VI. ZOOPLANCTON PERMANENTE Y ZOOPLANCTON TEMPORAL
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todas las especies animales que viven en el océano son planctónicas, ya sea en un estado de su ciclo vital o durante toda su vida.Por lo tanto en el zooplancton se distinguen dos tipos de organismos: primero, aquellos que en todos los estados de su ciclo biológico, es decir desde que nacen hasta que mueren, viven formando parte del plancton, llamados en conjunto holoplancton o plancton permanente, grupo al que pertenece la mayor parte de las especies planctónicas; segundo, los que sólo pasan algunas etapas de su vida como formadores del plancton, generalmente la de huevos y larvas, o sea sus fases juveniles, y reciben el nombre de meroplancton o plancton temporal; éste es el caso de los peces.
Los individuos que forman el holoplancton pertenecen a varios grupos de animales, siendo el primero de ellos el de los protozoarios, pequeños animales cuyo cuerpo consta de una sola célula que realiza todas las funciones fundamentales de los seres orgánicos y que puede estar dotada de delicados organoides de locomoción. Entre los protozoarios se distinguen varios grupos de organismos holoplanctónicos: foraminíferos, radiolarios y tintínidos.
Los foraminíferos se caracterizan porque su célula está cubierta por una concha o caparazón, que tiene perforaciones por donde el animal saca prolongaciones celulares, los seudópodos o falsos pies, que van a formar una red con gran cantidad de pequeñas granulaciones que son arrastradas, activamente, por las corrientes del citoplasma, tomando una forma característica de red granular llamada rizópodo o seudópodo granulorreticuloso; estas prolongaciones les sirven para capturar su alimento y para realizar pequeñas migraciones.
Los foraminíferos solamente viven en el agua del mar, están ampliamente distribuidos en el océano, especialmente en los mares tropicales y subtropicales. Se conocen más de mil especies que viven en la actualidad, además de muchas otras fósiles.
La concha de los foraminíferos es una de las creaciones más bellas de la naturaleza y adopta, generalmente, la forma de un pequeñísimo caracol; puede medir desde unas décimas de milímetro hasta varios centímetros, como sucede en algunos fósiles que alcanzan 15 centímetros de diámetro.
El caparazón puede presentar diferente composición: cuando el organismo es joven su cubierta es de quitina, pero posteriormente se complica; solamente en algunos casos pega a su superficie granos de arena o de mica, formando los caparazones arenosos o aglutinados; en otros, la quitina es sustituida por carbonato de calcio (esto es lo más frecuente), formando los calcáreos, y otras veces, generalmente las más raras, se cambia por sílice, constituyendo los silicios.
La célula que forma el cuerpo de los foraminíferos tiene la propiedad de formar seudópodos, por lo que presenta el aspecto amiboideo. Su nutrición es heterótrofa y se alimenta de pequeños organismos como diatomeas y otros protozoarios. Se reproduce asexualmente por división múltiple y también pueden presentar procesos sexuales.
Entre los foraminíferos planctónicos más difundidos y abundantes se encuentra el género Globigerina, que recibe este nombre por presentar su concha formada por varias cámaras globulosas constituidas por carbonato de calcio que permiten que el animal flote. Cuando las globigerinas mueren, sus conchas se van a depositar en los fondos marinos formando capas de sedimento llamadas "cieno de globígerinas", en donde los esqueletos de estos foraminíferos representan el 30% de la totalidad de restos que se encuentran en ellos.
Existen acantilados enteros, como los de Dover en las costas del Canal de la Mancha, o rocas calizas como las de Tuxpan en Veracruz, compuestos principalmente de caparazones depositados durante millones de años.
Un gramo de piedra de globigerina contiene unos 100 mil caparazones, lo que proporciona una idea de la riqueza de estos foraminíferos planctónicos. Actualmente se conocen cientos de especies de globigerinas, y continuamente se descubre alguna nueva.
El "barro de globigerinas", como también se designa a algunos de los sedimentos marinos, constituye una verdadera crónica histórica para la paleontología y la oceanografía, pues aporta datos de cómo vivieron en las diferentes eras por las que ha pasado la Tierra, y gracias a esto se pueden realizar las predicciones ecológicas con base en los conocimientos paleoecológicos. Entre otros datos, los foraminíferos pueden incidir en lugares donde se forman en las distintas épocas los mantos petrolíferos, siendo su estudio muy importante para localizar dichos yacimientos.
