la ciudad de M�xico. Estas fueron hechas r�pidamente por el astr�nomo, utilizando para ello los instrumentos del peque�o observatorio de pr�cticas del Colegio de Miner�a.

Cuando las entreg� al ministro de Fomento aclar� que no eran tan precisas como �l hubiera deseado y que en un futuro cercano, al tener mayor n�mero de observaciones, las mejorar�a. A pesar de su aclaraci�n, el informe fue bien aceptado y el Ministro le agradeci� su inter�s y colaboraci�n, indic�ndole que sus datos ser�an utilizados en los informes oficiales pertinentes.

Debido al inter�s que el gobierno de la Rep�blica ten�a por conocer y cuantificar los recursos naturales del pa�s, se preocup� por promover y apoyar muchos estudios encaminados a ese fin. En 1856 organiz� la Direcci�n General para la Formaci�n del Mapa Geogr�fico del Valle de M�xico encargada de realizar todos los estudios necesarios para tener el conocimiento sobre la ciudad de M�xico y sus alrededores. Ese organismo dividi� el trabajo entre varias secciones, poniendo al frente de cada una de ellas a connotados especialistas.

De la secci�n de astronom�a y geodesia se nombr� director al ingeniero Jos� Salazar Ilarregui y primer ingeniero a Francisco D�az Covarrubias. Es interesante hacer notar que eso suced�a cuando �ste contaba con escasos veinticuatro a�os de edad y todav�a no se hab�a recibido.

D�az Covarrubias calcul� y dijo p�blicamente que el 25 de marzo de 1857 ocurrir�a un eclipse total de Sol que, parcialmente, ser�a visto desde la ciudad de M�xico. Como el Calendario de Galv�n, m�xima autoridad popular en este tipo de eventos, aseguraba que dicho fen�meno no ser�a visto desde nuestra capital, la predicci�n del joven astr�nomo fue recibida con sarcasmo y burlas.

A pesar de la fuerte cr�tica que se le hizo, D�az Covarrubias no entr� en pol�micas in�tiles y respondi� invitando a los interesados para que asistieran a su campo de observaci�n ubicado por el rumbo de San L�zaro, donde hab�a instalado doce telescopios y algunos cron�metros que diferentes instituciones le hab�an prestado, para que ah�, el d�a se�alado por �l, pudieran comprobar su predicci�n.

El evento astron�mico ocurri� con s�lo dos segundos de diferencia a lo predicho por D�az Covarrubias, por lo que, al t�rmino del eclipse, fue ovacionado y convertido moment�neamente en una especie de �dolo popular.

El 24 de agosto de 1858 Francisco D�az Covarrubias present� de manera por dem�s brillante su examen profesional, recibiendo el t�tulo de ingeniero ge�grafo.

Los acontecimientos pol�ticos ocurridos por esos a�os dificultaron y finalmente impidieron que la Comisi�n encargada del estudio del Valle de M�xico pudiera terminar sus trabajos. Sin embargo, algunos de ellos fueron publicados, entre otros, la Determinaci�n de la posici�n geogr�fica de M�xico, publicada en 1859, y las tablas geod�sicas calculadas para latitudes de la Rep�blica, publicaci�n que apareci� el 1� de enero de 1859 en el peri�dico cient�fico Anales Mexicanos.

El 2 de junio de ese mismo a�o el peri�dico capitalino La Sociedad public� los c�lculos hechos por D�az Covarrubias relativos a un eclipse solar que habr�a de ocurrir el 18 de julio de 1860. A diferencia de lo sucedido en 1857, en esta ocasi�n, la informaci�n proporcionada por nuestro astr�nomo no fue tan s�lo bien recibida, sino que se public� con elogios, invit�ndose a los dem�s peri�dicos a que la reprodujeran.

El 14 de abril de 1861 comenz� un viaje hacia los Estados Unidos con la idea de visitar algunos observatorios astron�micos de ese pa�s, as� como comprar instrumentos que requer�a la Direcci�n de Caminos, dependencia que hab�a sido puesta bajo su cargo.

