PREFACIO
Desde un punto de vista muy interesante, el maestro Fernando Alba Andrade nos presenta en este libro una breve historia de algunos de los campos de la física que han sido fundamentales para el desarrollo de la instrumentación y la tecnología. Con un lenguaje claro, ameno y preciso, en el que abundan las anécdotas y las notas biográficas, nos lleva al concepto de hombre como ser instrumentista por excelencia que quiere sobrevivir y dominar el mundo que le rodea. Los primeros instrumentos de la humanidad tenían como finalidad la subsistencia y la defensa. Cuando estos aspectos quedaron cubiertos aparecen las manifestaciones artísticas y culturales.
El conocimiento ha pasado por etapas muy difíciles en las que ha sido privilegio de unos cuantos que lo han rodeado de misterio, encerrándolo dentro de los conceptos filosóficos y religiosos de los pueblos. Egipto nos hereda los primeros conocimientos, las primeras herramientas y los inicios de la metalurgia a través de los griegos, quienes no sólo los difunden sino que aportan nuevas ideas para sentar las bases del conocimiento y la cultura de que hoy disfrutamos. El pueblo romano aprovecha y repite las experiencias griegas y logra realizar maravillosas obras de ingeniería, de las cuales todavía podemos admirar algunas; sin embargo, el último vestigio de la civilización helénica se concentró en el célebre Museo de Alejandría, al que puede considerarse como la cuna del método experimental y el sistematizador del pensamiento científico. La humanidad hubo de esperar algunos siglos entre esta etapa y aquélla en que los árabes lograron recopilar todos los conocimientos disponibles y difundirlos entre su pueblo. Este hecho permitió las traducciones que se hicieron al latín durante el siglo XII para que en el ocaso de la civilización árabe despertara a Europa en el llamado Renacimiento italiano, con sus consecuencias inmediatas en Francia e Inglaterra, posteriormente Alemania y que finalmente se difundiera por el mundo entero.
Durante el Renacimiento, todas las manifestaciones artísticas y culturales del hombre florecen vigorosamente y, si bien es cierto que la ciencia sufre algunos reveses por sus aventuradas concepciones frente a los tradicionales conceptos filosófico-religiosos, es cuando se desarrollan las ciencias como tales. A fines del siglo XVI la mecánica adquiere el carácter de ciencia formal. En el siglo XVII aparecen la óptica, la hidráulica, el cálculo de probabilidades, la gravitación y se inician los primeros experimentos de vacío, aspecto que ha sido fundamental en el desarrollo experimental de la física de nuestro siglo. Época también en la que aparecen las grandes y famosas academias científicas en donde se pueden exponer las ideas y comentar las experiencias, para iniciar así la gran difusión del conocimiento científico. En el siglo XVIII es notable el desarrollo de la óptica y la electricidad. Lo fructífero del siglo XVIII se manifiesta claramente durante el XIX, en que con los estudios del vapor y la electricidad se abren nuevos capítulos de la física, como el electromagnetismo y la óptica moderna, conocimientos fundamentales en la industria y la tecnología que hoy tenemos. Para el siglo XX, los sentidos dejan de ser la principal fuente de información y se entra de lleno en los mundos de lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. En el microcosmos se logran grandes adelantos, como la electrónica, cuyo rápido avance y desarrollo posterior nos lleva al mundo de las computadoras, que en unos cuantos años ha producido varias generaciones de ellas y con las cuales la ciencia logra avances sin precedentes. Es en este mundo de lo infinitamente pequeño, en donde se descubren las partículas fundamentales que constituyen la materia y con las cuales se han podido explicar algunos de los misterios del universo y pensar en futuras formas de energía como una alternativa para la humanidad.
Lo anterior es, a grandes rasgos, lo que nos presenta el doctor Fernando Alba Andrade en su libro y, antes de finalizar estas palabras, me gustaría decir algo sobre él y su obra. La tarea no es fácil por la diversidad de su trabajo como maestro e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México con la que siempre ha estado ligado y en donde realizó sus estudios y por su labor pionera al frente de muchas instituciones en las cuales ha dejado profunda huella. El maestro Alba es un físico experimental que con agudeza, inquietud y entusiasmo ha recorrido diversos campos de la física, como los que nos presenta en su obra, para aplicar su caudal de conocimientos a la investigación básica y con creatividad y originalidad al diseño y construcción de equipo sin el cual no se podrían realizar esas investigaciones, lo que le ha valido el reconocimiento nacional e internacional. Sus conocimientos los ha transmitido de manera ejemplar a un gran número de generaciones en las que ha sembrado sus mismas inquietudes, su creatividad y el deseo de trabajar productivamente en la investigación.
ÁNGEL DACAL ALONSO
![]()