El caparazón de los foraminíferos adopta formas muy diversas y es característica de cada especie de los géneros Globigerina, Orbulina y Globorotalia. Su distribución horizontal está determinada principalmente por la temperatura del agua y la vertical por la presencia de material terrígeno en suspensión en el agua.
Los radiolarios constituyen un grupo de protozoarios rizópodos, es decir que se mueven por medio de seudópodos, exclusivamente marinos y principalmente planctónicos; la mayoría de ellos poseen un esqueleto perforado de belleza sorprendente, formado por sílice que les da un aspecto de vidrio y que ofrece una extraordinaria variedad de formas. Su nombre lo deben a que sus finas prolongaciones del cuerpo o seudópodos se arreglan de manera radial y con ellas capturan su alimento y realizan desplazamientos verticales.
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Figura 9. Radiolarios.
Estos animales abundan en las aguas de los mares fríos; sin embargo, también se pueden encontrar en algunas playas de mares tropicales formando grandes depósitos, como en la arena de Playa Habana de Cuba.
Sus esqueletos constituyen un componente importante de los sedimentos del fondo, especialmente a profundidades de 2 000 metros o más, y en ciertas zonas forman un tipo de fondo denominado "barro de radiolarios", que se estima cubre el 5% de los fondos oceánicos, como por ejemplo las famosas tierras de Trípoli en Orán, Sicilia, Zante, en el Mediterráneo, y los depósitos de las Islas Kar Nikobar en el Océano Índico, que son mundialmente conocidas.
La célula que forma el cuerpo de los radiolarios se encuentra diferenciada en dos zonas: la externa, ectoplasma y corteza, y la interna, endoplasma o médula, divididas por el caparazón que en un principio es quitinoide y después se impregna con sílice. Los esqueletos generalmente tienen forma esférica y sus perforaciones son muy variadas; además, del citoplasma pueden salir espículas quitinosas.
En el citoplasma presentan uno o varios nucleolos y forman los seudópodos sobre un eje citoplasmático que se localiza radial al cuerpo del animal, recibiendo el nombre de auxópodos; para flotar extienden su cuerpo sobre estos seudópodos aumentando su superficie y además forman una serie de vacuolas, lo que las ayuda para mantenerse a flote.
Se nutren capturando diatomeas y otros animales pequeños, por medio de sus seudópodos. Se reproducen por división binaria o por segmentación múltiple, siendo escasos los procesos sexuales descritos. Son muy abundantes en mares de latitudes frías y constituyen una importante fuente de alimento para los animales que comen plancton.
Su clasificación se basa en las características de sus caparazones, siendo comunes los géneros Podocystis, Thalassicolla sp., Lithomelisa sp., y se conocen cerca de 4 000 especies.
Un grupo muy parecido a los radiolarios, y que algunos autores consideran como parte de ellos, son los acantarios, que se caracterizan por un caparazón formado por sulfato de estroncio, muy abundantes en el plancton marino.
Los ciliados son un grupo de protozoarios que, durante toda su vida o sólo durante las fases juveniles, presentan en la célula que forma su cuerpo una multitud de pequeños filamentos que parecen finas pestañas, llamados cilios, que pueden estar localizados en todo su cuerpo o solamente en algunas regiones de éste. Estos cilios les sirven como órganos propulsores y para capturar su alimento.
Los ciliados constituyen el grupo de protozoarios de organización más compleja y más especializada, ya que sus organoides celulares se arreglan de manera semejante a los órganos que forman los aparatos y sistemas de los animales pluricelulares.
Presentan dos tipos de núcleos: uno grande o macronúcleo, que regula las funciones metabólicas del animal, y otro pequeño, el micronúcleo, que se encarga de la reproducción. Su nutrición es heterótrofa y su reproducción es por división binaria, aunque pueden presentar un proceso sexual característico llamado conjugación.
Se han descrito unas 5 000 especies de ciliados, que se identifican principalmente por la distribución de los cilios y de los organoides celulares. La mayoría de ellos son de vida libre y pueden encontrarse en todos los medios acuáticos.
Hasta hace poco tiempo, debido a que los procedimientos de colecta del plancton no lo permitían, no se había valorado la enorme importancia que tienen los ciliados en él, ya que sólo se tenía estudiado un grupo de ciliados planctónicos, el de los tintínidos, que al presentar una cubierta se conservan en las redes de colecta.