En esas fechas los Estados Unidos se encontraban en los principios de la Guerra de secesi�n, lo que afect� el viaje planeado por el ingeniero Covarrubias.

Por reflejar de cierta manera el car�cter del joven cient�fico mexicano, relataremos una an�cdota que con motivo de esa guerra le ocurri� a nuestro personaje. En su libro sobre el viaje a Jap�n narra que iba de Nueva York a La Habana a bordo del vapor De Soto, buque mercante que pertenec�a a los estados del norte, por lo que el capit�n de dicha nave se ve�a obligado a realizar la traves�a con todas las precauciones posibles, tratando de evitar encontrar alg�n barco confederado. Una tarde que se hallaban en el llamado Canal de Bahama se present� a babor y a considerable distancia un barco de guerra de los sure�os, que seguramente intentaba darles caza. El De Soto s�lo contaba con dos peque�os ca�ones, incapaces de sostener batalla con un crucero como el que los persegu�a. A pesar de ello el capit�n prepar� a la tripulaci�n, en caso de combate, e invit� a todos los pasajeros a tomar tambi�n las armas. La invitaci�n no fue rehusada por nadie. Dadas las circunstancias, D�az Covarrubias consider� un deber impuesto por sus convicciones liberales, luchar contra los esclavistas. Hechos los preparativos para el supuesto combate, el capit�n del De Soto comenz� a impartir instrucciones a sus tripulantes para maniobrar con el barco, intentando escapar de esa manera del crucero confederado. Cambiaba de rumbo a cada instante, ocult�ndose de cuando en cuando de la vista de su enemigo al meterse entre los m�ltiples islotes de la zona. Apagaba algunas veces las luces de babor, otras las de estribor y en ocasiones todas. De esa manera logr� aumentar la distancia que los separaba del buque de los confederados, pues el capit�n de esa nave, no atrevi�ndose a tener un posible choque con los muchos arrecifes del lugar, disminuy� la velocidad de su barco, dejando que se le escapara una presa segura. A medianoche ya hab�an logrado perder completamente al enemigo. Entonces el capit�n del De Soto dirigi� su barco directamente a Cuba, sin disminuir para nada la potencia de las m�quinas, llegando al d�a siguiente a las seguras aguas de la isla. Concluye D�az Covarrubias esa an�cdota diciendo:


Durante esa larga noche de vigilia y alarma, yo no s� si me causaba tanta emoci�n la perspectiva de un combate naval tan desfavorable para nosotros, como el peligro constante que corr�amos de estrellarnos contra algunos de los muchos arrecifes que all� existen, e ir a aumentar de ese modo los restos de numerosos buques que entre ellos han perecido.

A su regreso a M�xico volvi� a encargarse de su clase en el Colegio de Miner�a y de algunos asuntos oficiales.

En noviembre de ese mismo a�o la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica, de la que era miembro activo, lo comision�, junto con otros destacados socios de esa organizaci�n, para que elaborara el Cuadro Sin�ptico de la Rep�blica Mexicana, recayendo en sus manos la responsabilidad de redactar la memoria correspondiente a las aplicaciones de la astronom�a a la geograf�a.

A fines de 1861 el ministro de Fomento celebr� un contrato con D�az Covarrubias, por el cual �ste se comprometi� a terminar en un plazo de diez meses el trabajo que hab�a dejado inconcluso la Direcci�n General para la Formaci�n del Mapa Geogr�fico del Valle de M�xico. Como resultado de ese compromiso, D�az Covarrubias redact� la Memoria presentada al Ministro de Fomento, sobre la medida de la base para la triangulaci�n fundamental del Valle de M�xico, escrito que los especialistas de su tiempo juzgaron obra verdaderamente notable.

