XIV. �POR FIN, LOS CUARKS!

EN NUESTRA b�squeda del verdadero �tomo, aquella part�cula indivisible que sea realmente elemental, nos hemos adentrado en los vericuetos de la materia. Hallamos primero �tomos y mol�culas; despu�s encontramos que el �tomo no era elemental, sino formado por electrones que circundan a un n�cleo; este �ltimo, a su vez, no result� indivisible: lo forman protones y neutrones; por su parte, los nucleones tampoco resistieron nuestro ataque, y con potentes microscopios electr�nicos vimos que tambi�n ten�an partes.

Con sus poderosos aceleradores, los f�sicos descubrieron en unos cuantos a�os decenas de part�culas que pueblan el mundo submicrosc�pico. Como ya dijimos, las agruparon en tres familias, leptones, mesones y bariones. Esta clasificaci�n, que en principio obedec�a a la masa de las part�culas elementales, no es buena. As�, existe el lept�n tau, que es m�s pesado que muchos bariones, y varios de �stos tienen una masa menor que algunos mesones. Adem�s, los bariones y mesones no pueden ser elementales, pues hay tantos de ellos que incluso superan en n�mero a los elementos de la tabla peri�dica de Mendeleyev.

Por ello los f�sicos pensaron en otra clasificaci�n de las as� llamadas part�culas elementales. En vez de usar como criterio taxon�mico a la masa, las dividieron en dos grandes grupos: aquellas part�culas (o resonancias) no sujetas a la interacci�n fuerte y otras que s� se ven afectadas por ella. Las primeras coinciden, curiosamente, con la familia de los leptones y las del segundo tipo se conocen como hadrones (del griego hadros, fuerte), entre ellos los nucleones (p y n )y los mesones.

Ya hemos descrito a los leptones que son, en apariencia, verdaderamente elementales. Por m�s que se han buscado, no existen indicios de que el electr�n, el muon o la part�cula tau tengan partes. Hasta donde hemos podido analizarlas, son part�culas puntuales, todas ellas con carga -e y un esp�n igual a /2, es decir, son todas ellas fermiones. Junto con el electr�n, la m y la tau aparecen los correspondientes neutrinos, el electr�nico ve, el mu�nico vm y el tau�nico vt. Como su nombre lo indica, estas part�culas son neutras. Al igual que los otros leptones, los neutrinos tienen esp�n /2 y obedecen tambi�n la estad�stica de Fermi. Su masa, por otro lado, es casi nula.

La familia de los leptones —que en total tiene doce miembros— se completa con las antipart�culas: antielectr�n (o positr�n), antimu�n y antitau, todas ellas cargadas positivamente, as� como con los tres antineutrinos, que no llevan carga. Cuando interact�an, los leptones se comportan de manera diferente de acuerdo al grupo a que pertenecen, cada uno asociado a un n�mero lept�nico. As�, por ejemplo,el electr�n y ve tienen n�mero electr�nico 1 y sus n�meros mu�nico y tau�nico son cero. A los antileptones se asignan n�meros lept�nicos de signo contrario. Estos n�meros lept�nicos se conservan en todas las reacciones, aun cuando un lept�n decaiga en otro. Por ejemplo, m decae con una vida media de 2.2 microsegundos formando un electr�n, un vm y un antineutrino del tipo electr�nico; antes y despu�s del decaimiento, el sistema tiene n�meros lept�nicos 0, 1 y 0 para los grupos e, m y t de la familia.

La situaci�n con los leptones no deja de ser parad�jica. Por un lado, y como ya hemos mencionado varias veces, no nos han permitido ver hasta ahora su estructura: por m�s experimentos que se han hecho, el electr�n, por ejemplo, siempre aparenta ser elemental. Por otro lado, m y t no son estables y podr�an no ser elementales. La existencia misma de los leptones pesados sigue siendo un gran misterio.

