V. LOS EXPERIMENTOS DE LA CIENCIA
E
L RETRATO
habitual del investigador cient�fico lo representa vestido con una bata blanca y en medio de un laboratorio, manejando complicados aparatos, observando a trav�s de un microscopio o leyendo gruesos libros y tomando notas en sus cuadernos. En otras palabras, se trata de un individuo que hace cosas, de un hombre no s�lo de pensamiento sino tambi�n de acci�n. En cambio, los estereotipos del fil�sofo y del matem�tico son bien distintos: el primero se identifica con El pensador, de Rodin, aunque no se le represente desnudo, mientras el segundo casi siempre es un hombre mayor, despeinado y con anteojos, parado frente a un pizarr�n lleno de f�rmulas matem�ticas ininteligibles. Si se realizara una encuesta entre individuos adultos y educados pero ajenos a la ciencia, con la pregunta, "�qu� es lo que hacen los cient�ficos en sus laboratorios?", es muy probable que la mayor�a responder�a, "experimentos"; pero si a continuaci�n se preguntara, "�Y qu� cosa es un experimento?", las respuestas ya no ser�an tan un�nimes. La diversidad de opiniones e ideas sobre lo que es un experimento cient�fico no est� limitada al p�blico no profesional de la ciencia: entre los propios miembros del gremio de investigadores tambi�n se registran diferentes conceptos de lo que es un experimento y de sus distintos usos en la ciencia.A nadie sorprende que as� sea, en vista de que las ciencias son muy diferentes entre s�: lo que hace un sism�logo es muy distinto de lo que hace un microscopista electr�nico, y lo qu� ambos hacen es tambi�n muy diferente de lo que hacen un et�logo o un bi�logo molecular. Pero aunque las actividades propias de cada rama de la ciencia sean distintas, su estructura general o sus funciones son semejantes, por lo que la pregunta "�Qu� cosa es un experimento?" es leg�tima, siempre y cuando se haga en sentido filos�fico, o sea en b�squeda de la naturaleza y prop�sitos esenciales de todos los experimentos, expresada en t�rminos racionales. Esto tambi�n explica que los investigadores cient�ficos no posean un concepto homog�neo de lo que son los experimentos y de sus usos, ya que la gran mayor�a de ellos no est� interesada ni en la filosof�a general ni en la filosof�a de la ciencia.
El experimento cient�fico es una manipulaci�n controlada de alg�n fen�meno natural, realizada por el investigador con el prop�sito de generar informaci�n que no se da espont�neamente, o de acelerar el tiempo y/o amplificar la magnitud con que tal informaci�n se genera. Los datos obtenidos de la inmensa mayor�a de los experimentos cient�ficos pueden servir a cualquiera de dos objetivos, que adem�s no se excluyen mutuamente:1) acumulaci�n de hechos adecuadamente documentados sobre un problema espec�fico; y 2) discriminaci�n entre varias hip�tesis que pretenden explicar un mismo proceso o segmento de la naturaleza. Es en las etapas iniciales del estudio cient�fico de un problema dado que los experimentos contribuyen primariamente a incrementar la informaci�n relevante a la naturaleza, la diversidad, la cronolog�a y la magnitud de los fen�menos comprendidos en �l; en cambio, cuando el conocimiento cient�fico de un �rea definida ha avanzado en forma importante, la funci�n de los experimentos es otra muy diferente, en vista de que se dise�an y se realizan con el prop�sito de seleccionar de un grupo de hip�tesis postuladas para explicar los fen�menos naturales a la que cumple mejor con tal funci�n. Los experimentos cuyos resultados s�lo contribuyen a la acumulaci�n de hechos documentados sobre un problema espec�fico se consideran como triviales, mientras que los experimentos dise�ados para escoger entre distintas hip�tesis explicatorias se designan como cruciales.
Algunos fil�sofos de la ciencia se han ocupado de analizar la estructura y funciones de los distintos tipos de experimentos cient�ficos, pero quiz� nadie m�s lo ha logrado en nuestro tiempo con la percepci�n y la agudeza con que lo ha hecho sir Peter Medawar, el zo�logo ingl�s que gan� el premio Nobel en 1960 por sus trabajos en la inmunolog�a de los transplantes de tejidos. De acuerdo con Medawar, existen cuatro tipos o variedades de experimentos cient�ficos: 1) los baconianos (nombrados as� en honor a sir Francis Bacon, quien los patrocin� en prosa inmortal, escrita en el siglo XVII), cuya funci�n es la simple e indiscriminada acumulaci�n de datos objetivos, tal como ocurren en la naturaleza; 2) los aristot�licos, que no descubren nada nuevo sino que son como corolarios o demostraciones post-facto de principios generados te�ricamente, verdaderas tramoyas montadas para impresionar al vulgo iletrado con las verdades eternas derivadas del uso de la raz�n pura; 3) los galileicos, que generan informaci�n crucial para distinguir entre varias hip�tesis postuladas para explicar un mismo fen�meno; y 4) los kantianos, que en realidad no son manipulaciones de la naturaleza sino simplemente "experimentos mentales" (Denkexperimenten) y que consisten en el an�lisis te�rico de distintas explicaciones alternativas de un fen�meno dado y la eliminaci�n sistem�tica de todas las que no cumplen con la cuota m�nima de aciertos.
Encerrados en nuestros laboratorios, los cient�ficos no s�lo hacemos experimentos; buena parte de nuestro tiempo (demasiado grande, en mi opini�n) se gasta en labores administrativas y de relaciones p�blicas. Pero cuando ya hemos llenado todos los cuestionarios, asistido a todas las ins�pidas reuniones burocr�ticas, contestado todos los oficios y respondido a todas las solicitudes administrativas, todav�a nos queda un poquito de tiempo para hacer investigaci�n. En esos escasos pero felices momentos, so�amos con soluciones posibles para los problemas que nos hemos planteado y dise�amos los experimentos que deber�an proporcionarnos la informaci�n que requerimos para seguir adelante; pero en los resquicios del tiempo que nos queda entre clases a alumnos de pregrado y de posgrado, seminarios intra e interdepartamentales, conferencias invitadas y entrevistas con colegas m�s o menos desorientados, todav�a hacemos algunos experimentos. La emoci�n que acompa�a a su dise�o (�ltimamente hecho en el Metro), a su realizaci�n y al an�lisis de los resultados compensa con creces todas las incomodidades, carencias y angustias que los cient�ficos mexicanos estamos viviendo hoy.