En cumplimiento del encargo que le hab�a hecho la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica en noviembre de 1861, public� en el Bolet�n de esa misma sociedad la Carta Hidrogr�fica del Valle de M�xico levantada de orden del Ministerio de Fomento, por los ingenieros Miguel Iglesias, Andr�s Almaraz, Mariano Santa Mar�a y Jos� Antonio de la Pe�a, bajo la direcci�n del ingeniero ge�grafo Francisco D�az Covarrubias. 1862.

Su inter�s por la astronom�a lo llev� a proponer la creaci�n de un observatorio astron�mico que se ubicara en el Castillo de Chapultepec. Apoyada su propuesta por el ministro de Justicia, Jes�s Ter�n, de quien en esa �poca depend�a el ramo de Educaci�n, se procedi� a ponerla en pr�ctica. En septiembre de 1862 fue nombrado director del futuro Observatorio Astron�mico Nacional, encarg�ndosele que instalara en Chapultepec algunos de los mejores instrumentos astron�micos que por ese entonces hab�a en la ciudad de M�xico. Se le pidi� adem�s que hiciera las recomendaciones pertinentes para la futura compra de aparatos de mayor potencia.

Debido a la intervenci�n francesa, ese observatorio tuvo una vida realmente corta. Comenz� a trabajar en enero de 1863. Los primeros trabajos realizados fueron las observaciones necesarias para conocer los par�metros instrumentales m�s importantes de los telescopios instalados ah�. El 31 de mayo de ese mismo a�o, ante la inminente entrada de las tropas invasoras a la capital de la Rep�blica, D�az Covarrubias y sus colaboradores se vieron obligados a suspender los trabajos del observatorio y a guardar los instrumentos.

A pesar de que Maximiliano trat� varias veces de contratar los servicios de D�az Covarrubias, �ste siempre se neg�, prefiriendo vivir en San Luis Potos� y despu�s en Tamaulipas, donde sobrevivi� haciendo levantamientos geod�sicos y topogr�ficos, as� como la demarcaci�n de los terrenos de algunas grandes haciendas.

El 24 de septiembre de 1866 envi� para su publicaci�n en el peri�dico capitalino La Sociedad, una carta protestando en�rgicamente por el caso que la Compa��a del Camino de Fierro, encargada de tender la v�a entre San Luis Potos� y Tampico, estaba haciendo de una carta topogr�fica de esa zona, que �l hab�a levantado con anterioridad y la citada compa��a extranjera hab�a publicado y utilizado sin su conocimiento y sin darle el cr�dito que como autor de dicho mapa le correspond�a.

Durante el tiempo de su autoexilio y como consecuencia de su pr�ctica en el terreno de la geodesia, escribi� la obra Tratado de topograf�a, geodesia y astronom�a, que publicado en 1870, habr�a de servir como libro de texto en esas materias por el resto del siglo XIX, ya que por ser un libro concebido espec�ficamente para las necesidades de nuestro pa�s, result� muy superior a los europeos que entonces se usaban en M�xico.

Como muchos otros liberales, D�az Covarrubias volvi� a la ciudad de M�xico cuando el presidente Ju�rez logr� la derrota definitiva de los conservadores y fuerzas extranjeras que los apoyaban. A poco de haberse restablecido el gobierno legal, Ju�rez fue a Chapultepec y en compa��a de D�az Covarrubias, recorri� las instalaciones de lo que hab�a sido el observatorio astron�mico. Encontraron que los instrumentos estaban casi todos inservibles y que las instalaciones mismas se encontraban en muy mal estado. Personalmente el presidente Ju�rez encarg� al ingeniero D�az Covarrubias que realizara un estudio para la posible reinstalaci�n del observatorio. �ste concluy� que la mayor�a del instrumental estaba tan da�ado que el dinero invertido en su compra se hab�a perdido. Como en esos momentos la enorme cantidad de problemas que la guerra hab�a dejado y lo exiguo del erario nacional no permit�an pensar en un nuevo gasto para reponer los instrumentos da�ados, D�az Covarrubias propuso que se esperara una mejor ocasi�n para tratar de reinstalar el Observatorio Astron�mico Nacional en Chapultepec.

