LXXXII. HUELLAS ANCESTRALES

HASTA hace unos a�os, los �nicos rastros de los ancestros de la especie humana y de su extinta parentela eran huesos f�siles y algunos rudimentarios utensilios. Los descubrimientos m�s importantes est�n asociados con la hoy famosa barranca de Olduvai, Tanzania, y con la tambi�n famosa familia de antrop�logos Leakey. Pero ya se cuenta con un nuevo rastro: a unos 40 kil�metros de Olduvai, en la misma Tanzania, el antrop�logo ingl�s Andr�s Hill descubri� las huellas de seis pisadas, dejadas por alguien que pase� por ah� hace m�s de 3 millones de a�os.

�C�mo fue el individuo que las hizo? La respuesta no es tan elemental como lo hubiera pensado Holmes: el individuo caminaba erecto, de manera similar a como lo hacemos nosotros, pero al pisar cruzaba el pie derecho a la izquierda y el izquierdo a la derecha. Los sospechosos se reducen a dos: a un Homo, verdadero superabuelo de nosotros, y a un Australopitecus, pariente desgraciado que nunca lleg� a mucho en su vida ni en su descendencia. En el mismo lugar donde se encontraron las huellas —endurecidas por el sol y rellenas con ceniza volc�nica—, Mar�a Leakey descubri� dientes y fragmentos de mand�bula del Homo y del Australopitecus. La estructura �sea, reconstruida a partir de los huesos f�siles de la pelvis y de las extremidades, indica que ambos caminaban en dos pies. Es necesario estudiar con m�s cuidado las diferencias en el posible funcionamiento biomec�nico de las dos especies para finalmente identificar qui�n dej� las huellas. Desde que la misma Mar�a Leakey hizo el anuncio de estos descubrimientos, se han encontrado otras cuantas huellas en los alrededores de las primeras.

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