Con los nuevos métodos empleados en la actualidad se ha podido estudiar a una gran variedad de ciliados desnudos que viven en el plancton, encontrándose elevadas cantidades de organismos por volumen de agua analizada, hasta 12 mil individuos por litro, lo que indica el importante papel que desempeñan en las cadenas de alimentación marinas.
Los tintinidos se mueven utilizando una multitud de finos cilios que rodean su cuerpo y que además les sirven para la caza de su alimento, que generalmente son otros microorganismos del plancton. La célula que forma su cuerpo está alojada en una cubierta de materia orgánica llamada testa o lóriga, que adopta la forma de tubo o de cuerno, a cuya superficie se adhieren algunos cuerpos extraños, como granos de arena, mica o espículas de esponja.
La testa de los tintínidos reviste formas y aspectos muy marcados, y a veces son de una elegancia que rivaliza con la de los radiolarios. Esta cubierta permite, por sus características, identificar a las especies. La pared de la lóriga puede ser sencilla como en el género Anphorella o doble y gruesa corno en Favella.
La mayoría de los tintínidos son marinos y todas las especies, a excepción del género Tintinnopsis que también vive en aguas dulces, pertenecen al plancton oceánico o de alta mar; en casi todas las muestras sólo se encuentran las lórigas, por lo que se conoce poco de su biología, aunque, en la actualidad, al poderlos cultivar, se están ampliando los conocimientos sobre ellos.
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Figura 10. Tintinnopsis.
Entre los animales holoplanctónicos pluricelulares, es decir los que tienen miles de células formando tejidos, órganos, aparatos y sistemas que esructuran su cuerpo, según el grado de evolución que han alcanzado, se encuentra una gran diversidad de grupos, entre los que se pueden mencionar como los más comunes que viven en el plancton a los celenterados, los ctenóforos, los crustáceos, los moluscos y los quetognatos.
Los celenterados, también conocidos como cnidaria, están representados por unas 9 000 especies vivas, entre las que se encuentran las hidras, las medusas, las anémonas y los corales.
Los animales de este grupo se caracterizan por llevar unas células urticantes que producen la parálisis de sus presas, y al hombre sólo le causan un escozor en la piel.
Los celenterados son animales que pueden pasar toda su vida formando parte del plancton como las medusas, o fijos al fondo de los mares con formas más o menos arborescentes como los corales. Existen otros celenterados, los hidrozoarios, que tienen adultos fijos llamados pólipos que forman colonias con individuos de características distintas según la función que realizan, y forma de medusa libre que flota en el plancton y se encarga del proceso de reproducción sexual.
Las medusas, por lo tanto, representan sólo la fase reproductora de los hidrozoarios, aunque también suelen ser los individuos adultos de otro grupo de celenterados, el de los escifozoarios. Estas medusas logran su flotación adquiriendo la forma de "paraguas" o "paracaídas"; toman el aspecto de sombrerillos vivientes, transparentes y policromadas estructuras que nadan majestuosamente merced a los reposados y rítmicos movimientos de contracción de la sombrilla.
Su cuerpo está formado esencialmente por el agua, hasta el extremo que ésta alcanza una cifra aproximadamente igual al 98% del peso total del animal. El organismo se encuentra materialmente "disfrazado de agua de mar", pero con formas tan bellas que ni la fantasía podría imaginar, adornando su cuerpo con una serie de filamentos llamados tentáculos suavemente prolongados y delicadamente ondulados. Algunos biólogos que han analizado el cuerpo de las medusas que tienen un peso de 6 kilogramos, apenas han obtenido 10 gramos de materia orgánica, ya que el resto está formado por agua.
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Figura 11. Medusa.
Este hecho no ha pasado inadvertido para los pescadores, que no han visto otra cosa que agua en la masa gelatinosa que forma la mayor parte de la sombrilla y la llaman en algunos lugares aguamar y en otros aguamala, aludiendo este último nombre al escozor violento que producen en la piel del hombre. En muchas playas abundan ciertas medusas, provistas de innumerables tentáculos que forman una enmarañada cabellera urticante, azote de bañistas.
A pesar de que las medusas son muy temidas por los animales marinos que huyen de ellas por las lesiones que les producen y que en ocasiones les llegan a causar la muerte, pueden asociarse a algunos organismos con los que extreman su benevolencia, ya que contra ellos dejan inactivas sus baterías urticantes, y no sólo no les producen daño alguno, sino que los defienden de sus adversarios que no se acercan por temor a la acción de las medusas; en otras ocasiones estos organismos asociados llegan a adquirir inmunidad contra la toxina de la medusa.