El 23 de julio de 1867, fue nombrado por el presidente Ju�rez oficial mayor del Ministerio de Fomento.

Desde que nuestro pa�s hab�a logrado su independencia, una de las causas de mayor distanciamiento entre los liberales y los conservadores fue la cuesti�n educativa. Desde los primeros a�os de lucha entre esos grupos los ciudadanos que comulgaban con las ideas liberales hab�an intentado, de diferentes maneras, arrancar la educaci�n popular de manos del clero. Por eso, cuando el triunfo liberal fue definitivo, una de la primeras cosas que Ju�rez hizo fue expedir la Ley Org�nica de Instrucci�n P�blica en el Distrito Federal del 2 de diciembre de 1867 y bajo la cual fue creada la Escuela Nacional Preparatoria.

Esta escuela, fundada dentro del marco por ese entonces oficial del positivismo comtiano, congreg� a los m�s destacados educadores de ese momento, encabezados por Gabino Barreda.

Francisco D�az Covarrubias particip� desde el inicio del proceso de creaci�n de la Preparatoria, siendo uno de los miembros de la comisi�n que deline� el plan de estudios original. Iniciadas las labores docentes de esa escuela, fue profesor fundador del segundo curso de matem�ticas (geometr�a y trigonometr�a) y el 3 de febrero de 1869 fue nombrado subdirector de ese plantel educativo.

Al mismo tiempo que se hac�a cargo del curso mencionado y de la subdirecci�n de la Preparatoria, realizaba su trabajo en el Ministerio de Fomento y estudiaba la posibilidad de volver a abrir el Observatorio Astron�mico Nacional.

Durante 1870 public� un notable libro, Nuevos m�todos astron�micos, en el que adem�s de tratar de la manera cl�sica los problemas geod�sicos relacionados con la astronom�a, incluy� varios procedimientos totalmente nuevos y desarrollados por �l, mostrando as� su capacidad y creatividad como investigador cient�fico.

En 1871 dej� el curso de geometr�a y trigonometr�a para dirigir la Academia Superior de Matem�ticas de la Escuela Nacional Preparatoria. Convencido de que los textos disponibles para ese curso no cumpl�an cabalmente las necesidades de los alumnos, se dio a la tarea de escribir un texto de c�lculo diferencial e integral, el cual public� en 1874 bajo el t�tulo de Elementos de an�lisis trascendente.

A grandes rasgos, �sta hab�a sido la trayectoria de Francisco D�az Covarrubias cuando fue nombrado presidente y primer astr�nomo de la Comisi�n Astron�mica Mexicana.

Segundo en importancia en esa comisi�n fue Francisco Jim�nez. Naci� en la ciudad de M�xico en mayo de 1824. A los diecis�is a�os ingres� al Colegio Militar con la intenci�n de seguir la carrera de ingeniero militar. A los diecisiete a�os le fue conferido el grado de subteniente alumno.

En 1847 particip� en la lucha contra el invasor estadounidense. Por su grado de capit�n fue uno de los oficiales que participaron en la defensa del Castillo de Chapultepec durante la gesta de los Ni�os H�roes. Despu�s de una encarnizada batalla, la superioridad num�rica y t�cnica del invasor se impuso, y �l fue hecho prisionero junto con los dem�s defensores del Colegio Militar.

La guerra entre M�xico y los Estados Unidos termin� con la imposici�n, por parte de este �ltimo pa�s, del llamado Tratado de Guadalupe, cuyo art�culo 5º concret� el despojo de los territorios mexicanos del norte.

El 2 de noviembre de 1848 el presidente Jos� Joaqu�n de Herrera orden� que se formara la comisi�n que habr�a de marcar los nuevos l�mites entre nuestro pa�s y los Estados Unidos.

Al frente de la Comisi�n Mexicana de L�mites se puso al ingeniero y general Pedro Garc�a Conde, quien poco despu�s habr�a de morir en el desempe�o de esa comisi�n. El jefe de los trabajos cient�ficos y ge�metra de la misma fue el ingeniero Jos� Salazar Ilarregui.