Con la otra familia de part�culas elementales, los hadrones, la naturaleza ha sido menos recatada. Adem�s del prot�n, el neutr�n y los mesones existe una multitud de hadrones, que son muy masivos y ef�meros. Haciendo chocar violentamente electrones con positrones o bien protones con antiprotones, los investigadores han descubierto con sus potentes aceleradores muchas decenas de hadrones y les han medido su masa y su esp�n, su carga y su extra�eza. Por todo ello, resulta evidente que los hadrones son part�culas compuestas, y no realmente elementales.

As� aparece en la escena f�sica quien seguramente habr� ser considerado el Mendeleyev del siglo XX: Murray Gell-Mann. Hijo de un inmigrante austriaco, Gell-Mann naci� en Nueva York, el quince de septiembre del a�o en que comienza la Gran Depresi�n. Se doctor� en el MIT, trabaj� luego con Fermi en Chicago y finalmente se estableci� en el Instituto de Tecnolog�a de California donde, en 1958, cuando a�n no hab�a cumplido los 27 a�os, fue nombrado profesor. Entre sus muchas contribuciones a la f�sica de frontera, tenemos la introducci�n del concepto de extra�eza y la f�rmula Gell-Mann-Nishijima, que ya mencionamos; adem�s origin� la teor�a V - A de las interacciones d�biles, el modelo del octete, el �lgebra de corrientes y la idea del cuark. Aparte de ser un f�sico famoso, Gell-Mann es un experto aficionado a la ling��stica, dado a incorporar t�rminos a la nomenclatura de la f�sica; a �l se deben nombres como el de extra�eza, y los de cuark y color que veremos a continuaci�n.

Un aforismo atribuido a Buda sugiri� en 1961 a Gell-Mann la v�a del octete para entender la existencia de supermultipletes, que ya no de multipletes, entre los hadrones. Al usar la t�cnica matem�tica conocida como teor�a de los grupos, Gell-Mann (y al mismo tiempo el f�sico, militar y pol�tico israel� Yuval Ne'eman) sugirieron que el hecho de que muchos bariones y mesones tuvieran masas casi iguales entre s� indicaba la presencia de una simetr�a m�s profunda en la naturaleza. Esta es la llamada simetr�a SU(3), que es el nombre del grupo matem�tico de transformaciones unitarias de 3 dimensiones. Con la teor�a SU (3) pod�an predecirse las masas y otras propiedades de algunos mesones y bariones no conocidos hasta entonces.

Cuando proliferaron los hiperones se vio claro que podr�an agruparse de acuerdo a su masa y otras propiedades. Ejemplo de ello es la tabla 1 que mostramos ya en el cap�tulo anterior, la que con X0 forma un supermultiplete de ocho elementos, un octete. Otro ejemplo, vigente antes de 1964, es el grupo formado por nueve resonancias, entre las que se encuentra la part�cula delta hallada por Fermi en 1952. Si se acepta un orden, como el impuesto en la simetr�a SU(3), estos supermultipletes no son arbitrarios; por ejemplo, puede haberlos de 1, de 8, � de 10 miembros, pero ning�n supermultiplete consiste, digamos, de nueve resonancias. Por tanto, al usar la teor�a de grupos, podemos asegurar que ese grupo de nueve resonancias est� incompleto, como tambi�n lo estaba la tabla de hiperones del cap�tulo anterior antes del descubrimiento de la part�culahoy llamada cascada. Al grupo de nueve resonancias le falta tambi�n un miembro, que Gell-Mann llam� W -. Con lasherramientas matem�ticas del grupo SU(3) podemos predecir no s�lo la masa de omega menos, sino tambi�n su esp�n, su esp�n isot�pico y su extra�eza que vale S = -3. si W- existiera, se satisfar�an los requisitos impuestos por la simetr�a y el orden en el mundo subnuclear.