Tal es el caso de algunos pececillos del tipo de los jureles, que nadan entre sus tentáculos sin que les pase nada y aprovechan los restos de la comida de su nodriza, que es carnívora y voraz comedora de huevos y larvas de peces; además de estos peces pueden vivir asociados de manera semejante algunos pequeños cangrejos.
Las medusas han merecido la observación atenta de los naturalistas de todas las épocas. A los antiguos no dejó de llamarles la atención su forma pausada de nadar y creyeron ver en estos animales el medio de que se valían las aguas del mar para respirar y "pulmones marinos" o" pulmón de mar" fue el nombre con que las designaron.
Su estudio se ha desarrollado y en la actualidad se han descrito 900 especies del grupo de los escifozoarios como Aurelia aurita, que se reconoce fácilmente porque en su sombrilla destacan cuatro sacos gástricos de color que va del rojo amarillento al morado.
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Figura 12. Aurelia aurita.
Otras medusas comunes en el plancton marino son Liriope, Chrysaora, Rhopalonema, Pelagia, que abundan en aguas costeras a finales del verano y también en el otoño, época en que alcanzan su madurez sexual.
Dentro de los celenterados planctónicos también se encuentran a los sifonóforos, colonias flotantes que viven en los mares cálidos y templados que poseen un flotador lleno de gases, de forma muy característica y elegante, y pueden presentar colores llamativos. De este flotador cuelgan filamentos largos en donde se encuentran los individuos que constituyen la colonia, los cuales cambian de forma y estructura según la función que desarrollen, ya que unos están encargados de capturar las presas, otros de la defensa y otros más de la reproducción. Los filamentos son contráctiles y, a veces, se pueden alargar alcanzando algunos metros en sentido vertical abajo del flotador; con estos filamentos abrazan a sus presas para obtener alimento y el contacto con ellos produce reacciones, a veces muy intensas, de escozor en la piel humana.
Entre estos sifonóforos se encuentra el género Physalia o fragata portuguesa, cuyo flotador es alargado, visible, a veces muy pomposo, y en ocasiones coloreado; y el género Velella, en el que el flotador adopta la forma de una lámina triangular que sobresale de las aguas, a modo de vela de un pequeño barco; esta vela actúa como tal para aprovechar la brisa y desplazarse.
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Figura 13 (a). Sifonóforo Physalia.
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Figura 13 (b). Sifonóforo Velella.
Las toxinas descargadas por las células urticantes de los sifonóforos hacen a los miembros de este grupo sumamente peligrosos, incluso cuando están fuera del agua.
Desde el punto de vista de la economía de los mares, los celenterados representan un grupo consumidor por naturaleza, ya que son devoradores de plancton y a veces de necton y ellos no sirven de alimento a otras especies. La voracidad de estos organismos se puede observar al encontrar medusas con la boca y el manubrio completamente deformados por contener gran cantidad de alimento, como cientos de copépodos.
Los ctenóforos, también llamados "farolitos de mar", abundan de manera extraordinaria en el plancton, tanto de los mares como de las lagunas litorales. Su cuerpo es más o menos esférico y poseen ocho series longitudinales de órganos de locomoción parecidos a pequeños peines o peinetas y llamados "tenes"; de esta característica se deriva el nombre del grupo. Tienen un par de tentáculos largos con los que capturan sus presas. El nombre de farolitos de mar lo reciben porque durante la noche producen bioluminiscencia, y con su cuerpo esférico o en forma de campana semejan un farol.
Estos animales también son voraces comedores de plancton y compiten fuertemente con otros individuos del mar. Debido a su gran voracidad reducen rápidamente las poblaciones de sus presas, originando a través de los años una relación inversa entre el número de Calanus, copépodo del plancton, y el de ctenóforos, ya que cuando éstos son abundantes disminuye el número de copépodos y por la transparencia de su cuerpo se puede observar su intestino lleno de estos animales. Frente a las costas de Nueva Inglaterra son una amenaza para los huevos y larvas de bacalao.
Se conocen alrededor de 80 especies de ctenóforos, todas ellas marinas, con distribución cosmopolita; la mayoría son pequeñas y miden de cinco a diez centímetros, como los géneros Pleurobranchia y Berñe; sin embargo, algunos como el género Cestus, llamado "cinturón de Venus" que comprime su cuerpo en sentido lateral aparentando una cinta gelatinosa, pueden medir de uno a dos metros de longitud.