Por su experiencia en las observaciones astron�micas, Francisco Jim�nez fue nombrado agrimensor de esa comisi�n, quedando encargado de coordinar los trabajos para la determinaci�n de las posiciones geogr�ficas de los puntos m�s notables a lo largo de nuestra nueva frontera con los Estados Unidos.

Los trabajos de la Comisi�n de L�mites comenzaron el 10 de octubre de 1849, y se continuaron por espacio de seis a�os. Desde un principio, nuestros representantes se vieron sujetos a condiciones de trabajo muy dif�ciles, pues los m�ltiples cambios pol�ticos habidos por ese tiempo en M�xico entorpecieron frecuentemente sus labores, llegando incluso a olvidarse de enviarles los fondos indispensables para su manutenci�n y dej�ndolos sin la necesaria escolta militar, indispensable para ellos, ya que con frecuencia se mov�an en territorios habitados por tribus hostiles, no sujetas a m�s jefe que el reconocido por las propias tribus.

En enero de 1856 se termin� el trazo definitivo de la l�nea fronteriza, por lo que Francisco Jim�nez y dem�s comisionados pudieron finalmente regresar a la ciudad de M�xico.

En ese mismo a�o Francisco Jim�nez recibi� el t�tulo de ingeniero ge�grafo, adem�s se reincorpor� a sus labores docentes en el Colegio Militar, donde fue catedr�tico de geodesia y astronom�a durante varios a�os.

En 1857 se public� en Washington la Memoria de los trabajos de cient�ficos practicados bajo la direcci�n de Francisco Jim�nez, primer ingeniero de la Comisi�n de L�mites Mexicanos.

En febrero de 1858 el jefe de la Comisi�n Mexicana de L�mites, Jos� Salazar Ilarregui, envi� al gobierno de la Rep�blica, por conducto del segundo jefe de esa comisi�n, ingeniero Francisco Jim�nez, cincuenta y ocho mapas de la l�nea divisoria, cuatro de ellos generales y cincuenta y cuatro de detalle. Adem�s inclu�a las actas originales de la Comisi�n Mixta y una colecci�n de vistas de los puntos m�s notables a lo largo de la frontera con los Estados Unidos, cuyas coordenadas geogr�ficas hab�an sido determinadas astron�micamente y que, seg�n dijera el mismo Salazar Ilarregui, eran las m�s precisas determinadas en M�xico. Hizo al mismo tiempo un elogio de los comisionados, resaltando de manera muy especial el trabajo y la habilidad de Francisco Jim�nez.

En 1861 el ministro de Fomento lo nombr� junto con el ingeniero Antonio Garc�a Cubas, para que coordinaran los trabajos tendientes a elaborar la carta geogr�fica de la Rep�blica. Las circunstancias pol�ticas de aquellos momentos obligaron a suspender ese trabajo. A pesar de ello se publicaron algunas de las investigaciones que iban a formar parte de esa carta; as� por ejemplo, Garc�a Cubas public� en 1863 la Descripci�n y uso del troque�metro, por Francisco Jim�nez, ingeniero ge�grafo, y distancias medidas con troque�metro por los ingenieros de la Comisi�n de L�mites, D. Jos� Salazar Ilarregui, D. Francisco Jim�nez, D. Manuel Fern�ndez, D. Manuel Alem�n, D. Agust�n y D. Luis D�az, D. Ignacio Molina y D. Miguel Iglesias.

En 1864, cuando era inspector de caminos, Francisco Jim�nez fue comisionado para que, en compa��a del ingeniero Miguel Iglesias, realizara un estudio t�cnico del viejo problema del desag�e de la capital y del Valle de M�xico.