Aunque Gell-Mann apenas hab�a cumplido los treinta a�os cuando predijo la W -, ya era un f�sico te�rico de fama bien ganada. Por ello, sus elucubraciones fueron vistas con atenci�n y todo un ej�rcito de f�sicos e ingenieros del Laboratorio de Brookhaven, en Nueva York, se lanz� a la aventura de buscar la omega menos. Para ello contaban con su reci�n construida c�mara de burbujas, enorme dispositivo de acero inoxidable lleno de hidr�geno l�quido. El hidr�geno est� superenfriado y se mantiene a presi�n para evitar que hierva. Entonces, cuando una part�cula subnuclear cruza el recipiente, ioniza unas cuantas mol�culas y alrededor de estos iones se pueden formar burbujas. Esa estela de burbujas nos deja "ver" a la part�cula que entr� a la c�mara y determinar sus propiedades. El grupo de Brookhaven, dirigido por Nicholas Samios, analiz� m�s de trescientas mil fotograf�as de procesos en que interven�an part�culas con extra�eza diferente de cero. Finalmente, en la expansi�n n�mero 97 025 de la c�mara de burbujas, los investigadores encontraron la huella de omega menos.

El descubrimiento experimental del mes�n h en 1962 y del bari�n omega menos en 1964 —ambas resonancias predichas por la v�a del octete— reforz� enormemente las ideas de la teor�a SU(3) y dej� abierto el camino al modelo de los cuarks. En m�s de un sentido, la historia se repiti�: hace m�s de cien a�os, Mendeleyev predijo la existencia del galio, del germanio y del escandio, as� como sus propiedades qu�micas, basado s�lo en su fe en las simetr�as de la tabla at�mica. Con esa misma fe en la simetr�a SU(3), la simetr�a de la tabla hadr�nica, Gell-Mann predijo c�mo deber�an ser los mesones y bariones faltantes. Al descubrirse los elementos qu�micos predichos, Mendeleyev se convirti� en el qu�mico m�s famoso del mundo y su tabla peri�dica de los elementos adquiri� carta de naturalizaci�n en la ciencia. Igual ocurri� con Gell-Mann y el modelo de los cuarks un siglo m�s tarde.

La matem�tica detr�s del modelo SU(3) sugiere que los hadrones no son elementales, sino formados por entes a�n m�s b�sicos. Estos nuevos entes, los cuarks, ser�an, ahora s�, elementales. Algunos experimentos, como los ya mencionados en que se bombardean nucleones con electrones de muy alta energ�a, indican que dentro del prot�n hay tres cuarks; en la misma forma, un mes�n estar�a formado por la uni�n de un cuark q y un anticuark, que denotaremos como .

En su versi�n original, el modelo de cuarks supuso la existencia de tres de ellos: el cuark u, el d y el s, as� como sus correspondientes anticuarks. Todos ellos son fermiones, con esp�n /2, igual que los leptones. Los cuarks u y d tienen extra�eza nula, pero para el cuark s este n�mero cu�ntico vale -1. Con ello se pueden generar part�culas compuestas que sean extra�as o part�culas cuya extra�eza valga cero. Seg�n el principio de exclusi�n de Pauli, con tres fermiones construir�amos otro fermi�n: as� se obtienen los bariones, todos ellos con esp�n semientero. En cambio, para formar los mesones, que son bosones, se requiere un n�mero par de cuarks. En realidad los mesones son la moneda con que se intercambia la energ�a en el mundo subnuclear. Los mesones son cuantos de energ�a que pueden emitirse y absorberse libremente. Por ello, en el modelo de cuarks se supone que est�n formados por la uni�n de un cuark y un anticuark. Esta pareja part�cula-antipart�cula puede aniquilarse, convertirse as� en energ�a y ser el emisario de la interacci�n.