La mayoría de los ctenóforos se encuentran en mares cálidos; sólo tres especies se han localizado en los mares árticos y septentrionales y otras tres en los mares profundos. Esta distribución cambia según la variación de temperatura y muchos de ellos emigran desde la superficie hacia las profundidades y de nuevo a la superficie con el cambio de las estaciones.
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Figura 14. Ctenóforos.
Entre los helmintos o gusanos son pocas las formas holoplanctónicas que existen. La mayoría de ellos habita en los fondos océanicos. Sin embargo, existen algunos géneros cuyo estado adulto forma parte del zooplancton.
Los nemertinos son gusanos de cuerpo aplanado en sentido dorsoventral, provistos de una trompa que lanzan para atrapar su alimento y de los que se conocen 600 especies, siendo la mayoría marinos; generalmente viven en el fondo enterrados en la arena, el limo o bajo las piedras, en mares tropicales y templados, y presentan pocas especies planctónicas como el caso de las que viven en aguas de las Bermudas.
Otros helmintos que también tienen representantes en el zooplancton son los anélidos poliquetos, gusanos que presentan su cuerpo formado por varios anillos o metámeros, con cerdas quitinosas o quetas, principalmente marinos; viven moviéndose activamente o fijos dentro de tubos temporales o permanentes. Como anélido poliqueto del plancton destaca el género Tomopteris ampliamente distribuido en todos los océanos, principalmente en aguas templadas.
Otro grupo de animales con representantes en el zooplancton es el de los crustáceos, que pueden considerarse como verdaderos productores marinos y prácticamente ocupan el segundo nivel trófico en las cadenas de alimentación de los océanos.
Los crustáceos son organismos que presentan una mayor complicación en su estructura y en sus funciones; ya cuentan con órganos de locomoción bien desarrollados y formados por unos pequeños segmentos articulados. Tienen su cuerpo dividido en dos regiones, la cabeza y el tórax, unidos forman una, y el abdomen, la otra. En la cabeza se encuentran órganos de los sentidos como las antenas, que utilizan para el tacto, y los ojos. Los sexos están separados y se puede distinguir a los machos de las hembras por sus características externas.
Las 26 mil especies que se conocen de crustáceos se arreglan en grupos: copépodos, cladóceros, ostrácodos, anfípodos, eufásidos, entre otros.
Como habitantes del plancton marino es posible encontrar varios de estos tipos de crustáceos. Los más abundantes son los copépodos, cuya talla oscila entre tres décimas de milímetro y ocho milímetros. Estos animales constituyen casi el 70% del conjunto del zooplancton, de allí que su importancia sea muy grande dentro de la producción de los mares. Los biólogos han identificado más de 5 000 especies de copépodos planctónicos.
El cuerpo de estos organismos está formado por una cabeza corta, que lleva dos pares de antenas muy desenvueltas y ramificadas; el tórax tiene seis segmentos, cada uno con un par de patas aplanadas como la pala de un remo, de donde viene su nombre de copépodos; el abdomen presenta cinco segmentos desprovistos de apéndices, con excepción del último, que sí los tiene para formar la llamada nadadera caudal.
Los copépodos habitan en todos los océanos excepto aquellos en donde la salinidad es muy elevada, encontrándose las poblaciones mayores en el Atlántico Norte, y la mayor diversidad de especies en el Pacífico.
La distribución de los copépodos varía según las características de las diferentes zonas oceánicas; en las zonas neríticas y en las cercanas a la costa abundan las formas jóvenes y los adultos de talla pequeña como Calanus; en cambio, en las aguas profundas sobre la plataforma continental se encuentran los organismos de mayor talla y dominan los individuos adultos, como por ejemplo Calanus, Candancia y Euchaeta; en las zonas batipelágicas se localizan los géneros Aetideas y Heterorhabdus, que son indicadores de las características fisicoquímicas del agua.
Otro grupo de crustáceos muy abundante en el plancton marino y de agua dulce es el de los cladóceros, a los que pertenecen las llamadas "pulgas de agua", caracterizadas por llevar su cuerpo protegido por un caparazón bivalvo, dejando libre la cabeza; sus antenas son grandes y las utilizan para nadar. Estos animales constituyen la dieta principal de muchos peces.