En junio de 1865 Francisco Jim�nez public� la Memoria sobre la determinaci�n astron�mica de San Juan Teotihuac�n, donde, con gran claridad, informa acerca de todas las operaciones que tuvo que hacer para determinar la posici�n geogr�fica de esa poblaci�n. En noviembre de ese mismo a�o fue nombrado subsecretario interino del Ministerio de Fomento.

Continuando con sus estudios geogr�ficos, fue el primero en determinar las longitudes en nuestro pa�s utilizando se�ales telegr�ficas. En 1866 llev� a cabo la determinaci�n de la latitud de Cuernavaca, empleando por primera vez el tel�grafo electromagn�tico, mediante el que se transmitieron se�ales entre esa ciudad y la capital. Se intercambiaron ciento veinte se�ales en los d�as 3, 4, 8, 12, 13 y 14 de marzo de ese a�o. La informaci�n relativa a ese estudio fue publicada en la Memoria sobre la determinaci�n astron�mica de la ciudad de Cuernavaca.

Con motivo de sus trabajos topogr�ficos y geod�sicos hechos a lo largo del r�o Mezcala, public� en diciembre de 1870 la Memoria relativa a las observaciones astron�micas hechas en la exploraci�n del r�o de Mezcala.

En marzo de 1872 la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica, de la que era socio, le encarg� que escribiera un art�culo sobre los pasos de Venus y de Mercurio frente al disco solar. El trabajo fue publicado en el bolet�n de esa sociedad durante el mismo a�o. En �l, adem�s de proporcionar la informaci�n relevante de esos fen�menos astron�micos, hac�a notar la importancia del trabajo desarrollado en 1769 por los criollos mexicanos Joaqu�n Vel�zquez de Le�n y Antonio Alzate, quienes con las observaciones que hicieron del tr�nsito venusino de ese a�o, contribuyeron a fijar el mejor valor de la paralaje solar logrado durante el siglo XVIII. Ese estudio contribuy� a despertar el inter�s de algunos intelectuales de nuestro pa�s, para que se enviara una comisi�n de mexicanos a observar el tr�nsito de 1874.

A principios de 1873 apareci� publicado en el Bolet�n de la Sociedad Mexicana de Geograf�a y Estad�stica un "Dictamen de la Comisi�n Astron�mica relativo a la publicaci�n de un nuevo calendario que est� en armon�a con los fen�menos celestes actuales", art�culo en el que Jim�nez y D�az Covarrubias analizaron desde el punto de vista astron�mico una propuesta que se hab�a hecho en el seno de esa sociedad para cambiar el calendario civil que se utilizaba en nuestro pa�s. La conclusi�n dada por los astr�nomos demuestra ampliamente su sentido pr�ctico, ya que aunque reconocen las inconsistencias astron�micas del actual calendario civil, proponen se siga usando pues se ha convertido en costumbre internacional, y cambiarlo podr�a ocasionar una marginaci�n de nuestro pa�s.

Veamos ahora algo acerca de Manuel Fern�ndez Leal, top�grafo y calculista de la Comisi�n Astron�mica Mexicana.

Naci� en la ciudad de Jalapa, Veracruz, en 1831. Radicado en la capital del pa�s entr� como interno al Colegio de Miner�a, donde destac� como estudiante. Ah� finc� una s�lida amistad con Francisco D�az Covarrubias.

En 1852, en compa��a de �ste, fue alumno actuante en los actos p�blicos de la clase de f�sica.

El mismo honor le cupo en la clase de topograf�a y geodesia, s�lo que por haber varios alumnos con igualdad de m�ritos, se realiz� un sorteo para escoger a la persona que representar�a a esa clase, resultando D�az Covarrubias el alumno actuante.

En los actos p�blicos de 1853 volvi� a suceder lo mismo en el segundo curso de topograf�a y geodesia. Al realizarse el sorteo correspondiente, volvi� a salir favorecido D�az Covarrubias.

Despu�s de terminar sus estudios en el Colegio de Miner�a, colabor� en algunas ocasiones con los miembros de la Comisi�n de L�mites con los Estados Unidos.

