INTRODUCCIÓN
A los quince años descubrí que existe una clara homología entre las extremidades de los caballos y las nuestras. Que modificando nuestra estructura ósea se puede obtener la de un perro y que sin hacer gran cosa se obtendría la de un simio. La idea de transformación, de evolución quedó sembrada en mí y desde entonces he tratado de entenderla. En el proceso he aprendido mucho del mecanismo de la evolución, la historia de sus conceptos, sus teóricos principales y sus fenómenos más importantes. Para ello he trabajado en diversos aspectos de la biología. La bioquímica, la ecología y la genética han sido las herramientas que he usado para entender la evolución. Todos los aspectos esenciales de ese aprendizaje están plasmados en este libro en el que quise exponer cómo es entendida en la actualidad la teoría de la evolución. Debo disculparme con aquellos lectores que necesiten saber no sólo de la fortaleza de la teoría, que es de lo que trata este libro, sino también de sus debilidades. Eso lo dejo a su motivación y a la lectura de otros libros más técnicos que enfrentan en particular los aspectos más controvertidos de la teoría. Quisiera dejar en el ánimo del lector ambas impresiones: por un lado, que la teoría de la evolución es sólida y por otro, que muchos de sus aspectos deben ser mejor entendidos todavía. Asimismo, quisiera mencionar que dejé fuera toda la teoría matemática en la que se apoya la genética de poblaciones, objeto de análisis de la adaptación biológica y parte central de la evolución, aspecto sobre el que se podrá avanzar en otras lecturas.
Muchos han sido mis maestros en mis años de formación académica en el campo de los estudios evolutivos, pero quisiera mencionar a algunos en particular: el Dr. A. Rodríguez-Casus quien en 1967 me enseño el fenómeno de la transcripción y abrió mi mente a la biología molecular; el Dr. Rafael Palacios siempre ha compartido conmigo muchas inquietudes que, aunque no involucren a la hormiga y al elefante, inciden en los principios básicos de biología. Su concepto de la investigación fue sin duda determinante en mi formación; el Dr. Sarukhan me enseñó que hay descripción y experimentación así como la diferencia entre una hoja simple y una compuesta, también me enseñó el darwinismo más puro. Su concepción de la importancia del ambiente en los estudios evolutivos han guiado gran parte de mi trabajo de investigación. Los doctores L. D. Gottlieb, T. Prout y M. Turelli me transformaron en lo que formalmente se llama un genetista de poblaciones; doy gracias a todos ellos. En la Universidad Nacional Autónoma de México fui proveído de mi formación en licenciatura y maestría y se me apoyó para obtener un formación crítica en el área de genética de la evolución. Agradezco que se haya impulsado dentro de ella la formación de un grupo de trabajo dedicado a la biología evolutiva.
El presente libro lo redacté con la ayuda constante de Ana Barahona y Luis Eguiarte con los que discutí muchas de las ideas y ejemplos que contiene. Valeria Souza y Felipe Villegas elaboraron las figuras. Aprecio su dedicación. Quisiera agradecer también al Fondo de Cultura Económica, a la Secretaría de Educación Pública y al Consejo de Ciencia y Tecnología su idea y su apoyo a los científicos mexicanos, de modo que podamos exponer, para su divulgación, los conocimientos que ocupan nuestra vida.
México, D.F., noviembre de 1986.
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