I. EL EXPERIMENTO DE McCUSKER

CUANDO una part�cula el�ctricamente cargada y no muy r�pida entra a una c�mara llena de vapor saturado, ioniza los �tomos de �ste y deja una traza que puede observarse. La ionizaci�n producida, y con ella el ancho de la traza, es proporcional al cuadrado de la carga de la part�cula ionizante. Si se mide el ancho de las trazas, se tiene pues un m�todo para determinar la carga de las part�culas.

En 1968, un equipo de f�sicos australianos capitaneados por McCusker se dispuso a medir las trazas dejadas por los rayos c�smicos. Para ello emplearon cuatro de esas c�maras de niebla, dispuestas en forma tal que, para que se contara el paso de una part�cula, tres de ellas deber�an dispararse al mismo tiempo.

Durante un a�o, el grupo de Sidney examin� alrededor de 55 000 de esas trazas producidas por part�culas muy energ�ticas. Al t�rmino de esta inmensa labor encontraron cuatro trazas �tan s�lo cuatro! an�malas. En ellas, la ionizaci�n era menor que la observada en todas las dem�s, producidas por part�culas con carga el�ctrica igual a la de un electr�n o a m�ltiplos enteros de �sta. Al comparar las ionizaciones, encontraron que su cociente era igual a 0.48 � 0.05, n�mero muy cercano a 0.44 = 4/9, o sea 2/3 al cuadrado. La famosa fotograf�a del grupo de McCusker parecer�a ser el primer indicio observado por cient�fico alguno de una part�cula con carga fraccionaria e igual a dos tercios de la carga del electr�n.

Aparte de pacientes, los f�sicos australianos fueron cautos. Antes de permitir que el j�bilo de un gran descubrimiento los apabullara, consideraron muchas posibles causas que pudieran ocasionar las cuatro trazas an�malas. Se preocuparon, por ejemplo, de cambios estad�sticos en el n�mero de iones producidos en la c�mara de niebla; analizaron tambi�n si acaso la iluminaci�n hab�a sido defectuosa; en fin, buscaron otras posibles causas de error... Luego de eliminar una a una estas posibilidades, se decidieron a dar a conocer sus resultados en un art�culo en las Physical Review Letters, en el n�mero correspondiente a septiembre de 1969. Todo ello produjo una cascada de cr�ticas.

R. K. Adair, f�sico de la Universidad de Yale, y otros investigadores del Laboratorio Nacional de Brookhaven, tambi�n de Estados Unidos, sugirieron poco tiempo despu�s que la poca ionizaci�n observada por el grupo de Sidney se deb�a a electrones u otras part�culas de baja energ�a y no a part�culas de carga fraccionaria. Frauenfelder y un grupo de f�sicos de la Universidad de Illinois aseveraron que la gran velocidad de las part�culas no hab�a sido tomada en cuenta correctamente y —lo que no deja de ser interesante— se us� tambi�n el argumento siguiente: "si esas cargas fraccionarias se han visto en el experimento de Sidney, yo tambi�n las habr�a visto en el m�o".

En todo caso, el art�culo de McCusker y sus conclusiones fueron refutados. Otros f�sicos, celosos de un gran descubrimiento, arrasaron con los resultados de los australianos y lograron convencer a sus colegas de que la part�cula con carga fraccionaria no hab�a sido descubierta.

�Por qu� ese af�n de tantos f�sicos en perseguir una part�cula de carga fraccionaria? �Por qu� tantos la buscan y reaccionan r�pida y ferozmente cuando otros investigadores proclaman haberla hallado? Detr�s de todo ello est� el cuark, constituyente del prot�n y otras part�culas, y que bien podr�a ser ese �tomo que el hombre anhela hallar desde los tiempos de Dem�crito.

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