Con los tres cuarks u, d y s se pod�an explicar grosso modo casi todos los hechos conocidos, a mediados de los sesentas, para los bariones. Lo anterior es cierto a condici�n de que se hicieran algunas suposiciones raras. En primer lugar, la carga de los cuarks no ser�a un m�ltiplo entero (positivo o negativo) de la carga del electr�n. En efecto, es necesario suponer que el cuark u lleva una carga igual a (2/3)e, y que los cuarks d y s tienen carga negativa igual a (-1/3)e. * La condici�n es rara, pues hasta entonces todo ente subnuclear se nos hab�a aparecido con cargas m�ltiplos del electr�n. Por otro lado, el hecho de tener cargas fraccionarias har�a al cuark muy conspicuo. Con ello en mente se dise�aron los experimentos para encontrar al cuark libre.

Como ya dijimos, McCusker y su grupo de f�sicos australianos buscaron, en miles de fotograf�as tomadas en una c�mara de niebla, una traza an�mala. Basaban su b�squeda en la propiedad del cuark que arriba mencionamos. Como el ancho de la traza dejada en la niebla es proporcional al cuadrado de la carga el�ctrica de la part�cula que cruza la c�mara, el ancho de la traza dejada por un cuark u ser�a tan s�lo (2/3)²= 4/9 de la que dejan otras part�culas, y la de los cuarks d y s ser�a todav�a m�s delgada: apenas llegar�a esa traza a tener el 10% del ancho de una traza normal. No ha de extra�arnos, entonces, el gran alboroto que causaron los australianos al anunciar que hab�an detectado trazas delgadas, como las que producir�a un cuark. Sin duda, ese descubrimiento hubiera sido tan importante como lo fue el del electr�n, setenta a�os antes. Sin embargo, y tal como relatamos al principio de esta historia, el hallazgo de McCusker fue desechado, atribuido a fallas de calibraci�n en el aparato y a otros errores experimentales.

A mediados de la d�cada de los setentas, el American Institute of Physics, empresa que edita las principales revistas americanas de f�sica, decidi� cambiar algunas de sus pol�ticas editoriales. Entre las nuevas ideas se hallaba la siguiente: si por alguna circunstancia un centro de investigaci�n consideraba que un trabajo producido en �l era de la suficiente importancia como para evitar dilaciones en su publicaci�n, el responsable del centro podr�a solicitar la exenci�n del arbitraje del art�culo correspondiente. Eso fue lo que ocurri� con un trabajo de los f�sicos experimentales de la Universidad de Stanford, William Fairbank y sus colegas, en 1977. En �l mencionan haber encontrado granitos superconductores con carga fraccionaria, que bien podr�an delatar al cuark. Otra vez, como en casos anteriores, las conclusiones de Fairbank y sus colaboradores no fueron aceptadas.

El resultado de todos los experimentos hechos hasta ahora parece ser ineludible: no es posible hallar un cuark libre.

La situaci�n se agrava para el modelo de cuarks cuando nos ponemos m�s exigentes con �l y deseamos obtener, de la manera m�s refinada posible, las propiedades de todos los hadrones. Queremos repetir con los cuarks y los hadrones la historia del n�cleo y de la segunda espectroscop�a. En �sta, jugando con neutrones y protones que interact�an, se busca explicar las propiedades de los n�cleos complejos, como el ox�geno, el fierro o el uranio. En la f�sica de los cuarks, la tercera espectroscop�a, se buscan las resonancias bari�nicas, sus masas y sus propiedades, como consecuencia de la din�mica de tres cuarks que interact�an. Pronto llegamos a un callej�n sin salida, pues los cuarks aparentan violar el sacrosanto —para la f�sica moderna— principio de Pauli.

NOTAS

* As�, el prot�n ser�a la tr�ada uud, con carga +2/3 + 2/3 - 1/3 = +1, y el neutr�n estar�a formado por dos cuarks d y uno u; por su parte, el bari�n L, cuya extra�eza es -1 y cuya carga es cero, corresponder�a a la tripleta uds. Tambi�n en el modelo de cuarks, un pion positivo se compone de un cuark u y un anticuark , por lo que se denota u, y su carga vale +2/3 - (-1/3) = +1; an�logamente, el mes�n neutro K�, que es una part�cula extrana, ser�a d, con carga cero y extra�eza +1.

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