En noviembre de 1856, al establecerse la Direcci�n General para la Formaci�n del Mapa Geogr�fico del Valle de M�xico, el ingeniero Manuel Fern�ndez Leal fue nombrado primer top�grafo de esa comisi�n, encarg�ndosele que coordinara la secci�n de topograf�a, as� como la redacci�n de la memoria correspondiente.

Cuando en 1858 Jos� Salazar Ilarregui, jefe de la Comisi�n de L�mites, rindi� su informe final ante el gobierno de la Rep�blica, hizo reconocimiento del trabajo desarrollado por sus colaboradores, entre ellos, Manuel Fern�ndez Leal.

La importancia que se dio a las matem�ticas en los planes de estudio de la Escueta Nacional Preparatoria fue grande, ya que de acuerdo con la filosof�a positivista, dicha ciencia era el fundamento sobre el que deb�an apoyarse todos los dem�s estudios. Por esa raz�n Gabino Barreda, fundador y primer director de la Preparatoria, se preocup� por poner al frente de los cursos de matem�ticas a los profesores m�s destacados. Manuel Fern�ndez Leal y Francisco D�az Covarrubias fueron los profesores fundadores del segundo curso de matem�ticas, el cual comprend�a el estudio de la geometr�a y la trigonometr�a.

En esa misma �poca Manuel Fern�ndez Leal ya era un importante funcionario del Ministerio de Fomento, del que a�os despu�s llegar�a a ser titular.

En enero de 1874, debido a las necesidades del alumnado de la Preparatoria, Fern�ndez Leal pas� con car�cter de profesor interino a la c�tedra de primero de matem�ticas, conservando la propiedad de la que hab�a sido fundador.

Agust�n Barroso, quien fuera nombrado calculador y fot�grafo de la Comisi�n Astron�mica Mexicana, fue otro de los alumnos sobresalientes del Colegio de Miner�a.

En 1874 entr� como interno a esa instituci�n con la intenci�n de convertirse en ingeniero de minas. En 1848 result� alumno actuante en la clase de franc�s. Durante sus primeros a�os de estudios hizo especial amistad con Francisco D�az Covarrubias y Manuel Fern�ndez Leal.

En los actos p�blicos de noviembre de 1851 fue alumno actuante en las clases de zoolog�a y geolog�a.

Al t�rmino de sus estudios continu� en el Colegio de Miner�a, entrando a formar parte de la administraci�n de esa instituci�n. En 1858 fue nombrado secretario de la junta facultativa de ese colegio y en febrero del siguiente a�o se le design� profesor sustituto de c�tedras.

En 1861 se le puso al frente de los ingenieros que fueron enviados a trazar y abrir un canal entre Tuxpan, Veracruz y Tampico. A su regreso a la ciudad de M�xico volvi� a ocuparse de su puesto de secretario y profesor en el Colegio de Miner�a.

Su inter�s por la astronom�a y su amistad con D�az Covarrubias lo llevaron a colaborar con �ste en la instalaci�n del Observatorio Astron�mico Nacional en Chapultepec. Durante la breve existencia de esa instituci�n cient�fica dedic� parte considerable de su tiempo a la instalaci�n y primeras pruebas de los instrumentos astron�micos que ah� hubo.

En agosto de 1863 el director del Colegio de Miner�a, Joaqu�n Vel�zquez de Le�n, reconfirm� a Barroso en el puesto de secretario de la junta facultativa de esa escuela. En noviembre del mismo a�o se hizo cargo, ya como profesor, de la c�tedra de bot�nica, zoolog�a y principios de anatom�a.

Durante varios a�os continu� su labor administrativa y pedag�gica en Miner�a. Eventualmente recibi� algunas comisiones relativas a su profesi�n por parte de funcionarios gubernamentales.

Agust�n Barroso tuvo gran inter�s en la entonces joven ciencia de la fotograf�a, no concret�ndose solamente a la toma de instant�neas, sino que se preocup� por conocer a fondo el proceso fotogr�fico, y fue capaz de preparar las emulsiones que utilizaba y desarrollar todos los pasos necesarios para obtener una fotograf�a.