Los ostrácodos son afines a los copépodos pero presentan su cuerpo protegido por un caparazón formado por dos tapas o valvas, del que sólo salen al exterior las antenas y los apéndices; son menos frecuentes en el plancton que los copépodos, y el género Conchoecia es el más abundante en el plancton marino.
La mayoría de los anfípodos viven en los fondos y son carnívoros. Son considerados como los barrenderos del mar por nutrirse de organismos muertos; otros llegan a parasitar a diversos animales marinos, como el llamado "piojo de las ballenas". Entre el plancton viven los géneros Hyperia y Vibilia que representan un alimento abundante para peces como los atunes y las coballas.
Los eufáusidos tienen forma parecida a pequeños camarones y a veces se les encuentra con extraordinaria abundancia. Las ballenas comedoras de plancton muestran una sensible predilección por estos pequeños crustáceos, en especial por Euphausia superba, que en el Atlántico forma poblaciones gigantescas que reciben el nombre de krill; una ballena de tamaño mediano es capaz de consumir dos toneladas de estos organismos por día. También los pájaros bobos de los mares antárticos se alimentan a diario y casi exclusivamente de este manjar.
Todos estos grupos de crustáceos contribuyen notablemente a la economía del océano y constituyen el alimento básico para muchos organismos dentro de las cadenas de alimentación.
Como formadores del zooplancton se encuentran además algunos moluscos, animales que generalmente viven en el fondo de los mares; sin embargo, presentan algunos grupos planctónicos, entre los que destacan los "pterópodos" que tienen una mancha elegante y su musculoso pie adopta la forma de una "quilla" de navío en los mares cálidos y templados.
Dentro de los holoplanctónicos están los quetognatos, animales poco conocidos, ya que es pequeño el número de géneros descritos, pero que presentan densas poblaciones. Se les ha llamado "sagitas" o "flechas de mar", y actualmente se estudian mucho por ser indicadores del desplazamiento de masas de agua fría, tan importantes para la producción del mar, estando el género Sagitta como uno de los más utilizados para entender, con base en su comportamiento, la dinámica general del océano. Este individuo también constituye uno de los alimentos más importantes para las sardinas. Los quetognatos tienen gran relevancia en las cadenas de alimentación debido a su gran voracidad y porque a veces presentan casos de canibalismo.
Como cordados que forman parte del holoplancton destacan los sálpidos, que se reúnen en enjambres que a veces llegan a dificultar la pesca con red de cerco. Las salpas son organismos de gran voracidad y ellas a su vez son comidas por grandes tortugas.
El plancton temporal o meroplancton comprende a organismos cuyos individuos lo integran en una fase pasajera de su existencia, ya que como adultos no formarán parte de él. Está constituido, esencialmente, por larvas libres de diferentes grupos, tanto de invertebrados como de vertebrados marinos.
Entre las larvas de invertebrados se pueden citar la de los anélidos poliquetos, gusanos de cuerpo segmentado que presentan cerdas quitinosas cubriendo su cuerpo, como por ejemplo los sabélidos que viven en tubos coreáceos formados entre las colonias de corales, de los que salen sus vistosos penachos de branquias; sus larvas, llamadas trocóforas por presentar el aspecto de un trompo, viven como parte del zooplancton y una vez que terminan su desarrollo se fijan para dar origen a un nuevo adulto.
Los moluscos generalmente habitan en el fondo del mar, pero en algunos casos, como en los ostiones, almejas, pulpos, etcétera, sus larvas forman parte del zooplancton y reciben el nombre de "veliger", caracterizadas por tener un órgano natatorio llamado velo, estructurado por dos lóbulos semicirculares. La concha ya existe en esta larva y sus particularidades dependen del grupo de moluscos al que pertenezca.
A medida que progresa el desarrollo de la larva, el velo se reabsorbe formándose el pie muscular que le permite reptar al animal, dejando de ser planctónico para convertirse en bentónico.
En el caso de los bivalvos, como el ostión, que viven fijos, los huevecillos se incuban dentro de la concha y de ellos sale una larva que nada libremente cubierta primero por una placa dorsal que se pliega para formar una ventral y dejar al organismo encerrado en dos valvas.
La dispersión de estas larvas de bivalvos llega a ser muy grande, y en el caso de las ostras alcanza grandes distancias de hasta 1 000 kilómetros. Cuando la larva termina su desarrollo se fija del lado sombreado de los objetos sumergidos para iniciar su crecimiento.