Ese inter�s lo condujo a estudiar las t�cnicas fotogr�ficas que se podr�an aplicar a la fotograf�a astron�mica, siendo uno de los primeros mexicanos que tomaron fotograf�as de objetos celestes.

D�az Covarrubias dir�a de Agust�n Barroso:
re�ne a sus amplios y variados conocimientos cient�ficos una habilidad poco com�n en la pr�ctica fotogr�fica.

En septiembre de 1870 comenz� a formar parte del personal docente de la Escuela Nacional Preparatoria siendo nombrado ayudante suplente del primer curso de matem�ticas de esa instituci�n.

En febrero de 1872, como reconocimiento a su capacidad docente, fue nombrado profesor ayudante de ese curso.

El 7 de octubre de 1874 la Direcci�n de la Escuela Nacional Preparatoria aprob� la solicitud que hab�a hecho varios d�as antes para que le fuera concedida una licencia para ausentarse de su c�tedra, pues iba a formar parte de la comisi�n mexicana encargada de observar el tr�nsito de Venus por el disco solar. El 28 de julio de 1875, y por la misma raz�n, se le prorrog� la licencia por el resto de ese a�o.

Francisco Bulnes, quien fuera incorporado como calculista y cronista de esa comisi�n por instrucciones expresas del presidente Sebasti�n Lerdo de Tejada, hab�a nacido en la ciudad de M�xico en el a�o de 1847.

Fue alumno del Colegio de Miner�a, donde estudi� la carrera de ingenier�a de minas. En 1868 concluy� esos estudios, y; se dio a conocer como una persona de inteligencia notable, amplia cultura universal, cr�tica mordaz y palabra f�cil y convincente. Posiblemente debido a esas cualidades, Gabino Barreda lo invit� a formar parte del grupo de profesores fundadores de la Escuela Nacional Preparatoria, nombr�ndolo en 1868, cuando solamente contaba con diecinueve a�os de edad, profesor ayudante del primer curso de matem�ticas, donde se impart�an aritm�tica y �lgebra.

El ser profesor ayudante no significaba asistir al profesor titular, sino que ten�a la responsabilidad de un grupo propio de alumnos. Ese nombramiento llevaba impl�cita la idea de que, si bien no ten�a experiencia docente, podr�a, en un futuro pr�ximo, ser un buen profesor.

El 30 de diciembre de 1869, con base en el desempe�o mostrado, se confirm� a Francisco Bulnes como profesor ayudante del primer curso de matem�ticas.

D�az Covarrubias hab�a tratado profesionalmente en el Colegio de Miner�a a Bulnes. Convencido de su inteligencia y s�lidos conocimientos, es posible que a �l se deba su entrada primero a la Escuela Nacional Preparatoria y, despu�s, su incorporaci�n a la Comisi�n Astron�mica Mexicana.

En su libro Viaje al Jap�n, D�az Covarrubias se expres� acerca de Francisco Bulnes de la siguiente manera:
este joven, cuyas conversaciones siempre llenas de chispa nos han distra�do m�s de una vez en las largas horas de tedio que inevitablemente se cuentan en todo viaje.

A grandes rasgos, �stos fueron los principales m�ritos cient�ficos, profesionales y docentes de los cinco miembros de la Comisi�n Astron�mica Mexicana. Posteriormente habr�an de demostrar con su capacidad y amor al trabajo que eran las personas id�neas para realizar dicha expedici�n que, adem�s de ser la primera de ese tipo en el M�xico independiente, sirvi� para que la comunidad astron�mica internacional conociera la capacidad de los astr�nomos mexicanos de ese entonces, que si bien en n�mero muy reducido respecto al de los pa�ses desarrollados, no desmerecieron en cuanto a conocimientos y t�cnicas de trabajo.

�ndiceAnteriorPrevioSiguiente