En los crustáceos los huevos y poslarvas son comunes en el plancton nerítico y en ciertas épocas del año llegan a ser los componentes predominantes, sirviendo para la alimentación de peces y otros invertebrados, principalmente.
La identificación de las larvas de crustáceos es muy difícil y en muchos casos imposible. Por esto son muy importantes los estudios de cultivos de larvas en acuarios, para poder conocer las características de cada especie.
Durante el ciclo vital de los camarones se presentan tres tipos de larvas que viven formando parte del zooplancton: nauplius, protozoea y mysis.
Por la imposibilidad que tienen los crustáceos de proteger sus huevos y sus larvas, han desarrollado la capacidad de producirlos en enormes cantidades; por ejemplo, los bogavantes llegan a formar hasta 100 mil huevecillos cada año, de los cuales emergen larvas que flotan libremente en el seno de las aguas y después de varios cambios se transforman en el adulto que habita en el fondo. De la larva que mide unos cuantos milímetros puede llegar a formarse un bogavante adulto de 20 kilogramos de peso.
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Figura 15. Tipos larvales del camarón.
Los estudios sobre las larvas de crustáceos son de mucho interés para entender bien su ciclo vital y así poder rastrear la distribución de las especies, los límites de las zonas de reproducción, y la abundancia de los individuos, características importantes para el manejo de las especies de interés pesquero, sobre todo si se quiere predecir su captura.
Con estos estudios se pueden identificar los diferentes estadios larvales y conocer cómo se distribuyen las especies, ya que algunas especies de crustáceos, como por ejemplo los camarones, cuando son adultos, presentan desplazamientos relativamente cortos, y otros, como los percebes, no los tienen; mientras que en sus fases larvarias en que forman parte del plancton las posibilidades de transporte por las masas de agua donde flotan se incrementa.
Otro aspecto importante que se puede conocer es la época y la región de reproducción de las especies, y de manera indirecta el número de reproductores que han dado origen a todas estas larvas.
Conociendo cuántas larvas existen en una zona determinada y estimando la supervivencia y la mortalidad de los estadios larvarios y juveniles se puede predecir la abundancia de adultos en determinada área y así se logra el manejo adecuado de la explotación de la especie, evitando el peligro de subexplotarla o de sobreexplotarla.
Los equinodermos son animales marinos de simetría radial, con el cuerpo formado generalmente por cinco partes o radios; viven en los fondos de las zonas más batidas por el oleaje, refugiándose entre las hendiduras y grietas de los acantilados, o enterrados en la arena.
Su reproducción es externa: los adultos lanzan al exterior de su cuerpo los elementos reproductores óvulos y espermatozoides, los que se fecundan en el seno de las aguas, quedando los huevos flotando en ellas como parte del plancton, de éstos sale una larva que tiene simetría bilateral llamada "dipléurula".
En los erizos la larva se modifica y recibe el nombre de "pluteus", provista de largas prolongaciones sostenidas por un delicado esqueleto calcáreo; estas larvas son abundantes a finales de la primavera.
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Figura 16. Larva "pluteus".
En las estrellas de mar, las larvas presentan hileras de pequeñas pestañas vibrátiles o cilios, denominándose "braquiolaria"; en las holotuarias o pepinos de mar, su larva "auricularia" también los tiene y estas estructuras le permiten llevar una vida libre pelágica y nadadora, formando parte del plancton.
Los huevos y formas larvarias de los peces son también elementos temporales del plancton y pertenece a muy distintos grupos; se encuentran durante todas las épocas del año, aunque la mayoría se reproduce en primavera; otros, como el arenque, lo hacen en invierno, de manera que sus larvas forman parte del plancton en enero y febrero.
Los huevos, larvas, poslarvas y algunos juveniles de peces representan un componente de gran importancia dentro del plancton, constituyendo el llamado Ictioplancton.
La mayoría de los peces tienen huevos y larvas planctónicos; aunque existen algunos que colocan sus huevos adheridos al sustrato, sus larvas se integran a la comunidad del plancton. Es posible considerar que todos los peces de valor comercial inician su vida formando parte del plancton y pueden permanecer en él de dos a tres meses; por lo tanto, estos huevos y larvas tienen gran importancia en la formación de la población explotable.
La cantidad de huevos y larvas de las diferentes especies de peces en el plancton está íntimamente relacionada con el ciclo anual de maduración de los adultos, por lo que la composición cualitativa y cuantitativa de ictioplancton varía a lo largo del año.
Los huevos planctónicos de los peces generalmente son esféricos, ovalados o fusiformes; miden de 0.5 a 5 milímetros y como mecanismo de defensa sólo presentan su transparencia que hace que sean difíciles de observar; algunos tienen gotas de grasa que contribuyen a su flotación.
Los huevos más pequeños generalmente son los más numerosos, pero también son los más susceptibles de ser comidos por otros organismos como los copépodos y quetognatos. Un caso curioso es el del dinoflagelado Noctiluca, que a pesar de que mide un milímetro de díametro es capaz de ingerir huevecilIos de su mismo tamaño, por ser muy voraz. Otros grandes comedores de huevos de peces que existen son las medusas y los ctenóforos.
Se presenta gran diversidad de larvas de peces, algunas nacen poco desarrolladas y otras ya desarrolladas, incluso con algunos radios en sus aletas. Sus dimensiones varían de 1.5 a 5 milímetros y presentan la cabeza, la aleta embrionaria, el saco vitelino donde llevan sus reservas de alimento, y en algunos casos una o varias gotas de grasa.
Las pequeñas larvas de peces flotan durante algunos días, pero cuando gastan su reserva alimenticia forman sus estructuras de locomoción para conseguir su propio alimento, que son organismos del mismo plancton, y su supervivencia dependerá de éste.
Algunas especies de peces presentan estadios poslarvales, en los que se desarrollan la vejiga natatoria, el esbozo de la línea lateral, el pigmento sobre el cuerpo y la cabeza y las diferentes aletas con sus radios. Existen poslarvas que pueden llevar órganos luminosos.
Después de los estadios larvales y poslarvales viene el juvenil, en que ya han perdido todas las características larvales y se asemejan al adulto; sin embargo, por su tamaño y por su comportamiento puede seguirse considerando como parte del plancton. Su crecimiento va a depender de la especie, de la temperatura ambiental y del alimento disponible.
Se considera que esta etapa del ciclo vital de los peces es la más crítica por presentarse en ella la mayor mortalidad, decisiva para la abundancia de los peces adultos y, por lo tanto, de la población aprovechable para el hombre.
Las causas de la mortalidad de huevos, larvas y juveniles planctónicos de los peces pueden ser los cambios pronunciados de la temperatura del agua, o bien, factores mecánicos como la fuerza del oleaje; también son causa de mortalidad la disponibilidad de alimento y la depredación que pueden sufrir por otros organismos.
La distribución del ictioplancton depende de los adultos, pero perfectamente se encuentran en las aguas más superficiales hasta profundidades de 200 metros, lo que hace que su recolección por redes se lleve a cabo hasta esta profundidad.
Los estudios sobre ictioplancton son muy importantes, tanto desde el punto de vista científico como desde el comercial, es decir para la pesca.
Con los estudios sobre estas fases planctónicas de los peces se puede ayudar a conocer la biología de las diferentes especies en relación con las condiciones ambientales, y se pueden aclarar problemas de morfología y taxonomía, es decir de la identificación y clasificación de los peces.
Para las pesquerías estos estudios sirven para detectar áreas de concentración de los individuos, con el fin de conocer el número de peces adultos que devoran, para estimar la abundancia del organismo y poder desarrollar métodos de cultivo de las diferentes especies.
La importancia de estas investigaciones ha hecho que en todo el mundo existan gran cantidad de especialistas de programas de investigación y que se realicen constantemente reuniones, seminarios, simposia y cursos para discutir los resultados que van obteniendo, estandarizar la metodología empleada, y conocer los adelantos alcanzados.
Estos estudios se iniciaron en el siglo
XIX,
principalmente sobre morfología y taxonomía, en Alemania, Inglaterra y Dinamarca, y se fueron generalizando en todos los países al principio del presente siglo, formando parte de los programas de biología pesquera y ampliándose hacia fisiología, ecología, zoogeografía, comportamiento, genética, bioquímica, inmunología, etcétera. Actualmente se aplican cálculos matemáticos y estadísticos y se utilizan métodos y equipos cada vez más sofisticados.Esta diversidad de formas y de condiciones de vida que tienen los animales del plancton marino, ya sea que vivan toda su vida en él o sólo pasen algunos momentos en ella, estimulan el interés científico de los biólogos marinos para seguir conociendo la trama maravillosa que representa la vida en los océanos.
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